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Y en eso llegó Raúl  y se acabó la diversión

Y en eso llegó Raúl y se acabó la diversión

Los 'paladares' fueron autorizados por el régimen comunista para «dar salida a la economía familiar», depauperada por la dictadura de los Castro

ANTONIO VERGARA

Sábado, 3 de diciembre 2016, 20:32

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No debe ser estimulante comer en uno de los 'paladares' de Cuba ante una gran foto de Fidel Castro o de Che Guevara enmarcada en una pared. Es como si mañana fuéramos al restaurante de Ricard Camarena y tuviese una foto de Franco, vestido con uniforme caqui, en la puerta de los lavabos.

Los 'paladares' son restaurantes privados que regentan los 'cuentapropistas', personas que, sin ser profesionales ni comerciantes, viven de su propio negocio. Algo similar a los trabajadores autónomos españoles.

Formidable concesión del fracasado totalitarismo revolucionario. Pero los 'paladares' han ido en aumento, otra prueba más de que las iniciativas privadas son peligrosas para el Gobierno cubano. En Cuba hay, aproximadamente, 1.600 'paladares' y más de 400 en La Habana. A partir de ahora no autorizarán más y los van a someter a inspecciones sin compasión.

Los 'paladares' fueron autorizados por el régimen comunista para «dar salidas a la economía familiar», depauperada por la dictadura de los hermanos Castro, uno de los cuales, Fidel (q.e.p.d.) vivía como un Maharajá. Todavía le lloran sus deudos: Otegui, Pablo Iglesias y el resto de la basca de Podemos.

¿Cómo sabemos que vivía como un Maharajá, igual que su hermano, el del de bigotito de sargento chusquero? Por las escasas informaciones de la prensa y por testigos presenciales.

Como me dedico, entre otros menesteres, a escribir de gastronomía, mantengo relaciones amistosas con importantes bodegas españolas que exportan a Cuba y me han informado a fondo.

Directores comerciales y de marketing son invitados a comer en las chozas de ambos camaradas para cerrar los contratos. Lujo por doquier. Alimentos de primer orden. Bodega impresionante. Los mejores champagnes y espirituosos. Servicio de restaurante capitalista. Cajas de los puros más caros, 'ad libitum'. Un derroche de marxismo-leninismo.

Los 'paladares' fueron autorizados en 1990, pero no escapan del intervencionismo gubernamental. Sólo pueden instalar 50 sillas y las materias primas deben comprarlas en las tiendas del Estado. Es otro modo de controlar la incipiente iniciativa privada. En los supermercados estatales no tienen los productos que le faltan al dinámico 'cuentapropista', en su legítimo pero ilegal deseo de incrementar la oferta culinaria de sus clientes (muchos de ellos, turistas); y debe abastecerse en el mercado negro o recurrir a las importaciones bajo mano. Problemática semejante a la del estraperlo tras la Guerra Civil española. Como escribió Winston Churchill: «El comunismo es el reparto equitativo de la miseria».

Escribió Néstor Luján que «la cocina cubana tiene las mismas características de la cocina del Caribe. No olvidemos que Cuba, con Puerto Rico, perteneció a la corona de España hasta 1898, casi ochenta años más que el resto de los países hispanoamericanos».

El siglo XIX registró en todos los países la consolidación de las cocinas nacionales. Así pues, estos ochenta años pesan sobre todo en la base de las denominaciones de algunos platos. El talento culinario cubano les ha ido dando su acento. La colonización de América provocó un intenso intercambio de productos entre América y Europa. En los primeros viajes, Colón trajo el ají, embrión del posterior pimiento. Pero la gran avanzadilla de los nuevas materias primas se produjo a partir de 1527: tomate, paltas (aguacates), papayas y vainilla. «No hay apenas datos sobre el uso culinario del tomate en la España del siglo XVII» (Julio Valles), pero sí que aparecen en una pintura de Murillo, 'La cocina de los ángeles' (1646).

Las cocinas populares americanas y las regionales españolas son el resultado del mestizaje, si bien acomodadas a sus personalidades, culturas y usos propios.

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