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Felipe del Baño, ayer, preguntado en su escaño. :: MANUEL MOLINES
Felipe 'El Incómodo'

Felipe 'El Incómodo'

La oposición carga contra el diputado que sustituye a Cotino mientras los populares evitan defenderle tras haberse negado a ceder el escaño

BURGUERA

Miércoles, 22 de octubre 2014, 23:37

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VALENCIA. Felipe del Baño no es nuevo en Les Corts ni en la política. Sabe que ha llegado en un mal momento a la Cámara debido a su condición de imputado, recientemente adquirida, que le convierte en un parlamentario incómodo para su partido. Ayer, en el PP no se defendió lo contrario. En realidad, se escenificó indiferencia frente a los ataques a Del Baño. Mientras la oposición apaleaba dialécticamente a su diputado, que sustituye a Juan Cotino en la bancada del PP y que ya estuvo en la Cámara en la década pasada, nadie de su partido le defendió.

A primera hora, Del Baño se apresuró a entrar en el salón plenario del hemiciclo. El nuevo diputado, como una estrella fugaz con una estela de cámaras detrás, musitó un simple 'sí' para asegurar que se sentía respaldado por su partido y que nadie le había pedido que renunciase al acta, si bien al insistirse en ese punto indicó: «El caso es que estoy aquí». El caso, en realidad, es que fuentes tanto de la dirección del PP como del entorno del diputado confirmaron a este periódico que, antes de su toma de posesión del escaño, en su partido trataron de persuadirle de que no lo hiciese. Sin éxito. Y allí se quedó durante horas. Tanto es así que la foto acreditativa para los servicios internos de la Cámara se tuvo que posponer a la tarde, cuando ya no había cámaras de televisión, porque Del Baño no salía del salón plenario ni a la de tres. Incluso llegó a recibir una nota de una televisión con el fin de preguntarle, cortésmente, si iba a hacer unas declaracioncitas. Que no. Allí se quedó. Incómodo él también, imputado, pero diputado.

Entre los socialistas, le saludó Cristina Moreno, ya por encima del bien y del mal, de su partido y del de más allá. Del Baño está imputado, junto al alcalde de San Antonio de Benagéber, por un posible delito de prevaricación administrativa en la causa que investiga el Juzgado de Instrucción número 6 de Paterna sobre dos encargos municipales de un coste total aproximado de 100.000 euros. El exedil renunció el pasado 22 de septiembre al cargo de concejal. La oposición hurgó en esa herida. El socialista Antonio Torres consideró su presencia como «vergonzosa» por una imputación, no obstante, similar a la que sufre el número tres del PSPV, José Manuel Orengo, tal y como deslizó en los pasillos un diputado socialista.

El PP calló, si bien a la misma hora pero en otro lugar, en el San Pío V, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, recordó que la imputación que pesa sobre el nuevo diputado es «administrativa» y no por «corrupción», y por ello no entra en su «línea roja».

Parapetado en su escaño, Del Baño escuchó lo que le echaron, que en algún momento de la mañana fue verdaderamente soporífero, pues la sesión matinal incluía intervenciones de Ponce (Compromís), Tormo (EU) o Sancho (PP), con un latido parlamentario por debajo de la capacidad de detección de los pulsómetros modernos.

Excepto el notable debut de Rosa Mustafá, el mejor estreno de este curso en la tribuna (no lo tenía difícil, comparativamente hablando), y la intervención del popular Ricardo Costa en la réplica a Fran Ferri (Compromís), que mejora su oratoria pero aún le queda, lo más interesante del pleno se concentró en las preguntas a los consellers, que se produjeron por la tarde, cuando Luis Santamaría (Gobernación) capeó con limpieza las malévolas arremetidas del socialista Rubio en cuanto al 'topo del Palau'. Por su parte, María José Catalá, consellera de Educación, hizo frente con solvencia al calibre más grueso de los nacionalistas, encabezados por una Mónica Oltra en versión «buena», según le concedió la consellera, que en el tú a tú gana mucho. Buena o mala, la diputada de Compromís ofreció su mejor versión y la consellera estuvo a la altura. Choque de dos trenes a los que no les da miedo dar la cara, un potente contraste respecto a la mañana.

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