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«Yo voy en serio» Pedro Sánchez, en la rueda de prensa que dio después de que el Rey le encargara formar gobierno.
El subidón de Pedro Sánchez

El subidón de Pedro Sánchez

Pasa más tiempo con Begoña, «su motor», corre todo lo que puede y se mete chutes de azúcar a base de helados. Cuando nadie daba un euro por él, se ha lanzado «con brío» hacia la presidencia del Gobierno

ZURIÑE ORTIZ DE LATIERRO

Martes, 9 de febrero 2016, 20:56

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Habían pasado dos años de la tragedia de Srebenica, 8.000 hombres arrancados de los brazos de sus madres y esposas para ser asesinados por orden de Radovan Karadzic. Dos años del final de la guerra en Bosnia, y croatas, serbios y musulmanes seguían siendo enemigos irreconciliables, incapaces de emprender juntos la tarea de administrar la paz. La ONU envió entonces a Sarajevo al embajador Carlos Westendorp, ministro de Exteriores con Felipe González, con la encomienda de hacer cumplir los acuerdos de paz de Dayton y de echar a andar el nuevo Estado, paralizado por el odio. Le acompañaba el hijo de unos amigos que conoció en Nueva York, un joven economista, con varios másters, que trabajaba de consultor en la Gran Manzana -«le dábamos de comer caliente»- y que le cautivó por su determinación, cercanía y sencillez. En 1997, el Alto Representante de Naciones Unidas se llevó a Pedro Sánchez a Bosnia como jefe de gabinete.

Sánchez presidente

  • el más buscado en google

  • Esta semana es tendencia en Twitter y el político más buscado en internet. La principal consulta es Pedro Sánchez presidente. Le siguen Pedro Sánchez mujer, hijas, hermano -más conocido como David Azagra, es un prestigioso director de orquesta-, Caja Madrid -fue miembro de su asamblea en calidad de concejal pero no cobró-, tesis doctoral...

  • A los doce años se enteró de que sus abuelos maternos eran analfabetos y cuenta que ahí se dio cuenta de la importancia de la política. Su madre fue a la escuela de mayores y luego estudió Derecho en la Complutense, mientras Pedrito hacía Económicas. Magdalena sacó mejores notas. Pedro padre, afiliado al PSOE, ha sido gerente del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música. El apoyo de su familia es crucial.

  • Es lo que mide el candidato. Sigue jugando al baloncesto con sus amigos del Estudiantes. La noche electoral fueron a abrazarle, y los ocultaron a todo correr. Miden parecido y no era cuestión de montar el show. Son una piña.

  • «Tiene mucho carácter, es muy tenaz, exigente consigo mismo y los demás. No es broncas, pero tiene una gran determinación...». Sus colaboradores no quieren decirlo, pero les merodea la palabra cabezón. Cuentan que también sabe reír. Y que dice muchos tacos, que tiene una memoria impresionante y que se relaja buscando nuevas músicas en el Spotify. Le van iconos del indie patrio como Los Planetas o La Habitación Roja.

«Vivimos codo con codo en un ambiente postconflicto con muchos enfrentamientos. Llegamos a pasar miedo juntos. Demostró ser una persona tenaz, que no se pone nerviosa en situaciones difíciles. Firme, pero suave en las formas. Se lleva bien con la gente. Tuvo que negociar en varios idiomas, preparar muchas entrevistas...».

Parece un buen entrenamiento para lo que le toca ahora.

¡Sin duda! Allí estaba todo por hacer, negociamos mucho, con unos y otros. Demostró capacidad de trabajo, resistencia y lealtad. Pero yo no soy imparcial. Sabe que aquí me tiene.

En ese año y medio tan especial crearon una moneda única sin signos ofensivos para musulmanes, católicos y ortodoxos, la bandera del país y una matrícula común. También un himno aceptable para todos, leyes de ciudadanía y de privatización de monopolios estatales... Habían muerto 100.000 personas y 1,8 millones se refugiaban en campamentos y países ajenos.

Bosnia le caló en lo más hondo: lo dio todo y le hicieron una oferta para quedarse, pero tenía clara su vocación política en España. Antes de esa aventura, en 1993, había fundado las juventudes socialistas del barrio madrileño Tetuán, donde nació y creció. Diez años más tarde fue concejal del Ayuntamiento de Madrid -allí vivió los atentados del 11-M- y poco a poco fue escalando posiciones en las listas electorales, aunque en 2008 y 2011 se quedó fuera del Congreso. En ambos casos entró después, mediadas las legislaturas, ocupando los escaños que dejaron Pedro Solbes y Cristina Narbona. La diputada por Palencia María Luz Martínez Seijo, impulsora de la primera plataforma autonómica de apoyo a la candidatura de un tal Sánchez para optar a la Secretaría General del PSOE, recuerda aquella primavera de 2014, ya tan lejana, en la que le dijo: «Voy a ser presidente del Gobierno».

Desde entonces ha sobrevivido a más cornadas que José Tomás. A los peores resultados electorales del socialismo, a la presión de los barones, a Susana Díaz, a las irrupciones de Felipe González satanizando a Pablo Iglesias -casi su única opción de ser presidente por mucho que coquetee con Albert Rivera-, a que en su partido lo llamen «madelman inexpresivo», defensor de un socialismo «ingenuo, fácil», por no hablar de los de enfrente. Le han afeado hasta el supuesto negocio de saunas gays de su suegro. Como dice Westendorp, «le han puesto mal por la derecha, la izquierda y hacia atrás». Pero él ha resistido todo, incluido el último y bronco comité federal.

Para tener esta oportunidad histórica de ser presidente sin haber ganado en las urnas, con el batacazo que se dio, «no ha parado» desde el mismo 21 de diciembre, el día posterior a las elecciones, cuando supuestamente iba a ser liquidado por los suyos. «Me fascina lo claro que lo tiene todo, su hoja de ruta. Es una esponja que absorbe todo. Este es su momento», defiende Martínez Seijo.

María González Veracruz, diputada por Murcia y miembro de la ejecutiva del PSOE, ve al jefe «mejor que nunca, con un brío particular. Se crece en la adversidad. El peor momento fue la semana posterior a las elecciones. A partir de ahí, todo hacia arriba». Hay truco: se llama Begoña Gómez. «Le encanta tenerla cerca, es su motor, le pone los pies en la tierra. Son un equipo. Si llegan a La Moncloa, ella seguirá con su carrera profesional, pero siempre apoyándole», apuntan en su círculo más íntimo. Se enamoraron en la fiesta de unos amigos y en 2006 les casó Trinidad Jiménez. Begoña tiene algo más de 40 años, nació en Bilbao, aunque se crió en León, y es una alta ejecutiva volcada en el mundo de las ONG. La pareja iba en coche cuando Cristina Narbona lo llamó para ofrecerle su sillón en el Congreso. Pedro daba entonces clases de estructura económica, historia del pensamiento económico, economía política y diplomacia económica en la Universidad Camilo José Cela. Colaboraba en una ONG vinculada al partido demócrata estadounidense y participaba como observador internacional en elecciones de países como Marruecos o Jordania. «Cuando Narbona lo llamó, lo primero que hizo fue preguntarle a su mujer '¿A ti qué te parece? Si volvemos es para para liarla' y Begoña le dijo que adelante», recuerda un estrecho colaborador.

Estos días no tiran tanto de teléfono, se ven un poco más porque Pedro se marcha antes de Ferraz. Entre ruedas de prensa, reuniones discretas y alguna que otra ruidosa zancadilla saca tiempo para seguir los entrenamientos de baloncesto de Ainhoa (10 años) y Carlota (8). Las niñas acaban de empezar y no es que les entusiasme la canasta. Ha sido más un guiño hacia su padre que jugó de alero en el Estudiantes de infantil, cadete y juvenil. Lo dejó con 21 años, cuando cursaba Económicas y Empresariales en la Complutense y se afilió al PSOE. La líder de los socialistas vascos, Idoia Mendia, está convencida de que la alta competición le ha hecho «flexible y duro a la vez. La fuerza de la mente es la que te hace ganar y yo le veo estos días muy tranquilo, con claridad mental. Hemos escuchado sus mejores discursos, se está creciendo».

Sardinas y Cervantes

El candidato Sánchez corre ahora con más asiduidad, saborea helados -«son su chute de azúcar»- y anda. Mucho. «Nos deja doblados cuando vamos de acá para allá a pie, pero es que le gusta caminar porque así contacta con la gente», dicen sus colaboradores. Él ha triunfado por abajo. En la campaña de las primarias, «cuando en las agrupaciones grandes no le querían, nos hicimos un montón de pueblos pequeñísimos donde les decía que volvería de scretario general». Ha cumplido, y se ha hecho selfis hasta el agotamiento, como en una cena en Alicante. No probó bocado, pero saludó uno por uno a los 2.000 comensales.

Mientras Mariano Rajoy espera en la retaguardia, convencido de que 'el guapito' -así lo llama Susana Díaz- va de farol porque al final no logrará sumar respaldos suficientes para gobernar, Sánchez se ha movido por todas partes. Ha comido anchoas en Santander con el presidente Miguel Ángel Revilla, se ha divertido en la Tamborrada donostiarra -el voto favorable de los nacionalistas vascos va a ser decisivo-, ha recordado a los españoles de Mauthausen en el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto y se ha puesto morado con el WhatsApp. No ha cambiado el número que dio por todas partes durante las primarias y le llueven mensajes. «Está profundamente agradecido a la gente que lo animó entonces, cuando nadie daba un euro por él», coinciden varios colaboradores. Procura además no abandonar la lectura. En el akelarre que le persigue estos últimos 18 meses se ha dicho que no lee. Pero su devoción por Javier Cercas y los clásicos es absoluta. Skakespeare, Lope de Vega y Cervantes, a quien apeló el día que Felipe VI le encargó formar gobierno: «A cualquier mal, buen ánimo repara».

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