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Pérez Saldanya, en primer término, en una reunión del pleno de la AVL.
La Acadèmia Valenciana de la Llengua intenta blindarse y burlar el sorteo para renovar a sus miembros

La Acadèmia Valenciana de la Llengua intenta blindarse y burlar el sorteo para renovar a sus miembros

Un informe jurídico advierte a la AVL de que los académicos que dejen el ente no pueden ser elegidos para reincorporarse

J. C. Ferriol

Jueves, 19 de noviembre 2015, 20:51

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La mayoría de edad de la Acadèmia Valenciana de la Llengua no está en los 18 años, como establece la Constitución para los españoles. Ni siquiera en los 16, como proponen algunos partidos. Está en los quince. ¿Por qué? La ley de creación del ente normativo establece, en su artículo 11, punto dos, que a los quince años de la elección por primera vez de los miembros de la Acadèmia, la entidad normativa procederá por primera vez a renovar a una parte de sus académicos. Hasta ese momento, los relevos en la institución los ha decidido Les Corts, que es quien iba cubriendo las vacantes que se producían -por fallecimiento o renuncia-. Llegados los quince años, se considera que la AVL ya es mayor de edad para decidir por sí misma quién sale y quién entra en el ente normativo del valenciano.

La ley y el reglamento de la AVL fijan el procedimiento a seguir. Y no dejan lugar a demasiadas interpretaciones. Se establece que la renovación afectará a un tercio de los 21 académicos, cinco años después al otro tercio, y tras otro lustro a los siete finales. Y que el procedimiento es el de cooptación de los 21 miembros, que determinarán los siete académicos a sustituir por el sistema de insaculación -al azar-.

Les Corts eligieron a los 21 miembros iniciales de la Acadèmia Valenciana de la Llengua el 15 de junio de 2001. Los elegidos fueron Artur Ahuir, Rafael Alemany, Ramón Arnau, Alfred Ariza, Carmen Barceló, Verónica Cantó, Xavier Casp, Jordi Colomina, Josep Lluis Doménech, Antoni Ferrando, Ramón Ferrer, Ascensió Figueres, Vicente Gascó, Juan Alfonso Gil Albors, Marisol González, Albert Hauf, Lluis Meseguer, Pere María Orts, Josep Palomero, Honorat Ros y Alfons Vila. De aquellos nombres iniciales, catorce se mantienen en la nómina de la institución. La Acadèmia está compuesta en este momento por 19 acadèmicos, porque Les Corts no han llegado a cubrir las últimas dos vacantes.

Los quince años desde la elección inicial en Les Corts se cumplen el 15 de junio de 2016. El artículo 13 del reglamento de la AVL establece que en la última sesión ordinaria del pleno que se celebre "con anterioridad de, como mínimo, seis meses" del vencimiento del periodo de 15 años, se sortearán, por insaculación, los nombres de los siete académicos que deberán renovarse en el primer tercio de los 21. Ese periodo de seis meses anteriores a los 15 años se cumple el próximo 15 de diciembre. De manera que la AVL tiene por delante un mes de plazo para elegir por sorteo qué académicos, como si de Gran Hermano se tratara, están nominados para abandonar la casa.

La fecha no ha pasado inadvertida para los miembros de la AVL. Desde hace meses, muchos de ellos abordan en conversaciones más o menos privadas su inquietud por la proximidad del momento de jugarse a suertes -que eso viene a ser la insaculación- si continúan en el ente normativo o si lo dejan. En esas conversaciones ha trascendido el interés de algunos académicos por buscar la fórmula para aplazar esa renovación -se plantea que la fecha que se tome en consideración no sea la de la elección en Les Corts, sino la del primer pleno del ente normativo el 23 de julio de 2001- o incluso para evitarla -asumiendo que el primer tercio a relevar fueran los siete académicos iniciales que ya han abandonado la institución-.

El debate abierto en el seno del ente que preside Ramón Ferrer llevó incluso, según las fuentes consultadas por este diario, a que se solicitara un informe jurídico al letrado de la AVL. El documento, a cuyo contenido ha tenido acceso este diario, aborda algunas de las cuestiones planteadas por los académicos en relación con la renovación de sus miembros. Entre ellas, la posibilidad de modificar el método para elegir a los que deben abandonar la AVL. El informe señala al respecto que la única posibilidad de evitar el recurso al azar en la elección de los nominados pasa por modificar el reglamento de la institución normativa. El letrado alude a la posibilidad de que la elección no se produzca por insaculación, sino por votación secreta. Dicho de otra manera, en lugar de dejar que fuera el azar el que determinara los siete nombres, sería el pronunciamiento de la mayoría del ente normativo el que decidiera qué miembros de la AVL debían abandonar la institución.

Pero lo más trascendente tiene que ver con el sistema para la elección de los sustitutos. El reglamento establece que, tras elegirse a los académicos salientes, la AVL deberá aportar sus propuestas de nuevos candidatos. La primera duda afecta a la posibilidad de que los elegidos para abandonar la institución normativa pudieran ser propuestos, inmediatamente después, para volver a formar parte de ella.

El reglamento de la AVL señala que, tras el sorteo para decidir a los académicos que deben irse, todos ellos -los que se quedan y los que se irán- deben aportar sus propuestas de nuevos candidatos, que deben cumplir con las condiciones establecidas en la ley "y tener el aval de un tercio de los miembros de pleno derecho".

Dos meses antes del vencimiento del plazo de renovación (abril) se convocará una reunión extraordinaria del pleno de la Acadèmia, y los académicos votarán los candidatos propuestos. Resultarán elegidos los siete que, habiendo obtenido mayoría absoluta, consigan el mayor número de votos.

El debate lo abre la propia redacción de la ley. El artículo 11 señala en su punto 1 que los académicos elegidos para 15 años podrán ser «reelegidos». Pero en el punto 2 precisa que tras ese periodo, el ente normativo determinará el primer tercio de miembros de la AVL "a sustituir". Una corriente en el seno de la propia Acadèmia considera que el pleno de la institución podría proponer a los mismos siete acadèmicos a los que el azar hubiera dejado fuera del ente normativo para ser propuestos como nuevos miembros. La tesis vendría a ser partidaria de convertir en vitalicios los cargos de la AVL, al sostener que los únicos relevos vendrían determinados por el fallecimiento de sus miembros.

Pero el informe del letrado de la Acadèmia descarta esa opción. De hecho, el estudio viene a asumir esa referencia en la ley a que debe producirse una sustitución para establecer que los elegidos para abandonar la AVL no podrán regresar a ella si no transcurre un periodo de cinco años entre su salida y su reincorporación.

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