Borrar
Urgente Dani Alves, en la vista para decidir sobre su libertad provisional: «No voy a huir»
Vista general de la plaza de la Virgen, con los paraguas abiertos por los asistentes para protegerse del sol. :: irene marsilla
Besamanos a la Mare de Déu 2017 | Salud y trabajo en las oraciones ante la Virgen

Besamanos a la Mare de Déu 2017 | Salud y trabajo en las oraciones ante la Virgen

El intenso calor y los paraguas utilizados por los devotos para protegerse del sol se convierten en los protagonistas del Besamanos, que cumple 15 años

ISABEL DOMINGO

Miércoles, 24 de mayo 2017, 23:43

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

valencia. «Salud, trabajo y dar las gracias por lo que nos da». La petición de Ángela, del barrio de Orriols, resume el contenido de las plegarias que miles de valencianos elevaron ayer a la Virgen de los Desamparados durante el Besamanos, que organiza la Hermandad de Seguidores de la Virgen y que cumple 15 años.

Una jornada marcada por los ojos emocionados de los devotos cuando se sitúan delante de la patrona y, también, por el intenso calor, que provocó una curiosa imagen en la plaza: cientos de paraguas desplegados para protegerse del sol ya que, un año más, no se desplegó el toldo, elemento que, por cierto, reclamaron muchos de los asistentes a los voluntarios de Protección Civil, que sacaron sillas de la Basílica para atender indisposiciones.

Hasta 26 grados se llegaron a registrar al mediodía, lo que provocó hasta 22 atenciones por lipotimias y otra por una posible fractura de menisco, según datos facilitados por Cruz Roja, que este año sí que estuvo presente por petición de los responsables de la Basílica. En 2016, no se recibió la solicitud por parte del Ayuntamiento de Valencia y tuvo que ser la Policía Local quien se hiciera cargo de estas situaciones.

Junto a los paraguas, gorras, abanicos (de lo más vendido por los Seguidores y por la Fundación Maides) y algún que otro periódico para cubrir la cabeza, además de la botella de agua, fueron imprescindibles en un día que arrancó a las siete de la mañana, cuando se abrieron las puertas del templo y ya había 700 personas haciendo cola. La primera, por cuarto año consecutivo, Concha Rebollar, del Grao, que aguardaba desde las ocho de la tarde del martes «para cumplir una promesa». «Por fin han realizado el trasplante a mi nieta de 19 años», confesaba emocionada, por lo que el próximo año volverá pero ya en otro horario.

También repitieron los alumnos del Colegio La Purísima del Grao y de una guardería de Torrent, «cuarenta niños que se han sentado delante de la Virgen y le han cantado», relataba el presidente de la Hermandad de Seguidores, Juan Arturo Devís, «feliz por ver el cariño de los valencianos hacia la Mare de Déu». Una «oportunidad única para estar cerca de ella unos instantes e, incluso, tocarla», recordaba.

Feliz también estaba María Ángeles Serrano, la camarera de la Virgen, que detallaba que la Peregrina portaba un manto de tisú en plata y oro donado por un nieto de Ángeles Suay, de Bordados Suay, además del aderezo realizado por Maides y una pulsera de color azul en la muñeca, también de esta fundación.

Más de 30.000 personas fueron las que, un año más, llenaron la plaza de la Virgen. Más mujeres que hombres y, como curiosidad, la cola de paso preferente para enfermos, ancianos, embarazadas o carritos con bebés se acercó al Palacio de Colomina en la calle Almudí. Entre ellos, por ejemplo, los residentes y trabajadores de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, que acudieron «para pedir la bendición de todos».

Una petición que se extendió entre otros asistentes, como Ramón y Pili, que llevan 15 años acudiendo. Llegaban a las 8.15 horas y salían sobre las 11.00 horas. De hecho, la media de espera era de unas tres horas. También son fieles desde sus inicios Carmen, de Valencia, que pedía salud, y Juan José, de Cullera, «le rezaré para tener salud para toda la familia y un trabajo para mi hijo».

En el caso de María Ramírez, de Requena, la visita era obligada para ofrecer a su bebé Pedro, de siete meses, a la Mare de Déu. «Es un momento de mucho emoción. Quiero que lo proteja y que no nos deje nunca», comentaba. A su lado, turistas preguntando qué ocurría en la plaza y muchas miradas -y fotografías- hacia la puerta con los bronces de Octavio Vicent, ya reparada tras caer una de las hojas antes de celebrarse el Traslado. Y los ya inevitables 'selfies' con la Mare de Déu, lo que formó pequeñas aglomeraciones.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios