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«Era apocalíptico, los árboles explotaban»

«Era apocalíptico, los árboles explotaban»

Las casi 300 personas que pasaron la noche en el albergue del Antoni Llidó destacan la gran atención recibida por parte de Cruz Roja

ROSA GONZÁLEZ

Martes, 6 de septiembre 2016, 00:03

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Xàbia. Rostros de sueño. Ojos enrojecidos por el humo y el llanto. Preguntas por cómo estaban sus casas... Tensión, preocupación, nervios. El albergue de emergencia instalado en el IES Antoni Llidó de Xàbia fue ayer un hervidero de personas entrando y saliendo con los desalojados por los incendios. Muchos de los que habían pasado allí la noche, hasta 279, tras evacuar sus casas muchos a la carrera, sólo pensaban en regresar a sus hogares para ver si finalmente habían sobrevivido al infierno. Un residente inglés recordaba emocionado el momento en el que tuvo que salir en coche: «Era apocalíptico, los árboles de al lado explotaban».

Un matrimonio inglés coincidió en que la jornada había sido terrible. «Tuvimos miedo, veíamos los aviones pasar para intentar apagar el fuego, pero no conseguían nada». Se fueron tan rápido de su vivienda que hasta se dejaron los móviles allí. Cuando llegaron al albergue les ofrecieron alimentos y cama para pasar la noche. «Era como una hamaca de camping. Intentamos dormir pero no pudimos, así que salimos fuera del recinto, nos metimos en el coche y estuvimos hablando», comentó. Con la luz, su deseo volvió a hacerse fuerte: volver a casa. Lo intentó, pero al encontrarse un sinfín de carreteras cortadas decidió volver al albergue y esperar allí.

Rosa Serra Pedreguer

«Unos desconocidos nos dejaron dormir en su casa»

Tessa Wells, una inglesa que pronto cumplirá 100 años y va en silla de ruedas, y su cuidadora, Rosa Serra, descubrieron que detrás de las desgracias pueden aparecer caras amigas entre la gente a la que ni siquiera se conoce. Su casa, en la partida Adsubia, tenía que ser desalojada. Rosa no podía bajar a Tessa por la escalera. Se acercaban las llamas y la cuidadora salió a pedir auxilio. Dos chicos la ayudaron, bajaron a la anciana y luego una ambulancia las condujo a ellas y a sus dos perros al Antoni Llidó. En el refugio, un matrimonio que vive cerca del instituto les ofreció alojarlas. «No sólo nos llevaron a su casa, nos cedieron su cama y Tessa pudo dormir. Eso es solidaridad», agradeció Rosa, que tan sólo sabe los nombres de pila de sus anfitriones, Javier y Pepa. La pareja se ofreció a, en caso de que tuvieran que seguir desalojadas otra noche más, «volver y recogernos para que podamos descansar» en una confortable cama otra vez.

Isabel Segura Valencia

«Se me puso un dolor en el pecho por los chillidos»

Para Isabel, el domingo era el último día de vacaciones en la casa que tienen en Pinosol. Su hijo se marchó esa tarde, poco después de que comenzara el incendio. En aquellas horas del domingo la pesadilla parecía acabarse. Hasta que surgió otro foco intencionado. «Lo tenía todo preparado para irme, excepto la nevera, y entonces me percaté de que el fuego se estaba acercando y vi una llamarada en casa del vecino. Enseguida oímos que nos gritaban que desalojáramos y se me puso un dolor en el pecho por la impresión de los chillidos». Su hijo regresó y pasaron la noche en el albergue. Al parecer, su casa sigue «entera». Su vecino no había tenido esa suerte.

César Mollá Madrid

«Estuve en el Arenal y caían cenizas del cielo»

Un vecino de la partida Adsubia, Cesar Mollá, y su madre, María Hernández, tuvieron que abandonar su casa con lo puesto. A ella sólo le dio tiempo a quitarse el bañador y cambiarse antes de ser desalojada. César recuerda que la tarde del incendio estuvo en el Arenal y «caían cenizas del cielo». Salieron con tanta prisa «que me dejé dentro el hámster, espero que esté bien», anheló. Además, agradeció la atención recibida en el albergue, pues «nos han tratado de forma fantástica y en todo momento».

Concha Malumbres Madrid

«No quiero ni imaginar otra noche más así»

La mujer tuvo que desalojar la vivienda de la partida Adsubia en la que veranea en la medianoche del domingo. «El fuego se veía desde el porche. Un vecino nos avisó para que estuviéramos preparadas». Luego, con la maleta a cuestas, huyó con premura. Según reconoció, «no quiero ni imaginar en otra noche más así». Luego añadió: «Ahora sólo deseo descansar y darme una ducha». Confía en que pronto se dé por extinguido el fuego para regresar a la casa y olvidar el mal trago.

Carmina Madrid

«Jamás pensé que me podría pasar esto»

Llegó a Xàbia el 2 de septiembre y el inicio de sus vacaciones en la Marina Alta no pudo ser más ajetreado. Carmina apenas tuvo tiempo de disfrutar del Arenal. Dos días después de llegar se encontró de bruces con el fuego. «Jamás pensé que me podría ocurrir esto».

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