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La década de Letizia

La década de Letizia

Se cumplen diez años de su boda con Felipe: «Si hubiéramos visto entonces cómo se ha comportado en este tiempo, nos habríamos sorprendido para bien»

isabel ibáñez

Lunes, 2 de junio 2014, 12:47

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Enseguida se supo que la novia del Príncipe, además de periodista y divorciada, era atea y republicana, o eso le atribuyen. Pero el amor se impuso y Felipe se casó con ella hace 10 años que se cumplen este jueves día 22. Y en este tiempo la hemos visto ir a misa con mantilla y peineta, supervisar atenta junto a su marido el desfile de las Fuerzas Armadas, soportar avatares y tragedias familiares con la misma compostura y economía de gestos con que se adiestra desde la cuna a los miembros de una Casa Real... En realidad, esas son las cosas importantes, es lo que vienen a decir los expertos a la hora de hacer un análisis de la evolución de Letizia Ortiz en esta década. Lo demás, aquel famoso «Déjame hablar» en el día de la pedida, las conversaciones con sus colegas en los actos públicos, los modelitos inadecuados, el cambio de nariz, los zapatos de plataforma... son anécdotas en un balance en el que algunos le dan la nota más alta.

«Estaría bastante cerca del diez -considera Fernando Rayón, experto en Casas Reales-. Si cuando se casó con el Príncipe hubiéramos visto cómo se iba a comportar durante estos diez años nos habríamos sorprendido muy gratamente. Claro que ha habido críticas a sus vestidos, a las operaciones, a las reacciones que tiene a veces como periodista... Pero durante estos años su comportamiento ha sido muy correcto. Ha renunciado a muchas cosas y únicamente ha tenido algunas salidas de tono».

Gerardo Correas, presidente de la Escuela Internacional de Protocolo, considera que aquellas primeras actuaciones «en las que aparecía desenvuelta y muy natural, fueron muy beneficiosas para su imagen. Su aparición con el vestido rojo, días antes de su boda, en el enlace del príncipe de Dinamarca, generó mucha expectación, y la Casa Real le dio un papel secundario para hacer prevalecer la labor del Príncipe y que no se distrajera la atención. Pero las cosas han cambiado y ahora, para consolidar la imagen de los Príncipes y salvaguardar la de la Casa Real, con el caso de los duques de Palma y de algunas cuestiones relacionadas con el Rey, su agenda se ha llenado». Los datos cantan: esperaron dos años para darle su primer acto en solitario, cerrando 2006 con 4 apariciones, al margen de las que realizó acompañada. Al año siguiente fueron 10 y en 2007 llegó a 33. Bastante lejos de los 41 a los que acudió sola en 2012 (cuando imputan a Urdangarin por el caso Nóos) y de los 50 del año pasado. Solo en lo que va de este, ha presidido 25, incluido el viaje oficial en solitario de hace unos días a Suiza.

Rodilla al aire ante el Papa

Tampoco es que su entorno le haya ayudado mucho: el nuevo casamiento de su padre, la boda y posterior separación de su hermana Telma, la muerte por suicidio de Érika, el libro de un primo suyo donde habla abiertamente de su divorcio... Fernando Rayón cree que «ha sufrido muchos golpes que se magnifican aún más por la posición en la que se encuentra, pero hay que reconocerle que ha sabido sobreponer sus deberes como Princesa a todo lo demás. No hay mucho que reprocharle».

Destaca el experto en protocolo Gerardo Correas que se la ha mirado con lupa en todo momento, «sobre todo con la etiqueta. A efectos de comunicación su actuación es impecable, y no solo en este aspecto, sino con gestos, palabras y actuaciones, con las que transmite valores muy positivos: características físicas agradables, cuidado y atención personal, estilo de vida, valores humanos, profesionalidad, personalidad Su gran éxito es que, pese a esa constante atención, de lo único que se habla es de cosas menores, amparándose en muchas ocasiones en un protocolo trasnochado y encorsetado». Se refiere, como ejemplo, a las críticas por su atuendo en el reciente encuentro con el Papa Francisco: le afearon sus medias transparentes y la altura de su falda que, sentada, dejaba sus rodillas al descubierto.

¿Y si llegara un niño?

Los Príncipes de Asturias han dejado libre hoy en su agenda de compromisos institucionales, con lo que podrían dedicarlo a la celebración de su aniversario, lo que ayudaría a acallar los rumores de crisis de pareja que rondaban por ahí hace un tiempo. Alimentados por el hecho de que ella ya no usa alianza de casada (un libro dice que dejó de llevarlo porque el duque de Palma pagó el anillo de pedida con dinero de Nóos y ella se quitó los dos) y su 'huida' sola de Marivent durante las pasadas vacaciones estivales para acudir a un compromiso personal en Madrid. «Es cierto que en verano hubo esos rumores -confirma Rayón-, al margen de los programas de televisión que hablan a veces sin dato alguno, aunque el silencio de la Casa Real parecía dar por bueno el asunto. Pero las cosas parecen haberse arreglado».

En el día de la pedida, los periodistas preguntaron a la pareja cuántos hijos deseaban: «Más de dos y menos de cinco», contestaron. Tienen a Leonor, nacida en 2005; y Sofía, en 2007, hace ya siete años, y Letizia cumplirá 42 en septiembre. Mucho se ha hablado de la llegada de un varón y del jaleo sucesorio que ocasionaría, aunque todo parece apuntar a que se han 'plantado'. Eso opina Fernando Rayón: «Cambiar la Constitución no es tan fácil, hay una prevalencia del varón hasta que no haya un cambio efectivo, y si llegara pasaría por delante de sus hermanas. Es verdad que ha habido una manifestación de Felipe de Borbón, que con rotundidad dijo que Leonor sería la heredera, pero una cosa es lo que quieran los Príncipes y otra lo que se pueda hacer. Si se reformara la ley una vez nacido, supondría despojar al heredero. Hay un precedente en Suecia: Carlos nació y se cambió la norma con carácter retroactivo para que reinara su hermana, algo que provocó mucho revuelo. Y hay que tener en cuenta que la monarquía sueca tiene cien años y la española, mil. Pero parece que no habrá más hijos».

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