Borrar
La pareja, en noviembre en París, en un mitin de la campaña para ser líder de su partido.
Al son que toque Sarkozy

Al son que toque Sarkozy

Lleva sólo días como candidato a presidente, pero Bruni ya es portada de la revista especializada en realeza ‘Point de Vue’. Y en ‘Paris Match’, ella apoya su cabeza en la de él. Nada de guitarras

isabel ibáñez

Viernes, 19 de diciembre 2014, 18:35

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

No tengo tiempo ni energía para viejos rencores ni vale la pena guardar hostilidades, aunque sí, hay por ahí una modelo que se llama Carla Bruni que no es precisamente mi amiga y cualquiera puede adivinar por qué», decía Jerry Hall recientemente a la revista Event. Corrían los años 90, era esposa de Mick Jagger y a punto estaban de tener su tercer hijo cuando apareció Bruni, la chica de Eric Clapton, tan amigo de su marido que le aguantaba incluso su manía de levantarle las novias. «Por favor, no con ésta, Mick, creo que estoy enamorado», suplicó. No sirvió de nada, claro, y Jagger se fugó a Tailandia con la cantante. Normal que Hall no la pueda ver ni en pintura. Durante mucho tiempo fue fácil obviarla como cantautora, porque la cultura no vende mucho, pero todo cambió en noviembre de 2007, cuando Bruni conoció a un chico de derechas que resultó ser presidente de la República francesa. Se casaban cuatro meses después. La cantante acaparaba portadas y minutos de televisión para atragante de Hall. Menos mal que en 2012 se rompía el idilio de los galos con Sarko, llegaba Hollande con su nueva y cornuda primera dama y Bruni volvía a hundirse en las esporádicas páginas que las secciones de música pudieran dedicarle.

Pero poco le ha durado el respiro a Hall. Bruni ha vuelto montada en una vespa, de paquete de su marido. Vaporosa falda remangada por la velocidad casi hasta donde el fémur se une a la cadera. Esos muslos que una vez abrazaron a Jagger, en una portada de la revista Paris Match de julio. Avanzadilla sin celulitis de lo que estaba por venir. Porque en esos días de sol y moto, Sarkozy preparaba su retorno al ring político, como de hecho sucedió al poco tiempo; en septiembre anunciaba que se presentaba candidato a liderar su partido. Y así ha sido, hace dos semanas salía elegido. Queda mucho hasta las elecciones de 2017, tiempo que Sarkozy podrá emplear en mostrarse cercano, atractivo, juvenil, interesante... para tratar de engatusar a los desencantados del socialismo de Hollande y robar activos al ultraderechismo de Le Pen. Mucho trabajo, pero Bruni está a su lado.

Amorosa como el primer día

Point de Vue es un semanario francés especializado en realeza que en números anteriores ha dedicado sus portadas a unos príncipes (los de Mónaco), una reina (la de España), otra princesa (Carolina de Mónaco), una emperatriz (Farah Diba)... Sin embargo, la semana pasada, la elegida es una cantante. No, mejor dicho, la esposa del posible futuro presidente francés. Porque hace solo quince días de su elección y la maquinaria ya está en marcha. Elegantemente escotada, enjoyada hasta el exceso, modosita, con la mano en la barbilla ante una estantería con libros. Nada de guitarras. El título es: Amorosa como el primer día. Dentro, habla de Raymond, como le dice en la intimidad a su esposo, de este modo: «Tengo la sensación de estar hecha para estar con mi marido. Nos sentimos bien juntos. Al margen del deseo, el amor, la admiración, las bromas... hay una comunicación constante entre nosotros. Dios mío, espero que nunca nos separaremos; voy a morir antes que él. O con él. No podría vivir sin él». Más que Raymond, un Romeo. Palabras que parecen una advertencia de que a ella nunca podría ocurrirle nada semejante al culebrón Hollande, su mujer y otras cosas de meter. Tranquilizador aviso para navegantes conservadores.

Qué lejos quedan aquellas imágenes de junio, con Bruni actuando por vez primera en España, en un recital ante 2.000 personas en Barcelona. Le acompañaba entonces Sarkozy como marido de la artista, que en esta ocasión vestía pantalones de vinilo y jersey negro. Hacía pocos días, había afirmado en una entrevista que su etapa «como primera dama no había sido positiva» para su carrera. En las fotos, ella delante, él siguiendo sus pasos. Muy diferentes a la de otra portada, la que también la semana pasada dedicaba Paris Match a la pareja: sentada en las rodillas de Sarkozy, Bruni apoya su cabeza en la de él. El propio político parecía ironizar sobre esta mutación en un mitin pronunciado en octubre en la localidad de Troyes, con su esposa en primera fila: «La última vez que estuve aquí fue para cargar con la guitarra de mi mujer». Como si fuera ya cosa del pasado, a pesar de que la cantante presentará nuevo disco el próximo año.

Discos, joyas y solidaridad

Bruni está de nuevo en campaña, lista para reconquistar junto a su marido el palacio del Elíseo, y eso que el año pasado, en cada entrevista concedida, aseguraba que éste no regresaría a la política. También que ella no sentía que hubiera dejado de lado la música mientras era primera dama, aunque es una realidad que publicó su tercer disco Comme si de rien nétait en 2008 y no sacó el siguiente, Little French Songs, hasta 2013, con su marido fuera de la presidencia y después de firmar un contrato millonario con el sello Barclay (Universal). Este año tiene a la venta su quinto álbum, A LOlympia.

Luego está su otro curro, más esporádico, el de modelo publicitario. Las firmas de lujo siguen disputándosela. La prensa francesa habla de los dos millones de euros que la empresa Bulgari la ha pagado por promocionar sus joyas durante dos años, un contrato firmado cuando no se sabía que la cantante podría volver a ser esposa de mandatario. De ocurrir, sería un asunto complejo de compatibilizar con sus fotos en revistas, el metro, autobuses...

Y esta febril actividad la complementa con su participación en actos solidarios, algo muy adecuado a toda primera dama. El músico Bob Geldof la eligió para adaptar al francés Do they know its Christmas?(¿Saben ellos que es Navidad?), un tema para recaudar fondos contra el ébola. Y precisamente hoy, Bruni subasta el manuscrito autografiado de Quelquun ma dit, la más exitosa de todas sus canciones, integrada en su primer álbum. Se prevé que logrará alrededor de mil euros, que se destinarán a la investigación de enfermedades neuromusculares.

A todo esto, nos habíamos olvidado de Jerry Hall, que a su vez no olvida a Bruni. Aunque a Sarkozy se le escape finalmente el Elíseo, le esperan días largos y extraños. Más bien dos años con toda la artillería desplegada, discos, marquesinas, diarios, revistas, televisión, campaña política... No le será fácil escapar de tal omnipresencia. Si no fuera porque la cantante dice estar tan enamorada de Sarko, sería para que Hall pusiera bajo llave a Armand Leroi, el científico y profesor universitario con el que parece haber encontrado la estabilidad. Bruni recordaba así en Point de Veu los primeros tiempos junto a Sarkozy: «Acababa de conocer a mi marido, estábamos locamente enamorados... Fue muy intenso, una especie de período bendito. Todavía estamos muy enamorados, pero los inicios del amor son un estado de gracia que protege todo. Creo que no hay nada mejor en la vida que el comienzo del amor». Aquello fue en 2007... Un momento, ¿cómo era lo de la crisis de pareja a los 7 años?

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios