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Rajoy fulmina al delegado once meses después de su nombramiento

Rajoy fulmina al delegado once meses después de su nombramiento

El suddelegado del Gobierno en Valencia, Juan Carlos Valderrama, ejercerá el cargo hasta que el Ejecutivo nombre a un sustituto

F. RICÓS

Sábado, 30 de mayo 2015, 00:15

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No hubo dudas. El Consejo de Ministros destituyó ayer de manera fulminante al delegado del Gobierno, Serafín Castellano, tras permanecer once meses al frente del cargo. Juan Carlos Valderrama, su segundo, se hace cargo del puesto de forma interina, hasta que el Gobierno nombre al sustituto del político valenciano.

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, fue clara durante su comparecencia. «Tan pronto como se ha tenido información de que se iniciaba una investigación judicial se ha procedido a su destitución inmediata», afirmó la número dos de Mariano Rajoy en el Ejecutivo central.

Sáenz de Santamaría dijo que el sustituto se nombrará en próximas fechas. Matizó que el nombramiento se acordará una vez que se redacte el informe de idoneidad, un trámite de obligado cumplimiento tras la entrada en vigor de la nueva normativa sobre los altos cargos. Este informe se elabora tanto al acceder al cargo como a la salida del mismo con el fin de comparar la situación patrimonial y constatar si el cargo público se ha enriquecido. Esta es una de las medidas puestas en práctica por el Gobierno en materia de regeneración democrática.

Este informe no se le ha aplicado a Serafín Castellano porque su puesta en marcha se ha iniciado meses después de su nombramiento. En este sentido, la vicepresidenta aseguró que las irregularidades en el patrimonio las investigan los jueces y cuando se detectan es cuando el Gobierno pasa a tener conocimiento.

Sáenz de Santamaría incidió en que en estos casos «no se puede sustituir la labor judicial. Una vez conocida la investigación, se ha producido el cese inmediato. Es como se tiene que actuar y así lo hemos hecho».

Con la caída de Serafín Castellano, apartado de la primera línea de la lucha política desde junio del año pasado, el PP valenciano pierde otro referente en menos de un mes, después de que el propio presidente de los populares valencianos, Alberto Fabra, señalara a Alfonso Rus y ordenara el 2 de mayo la apertura de un expediente y la suspensión de militancia, una actuación que también se ha repetido en este caso.

Serafín Castellano y Alfonso Rus eran enemigos íntimos. Tanto uno como otro fueron presidentes del PP en la provincia de Valencia y tenían dos personalidades políticas incompatibles. Se vieron las caras en los últimos congresos, el regional y el provincial del PP, y se batieron en los comarcales y locales del partido celebrados a lo largo de 2012 y el primer trimestre de 2013. Rus salió claramente vencedor de aquel envite. Ahora ambos están igualados en el partido, con pie y medio fuera de las filas populares.

Serafín Castellano ha estado prácticamente once meses como delegado del Gobierno. Tomó posesión del cargo el 16 de junio del año pasado. Había sido destituido el 2 de junio como secretario general del PPCV, el mismo día de la abdicación de Don Juan Carlos en favor de su hijo, que se convirtió al día siguiente en Felipe VI.

El de Benisanó había sido el número dos de Alberto Fabra en la organización regional del partido oficialmente desde el 19 de mayo de 2012, cuando se celebró el congreso regional de los populares que eligió a Fabra como presidente regional. Dejó el cargo orgánico después de los malos datos que cosecharon los populares en las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014 tras la presión que realizaron los barones provinciales del PP y la alcaldesa de Valencia para dar un golpe de timón al partido ante la falta de entendimiento que el secretario general mantenía con ellos, a pesar de que era el hombre de confianza del presidente de la Generalitat tanto en el partido como en el Gobierno valenciano.

Fabra justificó al día siguiente la destitución de Castellano en una exigencia de Génova. Pero lo que quedó claro es que el nombramiento de Castellano como delegado del Gobierno fue una propuesta del propio presidente de la Generalitat, al igual que lo hizo en el caso de Paula Sánchez de León, que dejó la vicepresidencia del Consell para entrar en el palacio del Temple y convertirse en la representante del Gobierno central en tierras valencianas.

El nombramiento como delegado del Ejecutivo en la Comunitat Valenciana lo aprobó el Consejo de Ministros del 13 de junio. Ese mismo día tomó posesión Luis Santamaría como conseller de Gobernación, cargo que el propio Castellano dejó un día antes para poder ser nombrado por el Gobierno.

El subdelegado de Gobierno en Valencia, Juan Carlos Valderrama, sustituirá en el cargo en funciones al delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana hasta que se nombre sustituto.

La salida de Castellano de la estructura orgánica del partido le garantizaba una continuidad en la Administración si el PP fracasaba, como así ha sucedido, en las elecciones autonómicas. Incluso se llegó a considerar que, de perder la Generalitat y de suceder una hecatombe en los comicios municipales, el de Benisanó se convertía en la única referencia visible del PP. Pero ya no es así.

Quizá por eso están empezando a oírse voces en el PP para que el Gobierno central cubra el puesto con un dirigente político fuerte, de referencia, capaz de enfrentarse con solvencia a la izquierda que está organizándose para sustituir al PP el frente de la Generalitat.

Pero esa, aparentemente, es una tarea difícil. Con las elecciones generales a la vuelta de la esquina, y las autonómicas y locales recientemente celebradas, el cargo de delegado del Gobierno no es, precisamente, un premio. Es un cargo para unos pocos meses, mientras que quienes han salido diputados autonómicos tienen cuatro años por delante -siempre que no se adelante las elecciones- y los que salgan elegidos para el Congreso y el Senado tendrán también una legislatura. Por contra, quien se convierta en el representante del Gobierno en la Comunitat tiene tan solo unos meses por delante porque dan por perdidas las elecciones.

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