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El obispo, Jesús Murgui, muestra a los fieles la sagrada forma en el altar instalado por la Centuria Romana en la Plaza Ramón Sijé.
Tres altares para honrar al Corpus Christi

Tres altares para honrar al Corpus Christi

La Centuria Romana de Nuestro Padre Jesús instaló el suyo a la puerta de su sede por su 125 aniversario

Joaquín Andreu Esteban

Lunes, 30 de mayo 2016, 01:38

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Las calles oriolanas se llenaron ayer por la tarde en la habitual vuelta a los puentes para presenciar una de las procesiones que poco a poco captan más atención de los fieles como es la que tiene lugar con motivo de la celebración del Corpus Christi. La capital diocesana tiene por costumbre realizarla en el domingo más cercano al último jueves de mayo que es cuando la efeméride está marcada en el calendario religioso y a tenor de los centenares de vecinos que la vieron va a más.

Antes del recorrido religioso tuvo lugar a las siete de la tarde la misa oficiada por el titular de la Diócesis, Jesús Murgui, en la Catedral del Salvador, acompañado por miembros del Cabildo. Después de la misa era el turno de sacar desde la seo oriolana «la procesión con mayúsculas» como explicó el deán de la Catedral, José Antonio Gea, que discurrió sobre un manto vegetal desde la puerta de esta y por todo el periplo. Este recordó que la liturgia católica solo considera procesiones como tales la de Domingo de Ramos y la del Corpus «y para los católicos esta es la procesión de la ciudad puesto que en ella participan todas las parroquias que la forman». Así cerca de las ocho hizo su aparición el cortejo con la carroza de plata labrada datada en el siglo XVIII que guarda la sagrada forma. En el itinerario tomó parte una nutrida representación de colectivos de la ciudad y la gran mayoría de miembros de la Corporación con el alcalde, Emilio Bascuñana, a la cabeza. Así estuvieron presentes cofradías, hermandades y mayordomías y representantes de otras entidades religiosas o cargos de la Semana Santa, entre otros.

Como se ha convertido en tradición desde hace algunos años fueron los niños y niñas de los colegios del Carmen y Jesús María los que realizaron las tradicionales danzas barrocas que se perdieron en el siglo XIX y se recuperaron para la procesión del Corpus. Ataviados con trajes de colores y tocados de flores en sombreros hicieron el ritual de enrollar cintas en un palo o hacer sonar otros acompañados de los sones de la dulzaina y amboril. José Antonio Gea precisó al respecto que es «una ceremonia que ha ido en auge desde su recuperación»y adelantó que para el año que viene se pretende incorporar una tercera danza de las que están documentadas en el Archivo de la Catedral. Pero si en esta década este elemento tradicional se ha puesto en valor no lo es menos la instalación de altares que colocan las agrupaciones de la Semana Santa en diversos puntos del itinerario.

El año pasado le tocó el turno a las que cumplieron su 75 aniversario como la Cofradía del Ecce Homo y la Hermandad del Silencio y en este correspondió a la Sociedad Compañía de Armados Hermandad Centuria Romana de Nuestro Padre Jesús por celebrar los 125 de su fundación.

En total fueron tres los altares al aire libre con el de Los Armaos ya que en sus emplazamientos habituales estuvieron los de la Mayordomía de Nuestro Padre Jesús en la calle San Pascual y el de la Archicofradía de la Virgen de Monserrate en la calle Loazes. La Centuria Romana lo ubicó en el lugar donde termina la procesión, la Plaza Ramón Sijé, emplazamiento por el que el Cabildo optó hace años para que concluya la procesión y donde también la sociedad que preside Ramón Sáez tiene su sede.

Este comentó que el ser una entidad que no dispone de insignias, tronos o imágenes religiosas «no ha sido impedimento para acudir a la invitación del deán, que además es nuestro consiliario, y poder instalarlo en una procesión tan importante como esta en un año en el que celebramos nuestro aniversario». Así pidieron a la Cofradía de la Santa Cena el manto que Nuestra Señora de los Ángeles usó por primera vez hace 32 años y que hizo de cobertor blanco del altar en una plaza abarrotada de fieles.

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