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Chuletas de vacuno en San Sebastián.
Carnívoros y vegetarianos

Carnívoros y vegetarianos

Como dicta el sentido común y corroboran los médicos «hay que comer de todo, siempre que se pueda, y no abusar de nada»

ANTONIO VERGARA

Domingo, 15 de enero 2017, 16:08

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Hay cientos de millones de personas que son vegetarianas y que prefieren los alimentos vegetales a los de origen animal. El término vegetariano, sin embargo, puede inducir a error. Aunque un numero significativo de seres humanos desdeñan la carne, el pescado, las aves de corral, etc., sólo una pequeña minoría de devotos, monjes y místicos ha profesado alguna vez un prejuicio contra todos los alimentos de origen animal, o sea, también contra los huevos, la leche, el queso y demás derivados lácteos.

«Aunque la vida puede sustentarse en alimentos vegetales, el acceso a los de origen animal asegura la salud y el bienestar mucho más allá de la mera supervivencia» (Marvin Harris, prestigioso antropólogo norteamericano). El veganismo es la extrema derecha, furibunda, fanática y sectaria del vegetarianismo. Ambas corrientes polemizan entre ellas en su cruzada contra la carnes de cualquier índole. Si usted conoce a un vegano no se le ocurra invitarle a comer una chuleta de carne en un asador. Le negará el saludo durante el resto de su vida.

Estas dos doctrinas anti-carne tienen un carácter fundamentalmente 'religioso'. Los veganos organizan solemnes convenciones alrededor de una mesa donde contemplan extasiados un plato con rábanos y judías verdes. A pesar de que un estudio clásico de Ken Dorea mostró que en más de cincuenta países los grupos de renta más alta obtienen, a partir de fuentes animales, una proporción mucho más elevada de las grasas, proteínas y calorías que consumen que los grupos de renta más baja.

En la mayor parte de las sociedades, desarrolladas o subdesarrolladas, la presencia de productos de origen animal en la dieta es tanto más elevada cuanto más alto es el nivel de renta. El consumo de carne no debe tomarse tampoco como una doctrina de signo contrario. Como dicta el sentido común y corroboran los médicos «hay que comer de todo, siempre que se pueda, y no abusar de nada». Instalen este aforismo en su cocina.

Muchos alimentos, sean vegetales o animales, contienen los diez aminoácidos en principales para la subsistencia humana. Producen las proteínas. Las proporciones de los aminoácidos necesarios en los alimentos de origen vegetal y en el organismo humano son muy diferentes. De ahí que su utilidad para la formación de proteínas se agote más rápidamente que en el caso de los alimentos de procedencia animal. Los aminoácidos fundamentales que menos abundan en las plantas son, precisamente, los que más demanda el organismo humano. La conclusión es obvia: la familia vegetariana y vegana está absolutamente equivocada.

El fundador del movimiento vegano, una escisión de extrema derecha del vegetarianismo, fue Donald Watson. En 1944 creó The Vegan Society en EE.UU., pero ya había dejado de ser vegetariano cuando en 1924 su tío George, propietario de una granja en un condado minero de South Yorkshire (Inglaterra), ordenó que mataran un cerdo para alimentar con proteínas y calorías a los mineros. Le impresionaron tanto los chillidos del cerdo cuando lo degollaban (entonces no los anestesiaban previamente) que constituyó el Movimiento Vegano. Fue incapaz de comprender que la dieta de los sufridos mineros no podía consistir únicamente en raíces y lechugas. La proteína animal era imprescindible.

Donald Watson debería haberse informado antes del resolutivo método de sacrificar a los cerdos en Cincinnati (EE.UU), conocida como 'Porcópolis' porque era un centro de ganado porcino. Lo cuenta el Ingeniero de Minas francés Louis Simonin en 'Viaje a los Estados Unidos' (1867 y 1868): «Los animales llegan en fila por un pasillo; una trampa se abre, caen uno a uno, siendo ahogados en una cuba de agua hirviendo, un cuchillo los abre, los corta y divide. Luego los jamones se salan y se apilan en toneles».

Así es la vida. Los bóvidos, los pescados, las plantas y las aves mueren para que el ser humano viva. Que tomen buena nota doña Glòria Tello, concejala de Bienestar Animal, y los del Partido Animalista (Pacma).

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