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CONCHA PASTOR
Lunes, 19 de septiembre 2016, 23:52
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Un hombre de 33 años ha sido detenido por agentes de la Policía Local de Dénia tras conducir en estado de embriaguez y llevarse por delante ocho coches que estaban aparcados a ambos lados de la zona de Ronda Muralles.
Según apuntaron fuentes de la policía, en el momento del accidente, el joven presentaba unas tasa de alcohol en sangre de 0,69 en la primera prueba y 0,65 en la segunda, más del doble de lo permitido, por lo que tras las pruebas se le detuvo, retiró el coche y está a espera de pasar a disposición del juez.
El suceso tuvo lugar sobre las 16.30 horas del domingo, cuando el conductor circulaba con su BMW por la calle Doctor Fleming en dirección hacia la Ronda Muralles. Una vez llegó al cruce, giró para tomar esta calle y se empotró contra tres vehículos que estaban debidamente aparcados a la derecha. Segundos después se dirigió hacia la izquierda y chocó contra cinco turismos que también se encontraban estacionados.
En total, ocho coches resultaron con numerosos daños materiales tanto en la parte delantera como trasera, incluso algunos quedaron subidos sobre la acera e incrustados en los escaparates y puertas de acceso a negocios. El conductor resultó ileso.
Los golpes producidos en los automóviles alertaron a los vecinos residentes en la zona de que algo grave había ocurrido, por lo que se acercaron de inmediato al lugar, mientras otros alertaban a la Policía Local de lo sucedido.
Los agentes llegaron de inmediato a la calle donde tuvieron lugar los hechos, se encargaron de realizar las pruebas de alcohol pertinentes al conductor y el atestado que recoge lo ocurrido.
Propietarios de los automóviles afectados por los choques lamentaron mucho lo sucedido, porque, como algunos comentaron, habían estado ahorrando en los últimos años para comprarse el coche, que ahora estaba totalmente destrozado. Otros vecinos, que también acudieron al lugar tras escuchar un gran estruendo procedente de la calle, repitieron en reiteradas ocasiones que «menos mal que en ese justo momento no pasaba nadie por la acera, de lo contrario hubiese ocurrido una desgracia».
Y es que, como explicaron, eran las 16.30 horas de un domingo, día festivo en el que la gente suele descansar un poco después de comer y antes de salir con los amigos.
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