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Art Nouveau, el estilo artístico que cambió Europa

Art Nouveau, el estilo artístico que cambió Europa

Un recorrido por las ciudades más importantes que decoró el Modernismo en el viejo continente durante su época de máximo esplendor

Álvaro Romero

Jueves, 17 de mayo 2018, 11:58

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El Art Nouveau fue un estilo artístico que se desarrolló en Europa durante finales del siglo XIX y principios del XX. Un nuevo concepto que llegó para cambiar las ideas preconcebidas adaptándose a una vida más moderna, inspirándose en las formas de la naturaleza y el mundo vegetal. Este modelo se vio representado desde ámbitos profesionales hasta otros más cotidianos. Desde arte y arquitectura hasta joyas, pasando por elementos de decoración, telas y vestimentas. Objetos de forja, vidrio y cerámicas también comenzaron a tomar protagonismo.

Un concepto rupturista basado en la imaginación que introdujo nuevos modelos de construcción con materiales hasta el momento desconocidos. El denominado en España como Modernismo, se extendió por el viejo continente marcando una tendencia triunfante que dejó obras únicas de las cuales se puede disfrutar a día de hoy.

Paseando entre Modernismo

Esta renovación fue bautizada de diferentes maneras según el país: Art Nouveau, Sezessión, Modern Style, Jugendstil o Liberty, entre otros. La ciudad belga de Bruselas es uno de los iconos más importantes del Modernismo, se desarrolló de la mano del crecimiento industrial que experimentó la urbe a finales del siglo XIX. Su población creció y los jóvenes arquitectos locales empezaron a tomar protagonismo, entre ellos Víctor Horta, quien diseñó la Casa Tassel, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Levantada a finales del XIX y se considera uno de los primeros edificios de estilo Art Nouveau y también uno de los más famosos, pues supuso una revolución sin precedentes. También destaca la Casa Hannon de Jules Brunfaut.

Riga es otra de las urbes de referencia. La capital letona puede presumir de concentrar más de 700 edificios modernistas, siendo la ciudad con mayor concentración de obras de ese estilo en todo el mundo. Su casco histórico fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, principalmente por el potencial de su arquitectura. Las calles Alberta Iela y Elizabetes Iela son dos de las arterias principales del Art Nouveau en Riga, acumulando importantes y bellos ejemplos.

Paris fue otra de las grandes ciudades que rompieron con la monotonía artística recurriendo a las líneas sinuosas y asimétricas que proponía el Modernismo. A finales del siglo XIX la capital francesa podía presumir de ser una de las urbes más potentes del mundo, pionera en innovación y desarrollo. El arquitecto local Hector Guimard se consolidaría como una de las figuras más importantes del país, dando vida a obras como el Castel Béranger o la estación de metro de Abesses. Además, merece la pena destacar el número 29 de Avenue Rapp, donde una recargada fachada repleta de azulejos, obra de Alexandre Bigo, destaca entre los edificios.

El Art Nouveau marcó un antes y un después en la cultura checa, especialmente en su capital, Praga. Un lugar que recibió con los brazos abiertos la modernización y la llegada de importantes avances tecnológicos. La figura más destacada fue Alfons Mucha quien, con retratos, ilustraciones y pinturas plasmo su obra también en otros países. Se puede visitar su museo en el centro de Praga. En cuanto a la arquitectura, destaca el Gran Hotel Europa, edificio imponente situado en la Plaza de Wenceslao.

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