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A. PANIAGUA
Domingo, 18 de febrero 2018, 23:56
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AArantxa Sánchez Vicario siempre se le ha dado mal gestionar tanto su fortuna como el amor. La habilidad en las pistas de tenis se troca en torpeza cuando tiene que elegir pareja sentimental o administrar su patrimonio. Las dos cosas se han puesto de manifiesto al conocerse que su todavía marido, Josep Santacana, le ha pedido el divorcio y la custodia de sus dos hijos. Para mayor disgusto, Santacana se ha llevado del ático de Miami donde vivían hasta los trofeos y muchos de los bienes de la deportista.
Puede que a la tenista le haya pillado de sorpresa la decisión de su esposo, pero no así a la familia Sánchez Vicario, que siempre tuvo ojeriza a la pareja de Arantxa. Al hacer las maletas, el marido de la campeona deja en una mala situación económica a la madre de sus hijos. Santacana era quien se encargaba directamente de administrar el patrimonio de su esposa. Arantxa tiene ahora unos menguados ingresos procedentes de su trabajo como directora del centro educativo Metropolitan School de Miami. Según algunas fuentes próximas al matrimonio, la tenista cobra 3.000 euros mensuales por desempeñar dicha actividad. A ello se unirían las retribuciones obtenidas de colaborar con canales latinos de televisión, para los que Sánchez Vicario comenta los partidos de la Copa Davis y otras competiciones. Con todo y con eso, ese dinero no es suficiente para satisfacer las obligaciones pendientes de la tenista. A la mala idea de dejar en manos de su marido el gobierno de su hacienda se suman sus problemas fiscales. Y es que Arantxa tiene una deuda con el Ministerio que dirige Cristóbal Montoro de 1,7 millones de euros por anomalías tributarias entre los ejercicios 1989 y 1993.
La amargura embarga otra vez a Arantxa. En el año 2000 la deportista se casó con el informador Joan Vehils, con el que sólo duró año y medio. Poco después se retiró de la competición con el afán de «conquistar su libertad». Cuando Hacienda le reclamó el pago de las cantidades supuestamente defraudadas, Arantxa se defendió presentando dos demandas ante el juez contra sus progenitores por posible gestión fraudulenta de su fortuna.
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