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Kanye West y su esposa, Kim Kardashian.
Kanye, el rapero de la moda

Kanye, el rapero de la moda

El matrimonio con Kim Kardashian dispara su crédito y arrogancia: «Soy el más grande de todos»

luis gómez

Jueves, 2 de julio 2015, 20:34

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Es la pareja artística más poderosa y famosa del planeta. Algunos los comparan con Brad Pitt y Angelina Jolie e incluso con Liz Taylor y Richard Burton. Kanye West, el artista de hip hop más premiado del mundo, y Kim Kardashian, la protagonista del reality show que bate récords de audiencia en Estados Unidos, reinan en el front row de todos los desfiles. No hay diseñador que no les haga el caldo gordo y copan las portadas más influyentes. Rentabilizan su relación al máximo y no han dudado en posar juntos desnudos para la revista LOfficiel Hommes. Les resbalan las críticas y hacen lo que quieren. Son la pareja perfecta.

La revista Time ha incluido este año a West, al que Forbes calcula una fortuna de 120 millones de dólares, entre las cien personalidades del año. Nadie discute el talento y carisma del cantante de Atlanta, aunque los raperos le tachen de «frívolo» y critiquen su atracción por los flashes. Se tiene bien ganada su fama de engreído. Uno de sus grandes éxitos lleva por nombre Soy un dios. Hace varios años no tuvo el menor reparo en considerarse «el nuevo Warhol». También se postuló como el artista más influyente de su generación. Su egocentrismo llegó al extremo de sentenciar: «Soy Shakespeare en persona. Soy lo que antes eran las estrellas del rock. Y soy el más grande de todos. El número 1», expresó el productor de Alicia Keys y Janet Jackson. De haber estudiado Bellas Artes, «hubiese tenido como objetivo ser Picasso o incluso mejor que él». Su ascenso es imparable. Acumula 21 Grammys y ha vendido 88 millones de discos. No se atisban límites. Tampoco a su arrogancia.

Pero ha sido la moda la que le ha convertido en superestrella masculina. Ha alternado grandes pelotazos con fiascos descomunales. Es curioso porque los mayores réditos los ha obtenido trabajando para otros. Arrasó en el mercado con sus colecciones de calzado para Louis Vuitton y Adidas. Perdió, en cambio, 10 millones de dólares con su línea de ropa. Pero posee un tirón impresionante. Por ejemplo, las zapatillas deportivas que diseñó para la firma germana se venden a 1.400 euros. Regaló un par para su cumpleaños a Brooklyn, el primogénito de David y Victoria Beckham.

Su relación con la industria del diseño le ha convertido en uno de los más respetados. Su evolución es espectacular. Ya nadie le ve como un intruso o alguien que intente aprovechar sin más su nombre. West sabe dónde pisa. En una conferencia en la universidad de Oxford recordó a los alumnos que el elitismo y «la división por clases» es el principal problema en estos momentos. La última colección que diseñó para la Adidas Originals se convirtió en el desfile más esperado de la última edición de la Semana de la Moda de Nueva York. Sorprendió con unas piezas inspiradas en las protestas callejeras de los últimos tiempos.

Consiguió lo impensable al incluir en su fabulosa nómina de invitados a la editora Anna Wintour, jefa de Vogue América, y al diseñador Alexander Wang, director creativo de Balenciaga. También asistieron Beyoncé y su marido, Jay-Z, y Rihanna. No faltó nadie. Ni aun así se le vio esbozar una sonrisa. Es frío y muy serio. A Kanye le sonríe el éxito, pero parece un tipo muy triste. «Los músicos nos tenemos que posicionar como celebridades para poder ganar dinero, porque la música es un Titanic que se estrella contra el iceberg de internet», detalló.

Por eso ha apostado por la moda como medio de expresión y su vinculación con las marcas deportivas. ¿Qué tiene Kanye para ganarse la confianza de los grandes popes de la pasarela? Porque no es casualidad que Louis Vuitton le encargara una colección cápsula o que Riccardo Tisci, al frente de la dirección creativa de Givenchy, le diseñara la escenografía de una de sus últimas giras. Olivier Rousteing, creador de Balmain y amigo íntimo, bebe los vientos por esta estrella, a la que su madre dio 25 dólares cuando tenía 13 años para que grabase su primer rap. Asegura que él y su mujer encarnan «un cuento de hadas» moderno. «Soy consciente de las reacciones que Kim puede despertar, desde fascinación hasta repulsión, pero ¡la moda es un mundo de extremos y ellos son el nuevo mundo!», confesó a Vanity Fair.

También Anna Wintour se ha rendido a este personaje, que ha disparado su fama a raíz de su matrimonio con una socialité, conocida por su espectacular trasero y a la que todos los diseñadores se mueren por vestir ahora. Y eso que muchos la despreciaban al principio. Algunos llegaron a humillarla. Wintour ha desmentido en infinidad de ocasiones que Kanye le suplicase que pusiese a su prometida en la portada. «Es una larga tradición en las páginas que dirijo dar espacio a aquellos que representan la cultura en un momento dado. Todos estamos de acuerdo en que ellos representan ese papel ahora mismo», asevera.

También en que la industria de la música se le ha quedado pequeña y que sólo tiene ojos para su esposa, sobre la que ejerce un control casi absoluto. Dicen que la «presiona muchísimo». Que «decide todo, lo que debe ponerse y hasta cómo debe peinarse» y que ella «obedece como una muñeca porque es extraordinariamente educada. Jamás hace un solo gesto de descontento», cuentan.

La diva de las redes sociales no hace ni caso de semejantes habladurías. Se la ve feliz y muy enamorada. Kim alquiló recientemente el estadio Staple Center para felicitar al padre de su hija North y contrató incluso a animadoras de verdad. «Haces todos tus sueños realidad y es fascinante estar a tu lado», confesó para describir al nuevo rey Midas.

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