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Todos los padres y madres primerizos se enfrentan a un mar de dudas.
Cómo no sentirse el último mono al criar a tu hijo

Cómo no sentirse el último mono al criar a tu hijo

Marián García, farmacéutica, madre bloguera y divulgadora sanitaria, lanza ‘El moco radiactivo’, el penúltimo manual para enseñar lo básico sobre el cuidado del bebé

Alejandra Rodríguez

Sábado, 29 de abril 2017, 02:11

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Todos los padres y madres primerizos se han enfrentado a miradas reprobatorias, a ojos en blanco y a gestos de «quita que tú no sabes» de amigos, conocidos, abuelos, suegros, cuñados, vecinos casi desde el mismo momento en que comunicaron que estaban esperando un bebé. Por si esto fuera poco, los que han formado una familia en la era de Internet han visto este fenómeno multiplicado hasta el infinito gracias a blogs, foros, comunidades virtuales, webs, redes sociales, plataformas digitales y aplicaciones móviles que tan pronto dicen que el niño ha de dormir boca arriba como que ha de hacerlo boca abajo y que en no pocas ocasiones albergan comentarios en los que se lincha (virtualmente) a una madre por dar el biberón o se ensalza a otra por hacer justo lo mismo.

Testigo directo de esta desazón que atenaza a los progenitores novatos y de que «política, fútbol y maternidad son los trending topic del siglo XXI», Marián García, más conocida por su blog Boticaria García, ha escrito El moco radiactivo (Esfera de los Libros). Esta doctora en Farmacia, Nutrición y Óptica repasa las dudas recurrentes que asaltan a quienes acaban de tener un hijo, desmonta los mitos habituales en torno a la crianza y la salud de los bebés y ofrece información avalada por la evidencia científica actualizada sin perder un ápice de su habitual naturalidad y sentido del humor. A tenor de la facilidad con la que se hieren susceptibilidades en torno a la maternidad y el cuidado de los bebés (no hay más que ver las polémicas a cuenta de las declaraciones de Samantha Villar o la salida a cenar de la cantante Soraya pocos días después de dar a luz) escribir este libro puede parecer un riesgo innecesario, pero García lo tiene claro: «Estoy curtida en esto de recibir ataques a raíz de algunas entradas del blog pero creo que si te dedicas a la divulgación sanitaria es muy cobarde callarse ciertas cosas. Si no damos información fiable y contrastada dejaremos que los infoxicadores impongan su criterio y eso no es bueno para nadie».

Teniendo en cuenta la gran cantidad de títulos y canales en torno al embarazo, parto, posparto y crianza se diría que estamos ante la generación parental más inútil y quejica de todos los tiempos. Por eso, otro de los objetivos de El moco radiactivo es liberar a los padres y, sobre todo, a las madres de una presión que llega a ser asfixiante. Cada vez se tienen menos hijos y vienen más tarde, así que a menudo se convierten en el proyecto fundamental de familias que vuelcan todos sus deseos de perfección en su cuidado. Con el afán de que tengan lo mejor bucean en la Red en busca de información y la encuentran en cantidades ingentes y sin filtro. «En Internet es fácil formar y acercar comunidades, generar sentimientos de duda y culpa y esto hace que muchos acaben perdiendo el sentido común. A eso hay que sumarle la enorme oferta de artículos y productos relacionados con el cuidado del bebé que hay en el mercado. Si tecleas chupete y encuentras más de 100.000 entradas, además de las que ha visto tu amiga y lo que dicen tus grupos de WhatsApp pues alguna duda te entra», ironiza García, enfatizando no obstante que «se hace sin mala intención y está bien que la gente se informe, pero quizá hemos profesionalizado demasiado el cuidado de los hijos, queremos que todo esté sujeto a unas reglas fijas y nos hemos pasado de vueltas».

No obstante, no todo es negativo en el escenario virtual. «Gracias a Internet es más fácil ser buen profesional porque los pacientes te obligan a estar al día. Vienen con información que han encontrado y cuando se van comprueban lo que les has dicho. Por otro lado, tengo acceso a un montón de formación online que, por ejemplo, mis padres que también eran boticarios tenían que adquirir a base de viajar por carreteras de mala muerte hasta otra ciudad. Y claro, la divulgación tiene más repercusión. Con una de mis charlas llegaba a unos pocos y en el blog tengo 500.000 visitas mensuales», defiende la autora.

Gracias a su nuevo libro se aprenden trucos para calcular la posología de los medicamentos que con más frecuencia prescriben a los peques, que a veces no saldrá todo perfecto pero no pasa nada, que nadie está libre de algún que otro susto pero se puede estar prevenido, que la cebolla no calma la tos por mucho que lo digan las abuelas, que el collar de ámbar no es antiinflamatorio y a cambio puede ahogar o atragantar al bebé, que las pezoneras de plata no alivian la mastitis y que los amuletos contra el mal de ojo no están avalados por la OMS.

También habrá oportunidad de ponerse serios con algo que a García le parece vital e irrenunciable: las vacunas salvan vidas. «Defenderlas a estas alturas casi me parece ofensivo porque la evidencia científica a su favor es aplastante. Entiendo el malestar que generan situaciones como la que estamos viviendo por el desabastecimiento de algunas de ellas pero eso no es motivo para desconfiar de su eficacia ni para irse a otro país a por ellas», expone esta especialista que sugiere una forma creativa de costear las que no están financiadas por el Sistema Nacional de Salud: «Incluirlas en la canastilla como regalo para el recién nacido».

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