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Prohibido no pintar en la mesa
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Prohibido no pintar en la mesa

Manteles en los que dibujar, barras convertidas en pizarras... Varios locales de Valencia acondicionan espacios como lienzos en blanco para que los clientes puedan dar rienda suelta a su vena artística mientras esperan la cuenta o disfrutan de la sobremesa

María Gardó

Jueves, 24 de abril 2014, 20:06

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Los peques tienen esa costumbre de pintar en las mesas y rayar las paredes. Es la forma que tienen de dar rienda suelta a su imaginación infantil. Con el paso del tiempo aprenden que sólo se puede dibujar en folios, lienzos y libretas en blanco. Es lo que está socialmente aceptado. Les dicen que las paredes «no se pueden tocar y los manteles sólo se usan para depositar los platos y no manchar». Y esa tendencia de la niñez desaparece en la edad adulta. A nadie se le ocurriría ir a un restaurante y empezar a garabatear en la mesa...

Aún así, acaba siendo divertido romper con lo establecido y varios locales de Valencia han recuperado ese deseo infantil transformando sus locales en lienzos en blanco improvisados donde los clientes pueden desarrollar su vena artística.

LOCALES

  • LA PIZARRA

  • Dónde Calle Vivons, 6.

  • Especialidad Croquetas de autor.

  • UBIK CAFÉ

  • Dónde Calle Literato Azorín, 13.

  • Especialidad Copas y tapas.

  • LA BICICLETA

  • Dónde Calle Reina Doña María, 7.

  • Especialidad Copas y tapas.

  • CREPERIE BRETONNE

  • Dónde Calle Bordadores, 6.

  • Especialidad Crepes francesas.

  • CASA MATILDE

  • Dónde Calle Baja, 12

  • Especialidad Copas y cócteles.

Uno de los más conocidos es el restaurante La Pizarra, situado en el barrio de Ruzafa. Especializados en todo tipo de croquetas de autor, tienen más de 32 diferentes en su carta. «Todavía queremos ampliar más la carta e incluso pensamos en llevarlas a domicilio algún día», comentó Lidia, que regenta el establecimiento.

Haciendo gala de su nombre, cada rincón del local está cubierto por una pizarra provista de tizas de colores. Las mesas, las paredes, la barra y hasta los baños están hechos de este material donde los visitantes pueden dejar su firma o garabatear algunos dibujos mientras eligen qué comer.

Algunos se atreven a hacer un retrato de su acompañante, plasmar su firma o, simplemente, se dejan llevar por la imaginación. «Es una forma de personalizar las mesas y de que la decoración no sea siempre tan monótona, los clientes se lo pasan en grande», señaló Lidia.

Artistas del barrio suelen acudir hasta el restaurante para crear sus propias obras en alguno de los rincones: el más habitual para creadores invitados suele ser la pared de detrás de la barra, que es la más visible. En estos días luce una pintura con tizas realizada por Anna Sanchís, una de las pintoras que más veces se pasa por este rincón de la calle Vivons para probar las croquetas caseras.

La Pizarra combina la tradición y naturalidad en los fogones con el diseño original que le otorga la decoración pintada por cada comensal del restaurante a lo largo de su estancia.

Cerca de allí se encuentra Ubik Café (Calle Literato Azorín, 13). El conocido local de Ruzafa dispone de murales donde los niños y sus padres pueden dibujar mientras meriendan, toman un vino o cenan.

El espacio organiza talleres todos los meses que sacan partido a las instalaciones. Por las noches, los adultos no pueden evitar sentirse como niños y también dejan su sello personal en las paredes del espacio habilitado para ello donde uno puede volver al pasado sentándose en sillas bajas propias de clases de infantil y estanterías de colores.

A unas calles, La Bicicleta (Calle Reina Doña María) se suma a la tendencia de cubrir sus tabiques con pizarra. Un mural recorre el establecimiento, de lado a lado, donde los comensales pueden pintar mientras charlan con amigos y se toma uno de sus tés, cervezas o cafés. Si no te gusta lo que ves, lo borras y haces tu propio dibujo durante la visita al local. Para gustos, colores, nunca mejor dicho.

Crepería

La Creperie Bretonne Anik, situada en la calle Bordadores, cuenta con dueños franceses y elaboran uno de los mejores crepes de la ciudad con una extensa carta para elegir. Pero lo que más llama la atención es su decoración. Ya desde la puerta se observa que es diferente a la de cualquier otro espacio, pues la barra y la cocina están dentro de una especie de caravana hippie en la que trabaja el equipo. Así el cliente se ve sumergido en un ambiente bohemio nada más adentrarse en el espacio gastronómico.

A diferencia de otros restaurantes donde aguardar a que llegue la cuenta puede resultar largo y tedioso, en este espacio la espera se pasa volando. Las mesas disponen de un tarro con lápices de colores para pintar en los manteles (que son láminas de papel en blanco) mientras traen los platos, durante la comida o en los cafés.

Si a los dueños les gusta el dibujo, lo acaban colgando en las paredes del local que ya cuentan con decenas de ellos. Todo depende del arte de cada uno y la gracia a la hora de garabatear con las pinturas.

Y después de la cena, si quedan ganas de seguir pintando y tomando copas, Casa Matilde es un pub situado a pocas calles que cuenta con pizarras en diferentes partes del local.

Hasta allí acuden grupos de amigos para hacer dibujos, colorearlos y fotografiarse junto a ellos mientras prueban uno de los diversos cócteles que preparan en la barra. Se encuentra situado en pleno barrio del Carmen, en la calle Baja.

Un bote con colores, una copa de vino, unas tapas ¡y a dejar volar la imaginación!

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