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Una guerrera a todo gas

Una guerrera a todo gas

Ana Carrasco, la primera mujer en ganar una prueba del Mundial de motociclismo de velocidad, estudia Derecho y prepara la salida al mercado de su marca de ropa, 'Pink Warrior'

JOSEBA VÁZQUEZ

Miércoles, 20 de septiembre 2017, 00:08

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Ana Carrasco Gabarrón ha pasado de ser Lady Gas Gas a Pink Warrior (la guerrera rosa). El primer sobrenombre se lo adjudicó Esteban García, que fuera jefe de mecánicos hace cuatro años en Calvo Team, el primer equipo de Ana en Moto3. El nuevo apodo se convertirá en el sello de marca de la corredora y de la línea de ropa que espera lanzar al mercado en unos pocos meses, según avanza Eliseo Escasez, uno de los socios de la empresa encargada de la representación y comunicación de la deportista. Lo que no ha cambiado, ni tiene visos de que vaya a hacerlo en mucho tiempo, es el espíritu competitivo y de superación de una chica que va rompiendo barreras a toda máquina en el motociclismo, un deporte tradicionalmente asociado al sexo masculino. 'Believe, fight and smile' (cree, lucha y sonríe), reza su perfil de whatsapp. Una guerrera alegre.

Nació en marzo de 1997 en Cehegín, una población media de la Murcia interior, y tardó muy poquito, tan solo tres años, en montar en su primera moto, una Polini. Se la regaló su padre, que fue mecánico de José David de Gea, piloto natural de la misma localidad y que llegó a correr en MotoGP. De aquel pequeño juguete surgió una gran pasión. Y de esta, también con rapidez, comenzaron a brotar éxitos de relevancia. El último y más notorio, el obtenido este pasado domingo en el GP de Portugal de Supersport 300 disputado en Portimao. A lomos de su Kawasaki Ninja, Ana entró ganadora en meta, con lo que se convirtió en la primera mujer de la historia en obtener un triunfo en una prueba del Mundial de velocidad de la Federación Internacional de Motociclismo (FIM). Una pionera de 20 años. La joven murciana compite en este circuito con 34 chicos de catorce nacionalidades, incluidos otros cuatro españoles. Es el primer año que se corre en esta categoría, creada hace ahora doce meses como grupo de promoción para promesas. Se trata de una división menor, sí, pero no es un juego de niños. Ni se lo parece. Circulan aquí máquinas que superan los 200 kilómetros por hora y el promedio en carrera se aproxima a los 180.

«¡Siiii! ¡Lo conseguimos! ¡Gracias a todos por no dejar de creer nunca!», tuiteó la motociclista nada más bajar del cajón más alto del podio en Algarve. De nuevo una mención a la fe como motor imprescindible en la búsqueda de objetivos. «Ha sido muy emocionante. Es algo increíble, hemos trabajado muy duro para conseguirlo y he visto cumplido mi sueño, que era el de ganar alguna carrera», declaró poco después. ¿Y ahora? El Mundial de la categoría «no es imposible, pero sí muy difícil». Hay que ser realistas. La de Portugal era la séptima prueba y solo restan por disputarse otras dos: en Magny-Cours (Francia) el 1 de octubre y la de Jerez, tres semanas más tarde. Ana, que ha puntuado en todas las carreras, ocupa el séptimo puesto de la general con 57 puntos, a 45 del líder, el italiano Alfonso Coppola. Muy difícil ahora, en efecto, pero que todo el mundo se prepare para el año próximo. «La idea principal para 2018 -anuncia la guerrera rosa- es ganar el Mundial, y también continuar en este equipo», el ETG Racing (Escuela Técnica de Girona).

Nada de debilidad

El del domingo no es el primer hito firmado por la piloto murciana. En 2013, con 16 años, se convirtió en la mujer más joven en debutar en el Campeonato del Mundo. Lo hizo en Moto3, donde, además, fue la primera española que logró puntuar en una prueba internacional de velocidad. Fue el 13 de octubre de aquel año, con un decimoquinto puesto en Sepang (Malasia). Solo la finlandesa Taru Rinne en 1988, la japonesa Tomoko Igata en 1994 y la alemana Katja Poensgen la habían precedido en un logro semejante.

Ana parece disfrutar del presente y otear el futuro con una naturalidad juvenil aderezada, lógico es, con el optimismo que le aporta su sobresaliente trayectoria. Estudia el primer curso de Derecho como becada en la Universidad Católica de Murcia (UCAM), donde su nombre figura junto al de dos estrellas deslumbrantes: la nadadora Mireia Belmonte y la campeona mundial y olímpica de bádminton Carolina Marín. La murciana sabe también que triunfar en un 'coto de hombres' concede un grado más a sus éxitos. «Espero que esto sirva para hacerle ver a todo el mundo que una mujer puede ganar en estos deportes. Me gustaría que valga para abrir la puerta a más mujeres», agregó instantes después de ganar en Portimao. Una reivindicación sin más estridencias, porque «a Ana no le gusta mucho asociarse a estos temas vinculados al feminismo -afirma su representante, Eliseo Escasez-. Ella actúa con los hechos y desde el convencimiento pleno de que una mujer es exactamente igual que un hombre. Otra cosa le parece que denota cierta debilidad».

Y ella, ya sabemos, es una guerrera fuerte. Como lo son las otras dos chicas que comparten con Ana Carrasco renombre en el motociclismo español. Una, la toledana María Herrera, es la mujer que ha puntuado en más pruebas de Moto3 de la historia, hasta en siete. Otra, la catalana Laia Sanz, suma tres Mundiales de trial y cinco de enduro, aparte de los siete últimos Dakar femeninos. Pero esta nunca ha competido con hombres.

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