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Convento de los Hermanitos del Cordero. :: Avan/A.S
Los conventos se transforman

Los conventos se transforman

El vicario de Vida Consagrada asegura que atraviesan un «buen momento que hay que ver con cierto optimismo»

LAURA GARCÉS

Lunes, 29 de mayo 2017, 00:48

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Nuevos vientos soplan sobre los muros de los conventos. Los últimos acontecimientos hablan de incorporaciones que traen consigo una transformación de la vida religiosa. A la diócesis de Valencia llegarán 50 monjas para su primera fundación. Constituirán una comunidad de la congregación Iesu Communio, que devolverá la vida al monasterio Visitación de Santa María de Godella, de donde en marzo salieron las salesas.

La cita ya tiene fecha. Será el próximo 10 de junio, sólo mes y medio después de que en Navalón (Enguera) los Hermanitos del Cordero abrieran las puertas de un nuevo monasterio. En poco tiempo han saltado a la escena dos comunidades que amplían la presencia de religiosos en el territorio valenciano y, además, lo hacen con renovados estilos de vida contemplativa.

Es una realidad que llama la atención, pues a nadie escapa que la vocación a la vida consagrada, ya sea contemplativa o activa, no avanza acompañada de cifras generosas. Basta dirigir la mirada dos años atrás y recordar que en 2014 la realidad de los conventos la describían comunidades que se despedían o que se veían empujadas a fusionarse para salvar el envejecimiento de los monasterios ante la escasez de nuevas entradas.

«La vida contemplativa se está transformando hacia un nuevo modo de entenderla. Las religiosas de Iesu Communio son contemplativas, pero no lo que se conoce como instituto de clausura papal», como explica el dominico Martín Gelabert, vicario episcopal de Vida Consagrada. En el caso de los Hermanitos del Cordero, especifica que, además de su dedicación a la oración, «tienen vida activa. Salen a la calle en busca de personas pobres y mendigos, y les acompañan».

Ante el hecho de que en tan poco tiempo dos nuevas comunidades religiosas se hayan inclinado por la diócesis, lleva al vicario episcopal a apuntar que la vida contemplativa se «encuentra en un buen momento que hay que mirar con un cierto optimismo». No olvida señalar que los acontecimientos de los últimos meses han llevado al cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, a hablar de «buena noticia».

El vicario episcopal recuerda que en el territorio eclesiástico valenciano, hay «unas 300 religiosas de vida contemplativa de clausura papal, 19 cartujos, una ermitaña y un ermitaño», además de las congregaciones de vida activa. La orden que ahora se instalará en Godella, Iesu Communio, se erigió en 2010 en la diócesis de Burgos y se dedican a la «oración y a hacer apostolado», tal como apuntó el arzobispado en un comunicado.

La integran 200 religiosas, «más de 20 procedentes de Valencia». Hasta ahora se encontraban en dos sedes burgalesas: Lerma y La Aguilera. Pero ha llegado el momento de su primera fundación y han escogido Godella como destino. «Son todas españolas», aclara Gelabert al tiempo que explica que la congregación surgió del carisma de la madre Verónica Berzosa en 2010. Se dedican a la oración y a hacer apostolado.

Su casa será el claustro que acogió a la orden salesa durante 74 años. El vicario sostiene que la edad de las monjas que vivían en el convento aconsejó su traslado a Madrid quedando el monasterio deshabitado, no sin antes ofrecer una celebración de despedida presidida por el arzobispo. El próximo día 10 la situación cambiará. El convento se transformará para la llegada 50 de las 200 monjas de Iesu Communio. Para celebrarlo, como adelanta el arzobispado, se ha previsto la celebración de una misa en la capilla del Seminario Mayor de Moncada.

Las destinadas a Godella son medio centenar, pero el 10 de junio, víspera de la jornada Pro Orantibus dedicada a la vida contemplativa, no vendrán solas. Tres autobuses acercarán desde su sede castellana a todas las integrantes de la congregación. Además, con ellas llegarán un buen número de seguidores que quieren acompañar a las religiosas que se incorporarán a la vida de la diócesis.

Más celdas en el monasterio

Por el momento, habrá que esperar hasta adaptar la sede de Godella a las necesidades que surgen. Uno de los detalles que ha dado a conocer el Arzobispado de Valencia es que la instalación de una comunidad tan numerosa requerirá algunas obras en la antigua casa de las salesas para «cumplir la ley y adaptarse a la nueva realidad». También serán necesarios trabajos para ampliar el número de celdas para las integrantes de este convento.

Se añadirán así a las nuevas comunidades que han optado por el territorio eclesiástico valenciano como destino de sus fundaciones. La última que les ha precedido fue la fraternidad de los Hermanitos del Cordero, que abrió el monasterio Lumen Crucis el pasado 29 de abril en Navalón.

Los religiosos levantaron la casa de la congregación sobre cuatro edificios, uno de ellos la capilla gracias a limosnas y la colaboración de voluntarios de distintas parroquias. El carisma de estos religiosos les lleva a dedicar su tiempo al trabajo, la oración y la formación. Los fines de semana los invierten en «la acogida de familias y jóvenes».

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