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A sus 54 años, Susanne Klatten no es amiga de lujos ni ostentaciones. :: Andreas Arnold/dpa
En las garras de un gigoló

En las garras de un gigoló

A Susanne Klatten la educaron para dirigir el imperio BMW. Pero no le previnieron de los amantes sin escrúpulos. Casada, con tres hijos y 17.000 millones de euros, gestionó el escándalo tan bien como sus empresas

JUAN CARLOS BARRENA

Miércoles, 27 de julio 2016, 23:47

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Nadie diría al verla que se trata de una de las mujeres mas ricas de Alemania. Susanne Klatten, heredera del imperio industrial de la familia Quandt en Alemania, parece a sus 54 años la típica ama de casa: es la discreción en persona. Hija del gran empresario Günther Quandt, junto con su hermano pequeño Stefan controla el mayor paquete accionarial del grupo automovilístico alemán BMW, es accionista principal del grupo Altana y tiene grandes participaciones en empresas como el fabricante de molinos eólicos Nordex o la firma productora de fibras industriales SGL Carbon, entre otras. Su fortuna personal supera los 17.000 millones de euros y figura desde hace años en las listas de las mujeres alemanas más ricas como las que elaboran las revistas económicas Forbes o Bilanz.

Y no vive de las rentas, sino que administra personalmente el legado de la familia Quandt, para lo que tuvo una estricta educación que la llevó a sacar primero un título de formación profesional en publicidad, para después estudiar empresariales en Inglaterra y Suiza y hacer unas prácticas en la planta de BMW en Ratisbona bajo el pseudónimo de Susanne Kant. Es allí donde, en el anonimato del nombre falso para pasar desapercibida, conoció a su marido, Jan Klatten, con el que tiene tres hijos, una chica y dos chicos. Quienes la conocen dicen que los educa con la misma severidad que aplicó su padre con ella. Cada uno «dedica su tiempo a los estudios y temas que han escogido personalmente», pero ha comenzado también «a llevarlos cuidadosamente de la mano», comenta la discreta millonaria en su única entrevista publicada.

En ella, concedida al biógrafo Rüdiger Jungbluth, evita y omite la mancha oscura de su biografía, un escándalo sexual que la forzó a salir del anonimato y saltar a las portadas de diarios y revistas en 2008. Un año después de ser seducida en un lujoso balneario en la costa de Alemania por el gigoló y estafador suizo Helg Sgarbi. Susanne Klatten resultó ser una bicoca para el amante profesional, experto al parecer en engatusar en hoteles exclusivos a mujeres adineradas, a las que acababa sacando los cuartos. En el caso de Susanne Klatten fueron siete millones y medio de euros. La relación reventó cuando Sgarbi y sus cómplices pasaron de la presión sentimental al chantaje con grabaciones de vídeo tomadas en momentos de intimidad en lujosas habitaciones. Pero la empresaria alemana hizo lo que sus chantajistas no esperaban: denunciarlos a la Policía y destapar conscientemente un desagradable escándalo. Decidió dar ese paso porque su relación con el gigoló tenía un trasfondo criminal y su meta había sido desde el principio «estafar y chantajear» para obtener dinero, dijo la afectada en su momento. El escándalo sacudió a la familia e hizo tambalearse su matrimonio, aunque Jan y Susanne siguen juntos.

La película

Helg Sgarbi fue detenido poco después en Austria y extraditado inmediatamente a Alemania. En 2009 fue condenado por estafa y chantaje a seis años de cárcel por la Audiencia de Augsburgo, que cumplió en una prisión junto a Múnich. A punto de ser liberado, Klatten logró que se le impusieran seis meses más por lo que el derecho penal alemán llama 'arresto reflexivo', para obligarle a indicar dónde se encontraban los siete millones y medio de euros estafados a la empresaria, así como dos millones más que había sonsacado a otras dos de sus víctimas femeninas.

El gigoló regresó en verano de 2014 a Suiza y nunca ha revelado qué pasó con ese dinero. La comprometedora historia fue portada casi diaria en los medios alemanes mientras duró el escándalo. El pasado año la primera cadena de la televisión pública ARD emitió la película 'En la trampa', que rememora la aventura vivida por la empresaria, una mujer sensata y trabajadora, que cae en las redes de un seductor desaprensivo.

Susanne Klatten parece haber superado aquel trauma y se dedica fundamentalmente a la administración de su creciente fortuna. «Cuando se dispone de medios en esas cantidades hay que preocuparse de ellos. No están ahí para gastarlos», dice en la entrevista, en la que comenta que su trabajo diario supone «un reto y una tarea maravillosa».

El pasado abril volvió a sorprender a los medios al abandonar su habitual discreción y convocar una rueda de prensa para anunciar el mayor donativo que se ha producido hasta ahora en Alemania. Dedicará 100 millones de euros durante los próximos cinco años a subvencionar un centenar de proyectos sociales: «Con mucho efecto para la sociedad y poca burocracia», aclaró Susanne, muy en su estilo.

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