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Salón de los Mosaicos del Palacio de Medina Azahara.
Medina Azahara, una ciudad de las mil y una noches

Medina Azahara, una ciudad de las mil y una noches

La ciudad efímera fue bautizada con nombre de flor en homenaje a la más bella concubina de Abd al-Rahman III.

guía repsol

Miércoles, 28 de mayo 2014, 13:18

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Icono del poderío del califato Omeya en Occidente, esta muestra de amor hecha ciudad deslumbró en Al-Andalus. La ciudad efímera, la más bella urbe de occidente en su tiempo, fue bautizada con nombre de flor en homenaje a la más bella concubina de Abd al-Rahman III. Ahora es el momento de visitarla e imaginar un lujo y riquezas milenarias a sólo un paso de Córdoba.

A menos de diez kilómetros de Córdoba, Abderramán III ordenó construir la nueva sede del califato. Una ciudad que, si bien respondía a la propia dignidad del califa, no dudó en dedicársela a la mujer favorita de entre su harén como señal de amor. Aunque las ruinas descubiertas en 1911 son sólo una décima parte del lujo que un día existió en Madinat al-Zahra (Ciudad Resplandeciente), se sabe que fue la urbe más grande construida en occidente de una sola vez. Se componía de un palacio, una mezquita, cuarteles y las viviendas del personal de administración y servicio.

Las ruinas datan del siglo X y son, además de Patrimonio de la Humanidad, la muestra palpable del esplendor que alcanzaron los omeyas en suelo español. También la rama sunnita del Islam, ya que se proyectó para hacer frente a sus grandes enemigos, los fatimíes de Ifriqiyya del norte de África, de dogma chií. También es hoy día una importante fuente de investigación histórica que constantemente ofrece novedades arqueológicas y documentales, gracias a las cuales se han podido reconstruir algunas columnas y arcos.

Medina Azahara introdujo una novedad en el urbanismo musulmán, tendente a estructuras desordenadas y laberínticas. Contra tal idea, este conjunto arquitectónico se ubica sobre una estructura rectangular de 1500 por 750 metros y cuenta con una organización regular y una red de alcantarillado bien planificada. Todo esto en las faldas de Sierra Morena, al pie de la montaña Yebel al-Arus (Monte de la Desposada), en el valle del Guadalquivir.

Una topografía complicada que explica la disposición en diferentes niveles de la ciudad, en orden de jerarquía, siendo la parte más alta el lugar de residencia del califa. La visita requiere una alta tolerancia al calor especialmente en verano, cuando los termómetros superan fácilmente los 40 grados, imposibles de sortear dada la ausencia de techos y la escasa vegetación, al margen de los propios jardines.

Salón Rico

También conocido como Salón de Abderramán III, era utilizado para la recepción de importantes embajadas y fiestas anuales, como las de ruptura del ayuno y de los sacrificios. Fue construido entre 953 y 957 por el citado califa, como constatan las inscripciones epigráficas grabadas en su interior. Se alza a partir de una planta basilical de tres naves longitudinales con otra transversal que hace de pórtico en la entrada. Este salón está adornado con relieves de ataurique, motivos decorativos vegetales a partir de hojas y frutos estilizados, en el mármol de sus zócalos.

El mármol, en este caso rosa y azul, también se combina en los fustes de las columnas con los típicos capiteles de avispero califales y arcos de herradura que transportan al visitante al ambiente cortesano de 'Las mil y una noches'. Además destaca un conjunto de tableros que giran temáticamente en torno al árbol de la vida. El enclave incluye asimismo el Jardín Alto, también orientado a ensalzar la figura califal. A la derecha del Salón permanecen los restos de un conjunto de habitaciones pavimentadas en mármol blanco y el patio de la pila, considerado una diminuta antesala de lo que sería un baño.

Muralla y puerta norte

La ciudad se hallaba fortificada con una gruesa muralla, de la que sólo ha sido excavada la parte central del flanco del norte, construida con sillares de piedra caliza, a soga y tizón. El conjunto amurallado se refuerza al exterior con torres rectangulares y en el interior con contrafuertes para paliar el empuje de la ladera. En el centro de la muralla norte aparece una puerta que antaño conectaba con el camino que llevaba a Córdoba. Este acceso presenta una disposición acodada, que responde al tipo de puertas en recodo, recurrentes en la arquitectura militar islámica.

Mezquita Aljama

Se ubica en la terraza inferior orientada hacia el sureste y consta de patio, sala de oración y alminar. La sala de oración cuenta con cinco naves separadas por arquerías de herradura. Un pasadizo en el lateral derecho del Jardin Alto permitía al califa adentrarse en la mezquita a través de un puente del que se observan sólo restos. El suelo de la sala de oración consistía en la maqsura, a base de barro cocido y esteras de esparto. El exterior de la mezquita presenta restos de muros lisos con contrafuertes coronados por almenas dentadas.

Las investigaciones y la reconstrucción continúan, lentas, pero minuciosas. Sólo así se asegura el disfrute presente y futuro de un encantador entorno que permite transportarse a una época remota. Y efímera, pues a pesar del gran despliegue en su construcción, Medina Azahara no sobrevivió ni un siglo, siendo destruida en el 1010, en la guerra civil que puso fin al Califato de Córdoba y saqueada y desmantelada con el paso del tiempo. Pero este deterioro y expolio con los años, no ha restado a Medina Azahara la capacidad de calar hondo en quién la visita, despertando la magia y el misterio de una antigua civilización.

Fuente: Guía Repsol

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