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El Ateca, en la playa de la Azohía, en uno de los pocos días nublados del verano en este bonito paraje.
Del campo a la playa
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Del campo a la playa

Otro viaje de más de mil kilómetros en un largo fin de semana nos acerca al carácter de este Ateca: rutero, confortable, con bajo consumo y polivalente

A. ADALID

Sábado, 20 de agosto 2016, 00:20

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El Ateca es de esos coches que gustan el primer día, pero gustan más conforme pasan los días al volante. No es un coche de grandes sorpresas al principio, sobre todo para los que ya hayan tenido un Seat u otro modelo del grupo Volkswagen, como Skoda, Audi o la propia VW. El uso de componentes comunes y el aprendizaje compartido de todas las marcas hacen que los mandos de luces, elevalunas, limpiaparabrisas, los reglajes de los asientos o los del climatizador nos resulten conocidos y, por tanto, no generen la novedad de otros coches.

Ahora bien, con el paso de los días se agradece el perfecto funcionamiento de todo y entrar en terreno conocido.

El devenir del verano nos lleva desde nuestro destino habitual en la sierra interior de Valencia hasta la playa de la Azohía, un precioso paraje en el sur de Cartagena. Cargados con la familia y algunas maletas salimos por carreteras desconocidas para nosotros, ya que los GPS modernos -sorprende como el del móvil y el del coche no se ponen de acuerdo casi nunca- nos llevan a cruzar pequeñas poblaciones de Cuenca incluso por el centro urbano, cuando la ruta por Requena hasta Albacete hasta conectar con la autovía Madrid-Alicante-Murcia hubiera sido más que suficiente.

En cualquier caso, con carreteras regionales de por medio y ritmo ligero, el Ateca supera los 8 litros de promedio, y se nota el mayor peso de la tracción total en estas cifras. Pero ya en autovía y con el horario más tranquilo, las cifras por debajo de seis litros vuelven a aparecer en el ordenador de abordo. El motor ha perdido fuerza con respecto a otros TDI de 150 CV -o eso, o hay que activar el modo de uso sport, algo que siempre olvidamos- pero a cambio el consumo es muy bajo.

Nuestro destino es un nuevo clima para el Ateca. Con temperaturas altas que el interior soporta muy bien aislado, un potente climatizador y las mismas ganas de aventura de siempre, que nos llevan a varios parajes de los alrededores. Allí descubrimos también muchos coches con remolque transportando pequeñas embarcaciones, una labor para la que este Ateca 4x4 es perfecto, y más con la opción de enganche virtual de remolque, que nos indica mediante la cámara trasera la maniobra que más se acerca al pivote de carga. Como el Ateca mide apenas 4,4 metros, se encaja en cualquier aparcamiento, y los detalles útiles, como el portón trasero eléctrico, afloran en cada momento.

Volvemos a casa, y el tráfico en autovía, con algunos atascos, hace que el aviso de coche delantero o el asistente de carril sean muy útiles. Cada vez nos gusta más este completo SUV de Seat.

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