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, Donald J. Trump se reúne con su homólogo surcoreano, Moon Jae-in. Efe
Trump culpa a China del cambio de actitud de Kim Jong-un

Trump culpa a China del cambio de actitud de Kim Jong-un

El presidente estadounidense prefiere cubrirse las espaldas para empezar a rebajar las expectativas que pueden jugar en su contra si la cumbre descarrila

Mercedes Gallego

Corresponsal en Nueva York (Estados Unidos)

Martes, 22 de mayo 2018, 22:24

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Si no se gana un puesto en la historia por desnuclearizar la península de Corea, la culpa será de los chinos. Donald Trump enfrió las expectativas del encuentro que aceptó con impulsividad y señaló que vio «un cambio de actitud» en Kim Jong-un después de su segundo encuentro con el presidente chino Xi-Jinping, «del que nadie sabía nada».

«¿Y tú, qué piensas de ese encuentro?», presionó frente a las cámaras a su invitado, el presidente de Corea del Sur. Moon Jae-in estaba en la Casa Blanca para tranquilizarle y no para arriesgar la paz de su país con declaraciones inoportunas. A solo tres semanas de la cumbre prevista para el 12 de junio en Singapur, Kim Jong-un ha desatado la alarma al cancelar su reunión con Seúl y amenazar con descarrilar la cumbre con EE UU, para la que dice no tener interés «si va a consistir en demandas unilaterales». Diversas fuentes aseguran que ese comunicado cayó como un jarro de agua fría en la Casa Blanca, donde el presidente estadounidense ya se había hecho ilusiones sobre el trato que ha servido para que se baraje su nombre como candidato al Nobel de la Paz.

Este martes restó importancia al encuentro, «que ya veremos si ocurre o no», y sólo admitió estar «decepcionado» con la posición de China, a quien culpa sin pruebas, de pura corazonada. O tal vez como estrategia para que ejerza la presión que busca. «Todo cambió después de ese encuentro y no puedo decir que esté contento con ello, ¿vale?». Trump recordó con añoranza los agasajos que le dispensaron en Pekín y acusó a Xi Jinping de ser «un jugador de póker de clase mundial».

El vendedor que lleva dentro salió al paso. Después de venderle a EE UU el 'Make America Great Again', el magnate lo está convirtiendo en franquicia con la promesa de 'Hacer Grande a Corea del Norte'. Le promete al dictador Kim Jong-un todo lo que cree que puede servir para apaciguar sus temores y adular su ego, de acuerdo a sus propios estándares: seguridad para perpetuar su régimen, grandeza económica, reconocimiento mundial, un lugar en la historia. «Dentro de 25 o 50 años estará muy orgulloso de lo que ha hecho por su país y, francamente, por el mundo», le animó. Con todo, Trump prefiere cubrirse las espaldas para empezar a rebajar las expectativas que pueden jugar en su contra si la cumbre descarrila. El autor del Arte del Trato presumió una vez más de «saber más de tratos que nadie» y aseguró: «Lo que te puedo decir es que nunca se sabe si hay trato o no hasta que está hecho».

Sus declaraciones contra China parecieron coger desprevenido a su nuevo secretario de Estado Mike Pompeo, que antes incluso de ser jurado en el cargo elevó su perfil con una visita a Pyongyan y logró después traerse a los tres rehenes estadounidenses como símbolo de buena voluntad. Preguntado sobre la presunta intervención de China, a Pompeo le salió un rictus sombrío. «No tengo nada que añadir a lo que ha dicho el presidente», quiso atajar. Bajo una lluvia de preguntas añadió que la colaboración de China ha sido «histórica, increíble», sin la cual no hubiera funcionado «nuestra campaña de máxima presión», por lo que trató de calmar al gigante amarillo y deseó que siga apoyándoles.

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