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PEDRO MUÑOZ
Jueves, 1 de junio 2017, 00:00
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El Mercedes S280 en el que murieron Diana de Gales y su pareja Dodi Al-Fayed «era chatarra y nunca debería haber vuelto a circular». Así lo cuenta el libro 'Qui a tué Lady Di?' (¿Quién mató a Lady Di), que ayer se puso a la venta en Francia precedido de una fuerte campaña de publicidad. Sus autores, los periodistas de la revista 'Paris Match' Jean Michel Caradec'h, Pascal Rostain y Bruno Mouron, hablaron con el antiguo propietario del vehículo siniestrado en el parisino puente de Alma cuando trataba de huir de los paparazzis que perseguían a la pareja el 31 de agosto de 1997.
Según ese testimonio, el coche, que era propiedad del Hotel Ritz, donde estaban alojados Diana y Dodi, había tenido un año antes un accidente en el que «dio varias vueltas de campana» y por el que se decidió destruirlo. Sin embargo, justo antes de que fuera convertido en chatarra, se concedió la autorización para que «fuera reconvertido en vehículo». El Mercedes fue vendido a la sociedad Étoile Limousine, que alquilaba coches con conductor principalmente al Ritz, de donde esa noche salió la pareja poco antes de la persecución que acabó con el automóvil estrellado contra el pilar número 13 del puente. El choque produjo la muerte de ambos y del chófer.
Uno de los antiguos conductores del lujoso hotel parisino, Karim Kazi, da una versión parecida en un documental emitido el martes por la noche y que sirvió para calentar motores de cara a la publicación del libro. Kazi explicó que el coche era muy difícil de controlar a partir de los 60 kilómetros por hora, y que había advertido a sus jefes de que debía ser apartado de circulación. Pese a ello, el perito policial que examinó el vehículo tras su accidente señaló que estaba en perfectas condiciones de uso.
El libro confirma que la alta velocidad del Mercedes y el «estado de ebriedad» del conductor, Henri Paul, fueron las causas del siniestro. Paul «tomaba dos medicamentos por su alcoholismo y tres antidepresivos, y tenía 1,81 gramos de alcohol en la sangre. No tenía permiso para turismos de lujo; no tenía derecho a conducir ese coche», sostiene Rostain.
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