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Paco Mateu con uno de sus poemarios.. :: A. VERGARA
Adiós a Chez Lyon

Adiós a Chez Lyon

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En 1973 abrió como Lionel, hasta que Paco Mateu, que trabajaba como camarero, se lo compró en 1984 a sus dos propietarios

ANTONIO VERGARA

Sábado, 16 de septiembre 2017, 21:41

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El restaurante Chez Lyon cerró. Estaba en la calle En Llop (Valencia). Su propietario, Francisco Mateu Casinos ('a') Paco, tomó esta amarga medida. Era una especie de bistrot parisino o 'bouchon' de Lyon. El pequeño y muy céntrico local congregó a una clientela diversa. Políticos y funcionarios del cercano ayuntamiento lo consideraban su restaurante de cabecera.

Mateu es un hombre introvertido, observador y amante de la poesía erótico-amorosa-romántica. El Garcilaso de la Vega de la gastronomía: «Tengo una parte aquí de tus cabellos, / Elisa, envueltos en un blanco paño, / que nunca de mi seno se me apartan; / descójolos, y de un dolor tamaño / enternecerse siento, que sobre ellos / nunca mis ojos de llorar se hartan».

Consecuentemente, organizaba lecturas poéticas con los vates locales -generalmente aficionados con mucho verbo florido- en el mismo restaurante, los domingos. Sustituía la brandada de bacalao por las rimas.

Conocí Chez Lyon cuando se llamaba Lionel porque lo había inaugurado Lionel Tarazona, valenciano de Tuéjar, en 1973. Lionel había trabajado en Francia y Sudamérica. Con 40 años cumplidos regresó a España y abrió Lionel. Sus puertas, pintadas de blanco, y el logotipo, impresionaban a los valencianos de finales del franquismo, todavía amarrados a la 'torrrà de xulles', el vino agreste y los restaurantes tipo mesón. Lionel era un afrancesado, como la carta.

Gonzalo Sol retrató con exactitud el restaurante: «Lionel Tarazona ha abierto este saloncito encantador y se ha rodeado de un equipo magnífico, en el que ofrece cocina francesa pero la qué el sabe que gustará a los españoles».

En Lionel probé por primera vez la brandada de bacalao, 'vol-au-vent' de champiñones, alcachofas 'Lucullus', filetes de lenguado al 'champagne', 'soupe à l'oignon', o pato a la naranja, con cerezas o melocotones, según la temporada. Ofrecía muchos quesos franceses, y de postre una delicada tarta Saint Honoré.

El jefe de cocina era su socio. Debido al éxito y a la pequeñez del local, decidieron instalarse -años después- en el antiguo y amplio emplazamiento del restaurante Siona (calle Pizarro). Fue entonces (1984) cuando Paco Mateu, que trabajaba de camarero en Lionel, constituyó una C.B. (Comunidad de Bienes) y le compró Lionel a sus dos propietarios. El acuerdo incluía, lógicamente, el cambio del nombre. Y Mateu dio a luz Chez Lyon.

A Paco Mateu ya le gustaba mucho escribir durante la mili, en el cuartel, recinto que no inspira demasiado. Un brigada le sorprendió con un bolígrafo en la garita cuando estaba de guardia. Lo arrestó.

Mateu nació en el Camino Viejo de El Grao (1958). Su madre trabajó en el servicio de habitaciones del hotel Reina Victoria. Fue cocinera en diferentes restaurantes, como Evening (calle Joaquín Costa), decorado de verde. Se comía bien.

Mateu salió del colegio a los 14 años. Se encaminó al sector de la alimentación y la hostelería. Dependiente charcutero en el supermercado Jobac y en la tienda de salazones Miguel. Luego de la mili lo encontramos, de ayudante de barra, en el 'alegre' River Club (calle Convento de Santa Clara). Había chicas filipinas. Y cava Benjamín, de Codorníu.

«Al fondo a la izquierda / oigo rumores, / entrelazados con la Voz. / Es el turno de Sinatra. / Es la hora de imaginar. / Para antes, nada mejor / que un rincón / donde acuden desnudas / las palabras». Extracto de 'Chez Lyon Blues' (copyright Francisco Mateu).

Según su propio testimonio, se cultivó leyendo no poesía sino narrativa: Marcial Lafuente Estefanía ('Los jinetes de la ruta', 'La patrulla del desierto'), Mika Waltari ('Sinhué el Egipcio'), Harper Lee ('Matar un ruiseñor') o García Márquez ('Cien años de soledad').

Mateu ha editado algunos poemarios. Rimas intimistas. De un tímido solitario que escribía en el restaurante, luego de cerrar, con música de fondo de Stan Getz y Dexter Gordon.

Léase su inocente picardía: «Si te sirvo un plato / que no has pedido / y al escanciar el vino / en tu copa /ves cómo se derrama, / mancho el mantel / y al que te acompaña / no pienses que soy / así de nacimiento / Hasta que no te vayas / no volveré a tener acierto». Halagaba a la mujer que iba conmigo. Y se lo dedicó. ¡Qué ironía la tuya, querido Paco! ¡Y qué solos no dejas!

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