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José Iglesias
Sábado, 25 de febrero 2017, 01:21
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La Marina Alta tiene riqueza, historia, recursos, cualidades y potencialidades que aún están por explotar. Elementos que en su mayor parte están ligados a un legado gastronómico que ha perfilado la imagen general de una comarca rica en un patrimonio rural que ahora se pretende poner en valor y que vuelva a estudiarse en las escuelas.
Se trata de recuperar la asignatura de Conocimiento del Medio, que desapareció de la enseñanza Primaria, con el objetivo de incluir en este área la tradición y el lenguaje culinario, los productos, los cultivos autóctonos y el patrimonio rural y urbano de la Marina Alta.
Y es que la gastronomía ha dado mucho de sí en nuestra comarca. Desde las piscifactorias romanas de Xàbia y Calpe, donde elaboraban el garum los romanos o las salinas donde se fabricó la sal para conservas de pescado, hasta los molinos de trigo medievales, pasando por los riuraus para la elaboración de la pasa o las almazaras, encontramos numerosos elementos arquitectónicos que han perfilado un paisaje único basado en un sistema agro alimentario.
Devolver a la escuela una asignatura que estudie el entorno que nos rodea es una de las propuestas de los representantes de instituciones y asociaciones culturales de la Marina Alta que estudian cómo garantizar la conservación de este patrimonio, mientras elaboran el diagnóstico del sistema agro alimentario comarcal incluido en el proyecto Dénia & Marina Alta Tastinglife de la Ciudad Creativa de la Gastronomía.
En el último taller celebrado en Benissa se destacó el valor histórico, monumental o etnográfico de los bienes inmuebles de la mayoría de las poblaciones de La Marina, ligado directa o indirectamente a la actividad agro alimentaria. Se trata de catalogar las infraestructuras agrarias ligadas a la técnica de la piedra seca (márgenes, casetas, sistemas de recogida de aguas) o en el mundo de la producción de la pasa y los cultivos autóctonos (riuraus, almacenes, hornos y estufas de secado pasas).
El patrimonio es muy amplio y también hay que añadir molinos, hornos de cal, almazaras, neveras, palcos, lagares de pisar vino, eras de batir el trigo y una larga lista de construcciones repartidas por todos los pueblos de la comarca y con características particulares según el lugar o la actividad a que se dedicaban.
En este taller se acordó solicitar a las instituciones (ayuntamientos y Generalitat), que «no sean simples depositarios de los inventarios y despliegan políticas efectivas de conservación tanto de los bienes públicos como de los privados incluidos en los catálogos».
Es por ello, que las actuaciones en las escuelas se consideró esencial para promover el aprecio por el entorno y sus tradiciones y consolidar así una cultura de protección efectiva.
Seguramente es más interesante estudiar el entorno donde uno vive y el por qué es tal y como lo conocemos.
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