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Tirante el Blanco y Rocaforte de Orihuela

ORIHUELA, LITERATURA Y PATRIMONIO MIGUEL RUIZ MARTÍNEZ

Lunes, 13 de octubre 2014, 01:25

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Tirant lo Blanc' es una novela caballeresca del escritor valenciano Joanot Martorell, cuñado de Ausías March, escrita entre los años 1460 y 1466, publicada en Valencia en 1490 y traducida el castellano en 1511. Es una de las obras más importantes de la literatura universal, que ha sido analizada desde las más diversas perspectivas por muchos críticos y escritores. Aquí citaremos sucintamente algunas reflexiones que sobre la obra de Martorell han dejado escritas Miguel de Cervantes, Dámaso Alonso, Martí de Riquer y Mario Vargas Llosa.

Cervantes, en 'El Quijote', al compás del escrutinio y expurgo que de la biblioteca del hidalgo manchego hacen el cura y el barbero, presenta una crítica extraordinariamente positiva del Tirante, salvándolo de la quema y recomendando su lectura. Lo considera un libro realista, lleno de humor, «tesoro de contento y mina de pasatiempos». El crítico y poeta Dámaso Alonso, en 1951 decía: «Una de las obras extraordinarias que he leído en mi vida es Tirant lo Blanc». Martí de Riquer ha sido uno de los máximos estudiosos del Tirant y del Quijote, y de la influencia del uno sobre el otro. El Nobel Vargas Llosa, ya en 1968, en su trabajo 'Carta de batalla por Tirant lo Blanc', caracteriza la novela así: «Novela de caballería, fantástica, histórica, militar, social, erótica, psicológica. Todas estas cosas a la vez y ninguna de ellas exclusivamente, ni más ni menos que la realidad».

¿Y qué pinta Orihuela en esta obra? Un poco de paciencia. Antes de entrar en materia hay que seguir con la presentación de esta joya de la literatura universal. Jordi Tiñena, en la órbita de los trabajos de Riquer sobre el Tirante, escribe: «Es una novel.la cavalleresca que narra les aventures d'armes y d'amor del seu protagonista, Tirant, al servei d'un bell ideal: alliberar l'ImperiGrec, Constantinoble, del setge dels turcs». La versión castellana de 1511 estructura la obra en cinco libros. Es precisamente en el cuarto de ellos, que recoge las aventuras del protagonista en la Berbería, en el norte de África más cercano a nosotros, donde encontramos manifiesta la relación entre el Tirante y Orihuela. Vayamos entonces al capítulo 384 y siguientes.

Tirante conduce a su ejército a Caramén, ciudad situada al final de Berbería, donde se han refugiado tres reyes moros enemigos, en la frontera con los negrines. Reúne en su tienda al rey Escariano, al señor de Agramunt, al marqués de Liçana (cómo no recordar a los Maça de Liçana oriolanos que pueblan los Anales de Mosén Bellot), al vizconde de Branches. Deciden enviar un embajador a los reyes moros para que se rindan. Dejemos a Joanot Martorell que nos explique quién es ese embajador: «E aquí, en lo consellelegiren per embaxador hum español, natural de la vila de Oriola, que'snomenava Roquafort, qui era stat pres e captivat en una galiota per moros de Orá e aprés, per Tirant foumès en llibertat. Aquest cavaller era molt savi e ginyós per çocom era estat cossari gran temps. El digueren-li que'sprengués guarda quina gent podía aver en la ciutat ni comestaven en orden. E instruÿren-lo largament de tot lo que tenia de fernedir». Ahí es nada, un caballero oriolano como embajador ante los moros. Un oriolano valeroso, que sabía árabe, que se había dedicado al corso, que había sido prisionero de los moros de Orán, rescatado por Tirante. Sigamos la aventura de nuestro paisano. Mosén Rocaforte conmina a la rendición a los tres reyes moros, que le responden que de eso nada, que pelearán por la ciudad y toda la Berbería, que Tirante es un invasor sin derecho ni justicia. Vuelve Rocaforte de Orihuela a dar noticia de la cosa a su jefe. Y no termina aquí el papel de nuestro paisano. Es nombrado capitán de la primera batalla (primer batallón), al frente de seis mil hombres, con los que lanzará el primer ataque contra los moros. Menuda responsabilidad. Ir el primero a la guerra. Martorell describe su peripecia guerrera, sus heridas, su rescate en plena batalla.

La batalla es ganada por los cristianos, evidentemente. Y siguen los trabajos guerreros de nuestro paisano. Un año más tarde tendrá una actuación decisiva en la toma de Caramén. Al frente de mil hombres penetra, a través de una mina, en el interior de la ciudad cercada, y abre las puertas de la misma a los que atacan las murallas. En el fragor de la tremenda batalla en el interior de la ciudad, «en este tiempo el caballero Rocaforte por la una parte del muro que estaba derribado en los combates pasados subió en una torre, el cual alzó una bandera del rey Escariano ametalada con las armas del victorioso capitán Tirante». Es decir, es el oriolano el que, con su valor, corona, remata el final de la victoria al izar la bandera de los cristianos en lo más alto del paisaje urbano.

Martí de Riquer demuestra que algunos de los personajes que dibuja Joanot Martorell se inspiran, relativamente, en algunas personas reales del siglo XV. ¿Responde el personaje de mosén Rocaforte a algún natural de la Oriola de aquel tiempo? Lo que sí es cierto es el tono de verosimilitud que logra el argumento con la presencia de este personaje. Hubo corsarios que procedían de la Governació de Oriola.

Téngase en cuenta el amplio litoral de la comarca y la proximidad con el norte de África, en concreto con Orán. Y lo goloso que era el negocio del corso. Los kilómetros que median entre la zona oriolana y la capital del Oranesado es de algo más de 300 kilómetros. Algunos amigos que han subido este año a la Cruz de la Muela me dicen que en los días claros, si aguza uno bastante la vista y sobre todo la imaginación, se intuye la costa africana allá por el sur. Tengo que subir uno de estos días a la cabeza de la Esfinge a ver si es verdad lo que me dicen, aunque no sé&hellip

No he encontrado, por ahora, la huella de Rocaforte en el resto de las páginas del libro. Pero tengo que seguir en el empeño. Y acudir a ver qué dicen los Anales del rector de la Parroquia de los Santos Juanes de Catral. Por si acaso.

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