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El exvicepresidente de la Diputación y exalcalde de Manises, Enrique Crespo. :: jesús signes
El cerebro de Emarsa declara que Crespo y dos altos cargos cobraron comisiones

El cerebro de Emarsa declara que Crespo y dos altos cargos cobraron comisiones

El fugado confirma que existían 19 tarjetas y amplía el número de comisionistas a ocho responsables

A. RALLO

Martes, 14 de junio 2016, 00:02

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Jorge Ignacio Roca Samper, el cerebro financiero de la trama Emarsa, no defraudó las expectativas que se habían generado alrededor de su declaración. Colaboró con la Justicia, tiró de la manta, confesó el saqueo. Cualquiera de estas expresiones se ajusta a su testimonio. Más de tres horas para reconocer la existencia de una trama de cobro de comisiones gracias a los sobrecostes del tratamiento de lodos. La depuradora pagaba el triple por este servicio (de 16 a 42 euros) por cada tonelada. Roca desveló ayer la cuantía de las comisiones. Para los de arriba, era de tres euros. Y los de arriba, los «ideólogos» de la red, en palabras de la fiscalía, son el exvicepresidente Enrique Crespo, y los dos ex altos cargos de la Epsar -organismo dependiente de la Generalitat- Ignacio Bernácer y José Juan Morenilla. Cada integrante de este trío se llevaba cada uno tres euros por tonelada. En la siguiente categoría, en la que se incluía el propio Roca, y los Sena, responsables de la empresa Notec, se recibía un euro. Las defensas pondrán en duda estas revelaciones; como la invención del un empresario acorralado, que sólo busca un trato más favorable por parte del ministerio público.

La comparecencia de Roca Samper no estuvo exenta de cierto exotismo, tónica habitual de este asunto desde que aparecieran aquellas intérpretes rumanas que no traducían documentos. El prófugo apareció con chanclas y bermudas y, en alguna ocasión, le llamaron la atención por su tono un tanto pretencioso al decir que no hacían falta medios en sus empresas, que era suficiente con él.

Su vínculo con la depuradora comienza a principios de la década de 2000 a través de Juan Borrás, de la empresa de Adobs, una de las firmas que realmente trataba el lodo de la planta. «Tengo un buen negocio», le dijo. Este le presentó al gerente Esteban Cuesta. También llegó a comer en un restaurante con Enrique Crespo y José Juan Morenilla. Roca explicó que fue contratado por la depuradora para ejercer una labor de control de todo el sistema. Luego, él subcontrataba a otras mercantiles, como Adobs, que eran las que, en realidad, se encargaban del transporte y tratamiento.

El precio de más se correspondía con el pago de comisiones. En este apartado implicó a los ya citados anteriormente, pero amplió el abanico al jefe ambiental de la planta, Adolfo Polo, al director financiero Enrique Arnal y a Borrás. Estos últimos 'sólo' se llevaban un euro por tonelada. Aclaró en todo momento que las condiciones siempre le venían impuestas desde la planta depuradora y él se limitaba a firmar los contratos. Incluso presentaba ofertas falsas de otras sociedades para dar apariencia de legalidad. Él sólo había estado una vez en la depuradora. Aceptó la ilegal proposición bajo el débil argumento de que si no lo hubiera hecho otro.

Al principio se cobraba en efectivo. Según explicó, empleados de Adobs se desplazaban a una finca que tenía Roca en Cataluña -LAS PROVINCIAS informó de su venta por 500.000 euros antes de fugarse- y allí se lo daban en sobres. Los de Valencia tenían 10.000 euros. Era como «un ritual», dijo para definir estas visitas que regresaban a Valencia con los bolsillos llenos.

Más adelante varió el método de distribución. Al parecer, alguna entidad ya le había puesto pegas acerca de las retiradas masivas en efectivo todos los meses. Por eso, desde la misma sucursal le propusieron las tarjetas. Fuentes judiciales explicaron que Roca aseguró ser titular de 19 tarjetas de crédito, 16 se dieron para repartir entre los comisionistas de Valencia. En cada sobre iba el documento y el pin. Esta nueva fórmula también tenía sus inconvenientes porque las perdían o las dejaban olvidadas.

El prófugo controlaba hasta el más mínimo detalle. Se puso un límite de 600 euros al día por tarjeta. Cada comisionista sacaba 1.800 por jornada. «En once días lo sacaban todo». En una última fase de saqueo, de nuevo, se recurrió al efectivo. Según explicó Roca se lo daba a José Luis Sena. Llegó a hablar incluso de entregas en Rumanía.

El acusado apuntó hacia el PP de Valencia, que protegía de alguna manera lo que estaba sucediendo y por ello siempre les exigían contratos, facturas y auditorías, que demostraran la relación existente con la depuradora de Pinedo. En 2010 decide, según explicó ayer, no seguir facturando para la planta debido al egoísmo de sus supuestos compañeros de andanzas. «Siempre querían más».

A Borrás lo echan de la trama porque era un «bocazas» y hablaba de que en «Valencia todo era corrupción». Algo que no debió gustar a los integrantes de la red delictiva que lo apartaron de inmediato de los tejemanejes. No se descarta que finalmente tenga que acudir a declarar como investigado tras las últimas revelaciones.

Roca sólo admitió preguntas de la fiscalía y de la juez. No quiso contestar a las defensas. Y se acogió a su derecho a no declarar cuando se le preguntó por sus cuentas en Andorra y las empresas de Malta.

El prófugo de Emarsa logró esquivar la Justicia durante más de cuatro años. El pasado verano, la Interpol anunció su arresto en la República de Moldavia. Había sido detectado con una identidad falsa y supuestamente formaba parte de otro grupo delictivo. Cumplió diez meses de cárcel. Ayer dijo que cuando se marchó de España no sabía que hubiera ninguna causa contra él y que tomó esa decisión tras discutir con su pareja. Desde entonces ha vivido en Rumanía y Moldavia. Una caída de caballo en 2004 le causó dos hernias discales. Tomaba muchos medicamentos y cocaína para paliar el dolor. «Por eso necesitaba mucho dinero».

José Juan Morenilla y Enrique Crespo reaccionaron ayer a estas manifestaciones en el juzgado. Ambos coincidieron en negar esa supuesta comida y aseguraron no conocer al fugado. El primero lamentó que la acusación contra él se sustenta en el testimonio de «delincuentes» (Cuesta, Arnal y Roca) que una vez se han visto atrapados quieren desviar la responsabilidad hacia otros «sin aportar ni una sola prueba».

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