Atractivo y más accesible

Esta versión hereda lo mejor de los modelos altos de gama, como tamaño, seguridad y tecnología, pero se ofrece con un precio muy competitivo, tanto que el Outlander entra a competir en un rango de tarifas donde hay muchos modelos... y muchas más ventas.

Por fuera el SUV de Mitsubishi destaca por su diseño. En la última renovación se han incorporado detalles cromados al frontal y la trasera, modernizando su aspecto. El espacio es fundamental en un modelo de este tipo, y el Outlander va sobrado de centímetros, tanto delante, con dos amplias butacas, como en la trasera, donde tres pasajeros pueden viajar con comodidad. La amplitud se extiende al maletero, donde en esta versión de cinco plazas se aumenta la capacidad de carga hasta los 550 litros. Por supuesto, se amplía con facilidad hasta los 1.600 litros.

Cuenta con un puesto de conducción típicamente japonés, con dos grandes relojes, muchos botones en distintas ubicaciones para los diferentes mandos y una pantalla central táctil muy completa, aunque su uso no es tan intuitivo como en otros modelos del mercado.

El motor dos litros de gasolina no tiene turbo, y cuenta con un rendimiento de 150 CV. Se une a una caja de cambios automática del tipo variador -no cuenta con marchas fijas sino con dos piñones de diámetro variable-. Este sistema es más confortable a velocidad sostenida, aunque reduce un poco la aceleración desde parado.

Arrancamos y nos ponemos en la carretera. El Outlander tiene amplias ventanillas en las puertas, lo que favorece disfrutar del paisaje si viajamos a ritmo tranquilo. La conducción suave, con una dirección ligera, se agradece también a la hora de maniobrar en ciudad, donde la cámara de marcha atrás se convierte en un aliado perfecto para encajar el Mitsubishi en los huecos más ajustados. En carretera destaca el aplomo a alta velocidad y, sobre todo, el silencio. Acostumbrados en los últimos años a probar los modelos diesel por su mayor demanda, habíamos olvidado el confort y placer de circular con un gasolina, en especial si van bajos de revoluciones y a velocidad constante, donde el motor casi no se oye.

En carreteras de curvas no estamos ante un coche de rallyes, y tanto los frenos como las inercias hacen que nos tomemos las cosas con calma, más aún si llevamos pasajeros detrás, que podrían marearse. En cambio, los badenes y juntas los resuelve con solvencia, sin golpes secos y sin cabeceos de la carrocería.

Es un buen coche este Outlander, pero, como siempre, es el precio el que nos va a decir si es un modelo aconsejable y competitivo. Esta versión gasolina cuenta con precios desde 25.400 en tarifa y desde 23.400 si lo financiamos con la marca.

Con cinco años de garantía, nos parece una excelente propuesta ya que, por poco más que lo que cuesta un SUV convencional tenemos un modelo más amplio y algo más exclusivo, aunque no tenga lo último en tecnología multimedia y el consumo, dado que el motor no es turbo, pueda ser algo más alto. La fiabilidad y solvencia de la marca equilibran la balanza, con un renovado servicio de venta y postventa en Valencia.

El Outlander siempre lo habíamos situado entre los SUV de gama más alta, pero esta versión gasolina tiene un precio muy atractivo, está bien equipado y tiene solvencia, por lo que es una gran apuesta.