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A la izquierda, Sole, propietaria del Café Zamora y una de las descontentas con la ayuda de Chicote. :: la sexta
La pesadilla de Chicote

La pesadilla de Chicote

El cocinero dijo que un restaurante cuyo rumbo iba a enderezar parecía un picadero y se le quedó el mote. Ayer 22 hosteleros se reunieron para emprender acciones contra él

CHAPU APAOLAZA

Viernes, 20 de enero 2017, 00:41

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La pesadilla de Alberto Chicote se ha mudado de la cocina a la productora. Todas las quejas de los propietarios descontentos con la supuesta ayuda que les prestaba el programa fraguaron ayer en una reunión de 22 hosteleros en un restaurante de Madrid. Quieren ser el germen de una asociación de afectados por la emisión y estudian emprender acciones legales, al igual que la productora del programa. La historia tiene todos los visos de terminar mal.

Comenzó en noviembre de 2015, cuando el programa de La Sexta hizo su primera incursión en Galicia y eligió un local de la calle Dolores de Ferrol. La fiesta comenzó cuando Chicote metió esa manaza suya en la campana extractora y la sacó llena del pringue de una grasa oscura, como de motor de coche. El bar se llamaba Irlanda porque se le había revelado a la propietaria en una de sus visiones. Este toque estrafalario le sirvió mucho a Chicote, que le cambió el nombre al bar por Lembranzas -recuerdos- porque él veía «pero veía bien». No como ella, se entiende. A Manoli, la dueña, el presentador le preguntó después de la remodelación si veía desde fuera lo que había al otro lado de la puerta de la calle. «No», contestó ella. «Pues vaya vidente de los cojones». No vamos a desvelar ahora el tacto muy personal de Chicote con sus clientes. El episodio viene a colación porque esa Manoli Paz es la que está detrás de la revuelta de los asesorados contra Chicote.

El programa tardó un año en emitirse, ante la impaciencia de los dueños que, sin haberlo visto aún, ya amenazaban con demandar a la productora con acciones judiciales. Después de ver la pieza, el cabreo empeoró. «Me mintieron con promesas que no cumplieron. Se aprovecharon de la desgracia de un incendio -se les había quemado la cocina- y no pintaron ni el techo de la cocina. Vuelvo a ser el dueño del Irlanda y el Lembranzas te lo quedas tú, por espabilado», comentaron en la página web de su restaurante sobre la que los clientes vierten sus pareceres con división de opiniones: 15 críticas excelentes y otras quince que dicen que la experiencia es pésima. Manoli, que acusa ahora a la productora de ridiculizar su faceta de vidente, decidió hacer algo este otoño y recorrió España en su coche en busca de descontentos, igual que Pedro Sánchez. En la red, el bar sigue llamándose Lembranzas y Manoli denuncia que la grasa de Chicote la pusieron allí los miembros del equipo del programa.

Esta acusación de montaje no es solo suya. Entre los encolerizados hosteleros está Sole, del Café Zamora, que ha asegurado que alguien dejó debajo de una mesa una «caja llena de gusanos» para provocar el conflicto y que todo lo que sucedía en el programa estaba guionizado. «Al segundo día, vi que no iba bien aquello», dijo la dueña. Terminó peor. Ese fue el primer programa en el que Chicote tiró la toalla. «Me voy porque aquí no puedo hacer más». «Estaba hasta las pelotas y lo mandé a paseo», dijo ella, que denunció que tuvo que cerrar el restaurante unos días para arreglar los daños causados por el programa.

La cadena contraataca

Las bromas del cocinero no sientan igual de bien a todos. Cuando entró a La Mansión de Navalcarnero y vio las habitaciones del local, dijo que aquello parecía un picadero. Y al establecimiento se le quedó el mote. José Luis Sanz, un ex azafato de 'Lo que necesitas es amor', se queja ahora de que todo el mundo en la zona conoce su negocio como El picadero de Navalcarnero. Les acusó además de espantarles la clientela, de hacer una obra chapucera con muebles de segunda mano y de dejarla a medias, además de faltar al respeto a sus empleados por llamar guarro al cocinero y de contratar a una actriz para suplir la ausencia de una empleada que no quería aparecer en el programa.

La productora Warner Bros ITP y La Sexta han emitido un comunicado en el que afirman que «lo fácil es echarle la culpa a la televisión, pero millones de españoles han visto el excelente trabajo que hacen en 'Pesadilla en la cocina'. Tanto la cadena como la productora estudian emprender «las acciones legales que sean necesarias para restituir el injustificado daño en la imagen de 'Pesadilla en la Cocina' que se ha ocasionado». «Intentamos hacer milagros pero a veces no son posibles», se excusan. Estos tres locales siguen abiertos.

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