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Plaza Mayor de Varsovia, Polonia.
Varsovia, una capital vibrante y con mucha vida

Varsovia, una capital vibrante y con mucha vida

La II Guerra Mundial marcó un antes y un después en una ciudad relegada a escombros que fue reconstruida con maestría

Álvaro Romero

Jueves, 2 de marzo 2017, 12:00

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Varsovia, la capital de Polonia respira vida e historia. La II Guerra Mundial marcó un antes y un después en el devenir de su futuro. Fue la ciudad más destruida de Europa. Tras el final del conflicto bélico más del 90% de sus edificios quedaron reducidos a escombros y gran parte de su población había muerto o había sido deportada a campos de concentración nazi.

La muerte dio paso a la vida y la reconstrucción de la ciudad, sobre todo de su casco histórico, declarado Patrimonio Universal de la Humanidad por la Unesco. El río Vístula divide la urbe en dos partes cruzándola de norte a sur. La mayoría de las atracciones turísticas se localizan cerca del cauce, especialmente en la parte izquierda, a la derecha destaca el barrio de Praga.

La Plaza del Castillo es uno de los lugares más bellos y concurridos de la ciudad, una explanada amplia rodeada de edificios de diferentes colores que impactan al visitante. La preside el Castillo Real, un palacio monumental. En el centro de la plaza se levanta la Columna de Segismundo III, uno de los símbolos de la capital polaca.

A escasos metros se encuentra la preciosa Plaza Mayor, un recinto rectangular con cuatro aberturas, flanqueada por casitas de colores. Sobre el suelo empedrado los restaurantes despliegan sus terrazas y las palomas se dejan ver en busca de las mejores posiciones en la plaza. Las casas que forman la plaza datan de las décadas de los 40 y los 50. Un lugar pintoresco en cuyo centro se puede observar la escultura de una sirena guerrera, la defensora de Varsovia.

El viaje a Varsovia no puedes dejar sin visitar el Palacio de la Cultura y la Ciencia, un edificio imponente, de los más altos de la ciudad. Un símbolo del comunismo que ofrece la posibilidad de disfrutar de vistas panorámicas desde su mirador. Lugar perfecto para los amantes de la fotografía. Próximo a esta obra se levantaron algunos de los edificios más modernos del país, imagen del nuevo capitalismo.

En las calles de Varsovia hay numerosos puestecitos de flores, un regalo común entre sus habitantes. En la calle del Nuevo Mundo se encuentran todo tipo de tiendas y restaurantes entre la armonía de sus edificios, desiguales en forma y color que transmiten un encanto acogedor. El edificio de la universidad y la nueva biblioteca también merecen una visita.

Todavía se conservan partes del muro que dividía el gueto judío y algunos de sus edificios medio derruidos y con impactos de metralla. Los nazis asesinaron a más de 400 mil judíos en Varsovia. El cementerio judío es curioso de ver.

El amante del fútbol no puede perderse el Estadio Nacional de Varsovia, impactante tanto en su interior como en su exterior, uno de los campos más modernos de Europa, con capacidad para 58 mil espectadores.

Zonas verdes

En el centro de la ciudad también se puede disfrutar de enormes y cuidadas zonas verdes, el ejemplo más destacado es el Parque Lazienki. Dando un paseo por allí encontrarás paz y podrás disfrutar de varios reclamos turísticos, la estatua de Chopin o el Palacio de la Isla.

Frederic Chopin es el máximo representativo de la gran cultura musical que tiene Polonia, es uno de los países que más valora y estudia la música clásica. La universidad que lleva el nombre del compositor es una de las más prestigiosas del mundo en este campo.

La Iglesia de la Santa Cruz es otro de los monumentos más importantes de esta urbe, allí se encuentra la urna donde se depositó el corazón del famoso compositor polaco. Las iglesias católicas son lugares de culto muy concurridos, siempre con el Papa Juan Pablo II como trasfondo. Es uno de los personajes más famosos y conocidos de Varsovia. Junto a él destacan Marie Curie, Nicolás Copérnico y el ya mencionado Frederic Chopin.

Varsovia de noche es una ciudad con mucha vida, los edificios más importantes se iluminan. En navidad se multiplica su belleza; árboles y figuras con motivos navideños pueblan las zonas más concurridas llenando de ilusión a los más pequeños.

Reductos soviéticos

Las mejores fechas para visitar esta ciudad van desde primavera hasta principios del otoño. El invierno es duro, la nieve se hace fuerte en sus calles, tiñendo los tejados de blanco mientras el humo de las chimeneas sesea hasta desaparecer. En invierno es indispensable abrigarse porque las temperaturas son bajas, especialmente de noche.

Lejos del centro, las calles parecen conducir a septiembre de 1939, cuando los alemanes invadieron Polonia entrando por varios puntos del oeste. En la periferia todavía quedan resquicios de aquella etapa soviética, barrios fríos y grises donde el cemento y los ladrillos son los protagonistas. Edificios magullados, desconchados y que parecen desangrarse. La sensación es como estar dentro en la película 'El Pianista'.

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