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Lámina de agua en el jardín.

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Lámina de agua en el jardín. D. Torres

Un jardín al final del verano en Valencia

El Parque de Polifilo | Un paraje donde gobierna la calma sin romper el vínculo con la ciudad

LAURA GARCÉS

Martes, 22 de agosto 2017, 01:27

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El verano ha madurado. Pronto será tiempo de recogerse. Sus vacaciones, tal vez se acercan al final. Y piensa: ¡Vaya, no me lo recuerde! No se enoje. No pretendo arruinar los últimos días, quizás las zagueras horas del más ansiado de sus descansos. No es eso. Quiero sugerirle una alternativa a usted que ya ha regresado a Valencia, a usted que desde el destino de su veraneo siente mariposas en el estómago al contemplar las tardes que se acortan, o a usted que decidió quedarse erigiéndose en guardés de la ciudad.

Se resiste a renunciar al disfrute de la densidad del tiempo exento de ataduras, desea exprimir cada minuto antes de que las prisas le lleven consigo. Persigue una escapada al sosiego para preservar el bienestar o macerar los proyectos que le han regalado las últimas semanas. Me atrevo a decirle que lo puede conseguir, sin necesidad de superar los límites urbanos, en el Jardín de Polifilo.

En el noroeste de la capital, un espacio inspirado en el libro de Francesco de Coloma 'Sueño de Polifilo' -aclara la información del Ayuntamiento- regala un paisaje que con diseño romántico esculpió sobre bosque y agua un oasis que arranca en las Puertas del Destino.

Allí se abren los caminos, unos rectos y otros serpenteantes, invitando a disfrutar de un sereno paseo que conduce hacia la Plaza de los Cipreses o la de Los Sentidos, al Estanque de los Naranjos, a la Isla de Citerea e incluso hasta lo alto de un montículo donde la historia del parque relata que allí crece el primer árbol del parque: una entrañable encina.

Puede gozar de un descanso, de la lectura, de la contemplación del entorno sentado en un banco o del sencillo placer de caminar. Es un territorio donde gobierna la calma, un paraje que aleja del ruido de la ciudad crecida, pero que no rompe su vínculo con ella. Tras las copas de los árboles se descubre la afilada silueta de los edificios de la cercana avenida de las Cortes Valencianas y los bloques de viviendas de las calles que la circundan. Jardín y asfalto parecen jugar al escondite en busca de equilibrio, de convivencia.

Setos recortados bajo estéticas directrices delimitan espacios, pero también abren puertas para facilitar el tránsito al paseante. Los cipreses empujan a elevar la mirada y los granados obligan -en este tiempo- a detener el paso ante la belleza de su fruto. Naranjos, mimosas, palmeras, arces, acacias, jacarandas, moreras... Hasta treinta especies -según la relación de arbolado- se dan cita para regalar color, perfume o ni más ni menos que sombra. Quizás a alguien también le concedan el don de despertar -o confirmar- la afición por la botánica.

Acérquese. Compartirá espacio con algún deportista que cuenta las vueltas que completa persiguiendo superar el registro del día anterior, con alguien que camina -sin prisa, pero sin pausa- con los auriculares pegados al oído. También con aquel que lee el periódico, el que consulta Twitter en su teléfono móvil, el que avanza lento apoyado en su bastón, o con la familia que acerca a sus hijos al recuadro que acoge las atracciones infantiles.

Casi 40.000 metros cuadrados gestionados por el Ayuntamiento y la Escuela Municipal de Jardinería le aguardan en un lugar poco explorado, en la calle Camp del Túria. Del 21 de marzo al 20 de septiembre, de 9 a 21 horas las puertas están abiertas. Del 21 de septiembre al 20 de marzo, de 9 a 19 horas. El paso de las estaciones determina el reloj al mismo ritmo que cambia el color y el aroma del jardín.

Dónde está el Parque de Polifilo de Valencia

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