La familia que peinó a la Virgen de los Desamparados
Más de cinco generaciones de los Lita confeccionaron las diferentes pelucas que necesitó la patrona de Valencia
JAUME LITA
Domingo, 14 de mayo 2017, 08:48
Era una tradición que el miércoles previo a la celebración de la festividad de la Virgen de los Desamparados la Basílica acogiera uno de los actos más desconocidos y emotivos de los que se celebran en Valencia en honor a su patrona. A puerta cerrada, sin visitantes, y con un cuidado que se palpaba en cada movimiento. En esos momento, hasta cerca de 15 años, aparecía un miembro de la familia Lita para adecentar la peluca que porta la imagen de Mare de Déu. Era un cometido familiar que se llevaba con tanta ilusión como secretismo de cara al exterior. El último miembro de la familia que peinó a la Virgen fue Joaquín Lita, pero él fue al menos el quinto descendiente de la familia que se encargó ya no solo de cuidar sino de crear de forma exclusiva la peluca mariana. Ya LAS PROVINCIAS en 1994 recogía el trabajo minucioso que lejos de lo que se pueda pensar no se realizaba con pelo natural sino con las mejores sedas de la huerta de Valencia.
En siglos pasados, la familia Lita siempre estuvo ligada al mundo de la peluquería. Quizás ese sea el origen de que hace casi 200 años, como mínimo, se le encomendara a un miembro de la saga el trabajo de confeccionar y cuidar la peluca que porta la talla de la Virgen de los Desamparados. Poco se conocen de aquellos trabajos hasta la llegada de Joaquín Lita para tal dedicación en 1946. Y es que, la labor se llevaba en un total secreto y sin buscar publicidad. La devoción por la Virgen de los Desamparados era el único fin de los trabajos. Manuel Lita, el penúltimo miembro de la familia que llevó a cabo las tareas de peluquero de la patrona detalló, en un escrito de 1949 que no deseaba «alardear de tal trabajo».
De las más de cinco generaciones de la familia Lita que tuvieron el honor de peinar a la Virgen el miembro que más tiempo le dedicó fue Joaquín, el último de la saga. Cada año, hasta su fallecimiento hace cinco años, Joaquín acudía a los actos en honor a la Patrona de Valencia como un devoto más, pero él en la distancia fijaba su mirada en la peluca que él mismo había confeccionado con un laborioso trabajo que se iniciaba con la selección de los mejores capullos de la huerta de Valencia para tener unas madejas que se teñían de forma específica, con un tinte exclusivo para que se pudiera realizar el trabajo necesario. Joaquín negaba con rotundidad que la cabellera de la patrona de Valencia fuera de pelo natural, ya que la seda natural «no se apolilla», como apuntaba en una entrevista para LAS PROVINCIAS en 1994. Así, hasta un mínimo de cuatro pelucas realizó el último peluquero de la familia Lita para las imágenes de la Basílica y la Peregrina.
El proceso de confección, una vez conseguido el color deseado de la seda, se dividía en dos cuerpos. Por una parte se trabajaba la cabeza, que queda debajo de la Corona, y la melena con un rizado que sólo permitía las mejores sedas de Valencia. Y por otro lado se trabajaba la parte exterior de la melena que se conocía como 'sortijillas'. Para este proceso único de cada encargo se situaba la seda en un telar para ir confeccionando poco a poco la primera parte de la labor dándole forma ondulada, mientras que la parte exterior se trabajaba con unas tenazas que, mediante tirabuzones, se fijaban con cola de pescado en caliente. La empresa tenía un punto de especial atención ya que la imagen original de la patrona de Valencia cuenta con el pelo tallado por lo que a la hora de trabajar la seda se debía hacer con una forma especial para que la peluca ya terminada acoplara de forma perfecta a la imagen. Al igual ocurría con la imagen del Niño Jesús que porta en brazos la Mare de Déu.
Así trabajaba Joaquín Lita las pelucas que además de para las imágenes titulares de Valencia, lo repitió para tallas de la Virgen de los Desamparados como la que se encuentra en la Iglesia de Santa Mónica de Valencia u otros municipios con gran devoción a la Mare de Déu. También confeccionó la peluca de la Virgen de la Paz de Villar del Arzobispo.
Joaquín se inició cerca del ecuador del siglo XX como peluquero de la Virgen de los Desamparados. Una enfermedad de su padre Manuel Lita Catalá provocó que tuviera que coger las riendas de forma prematura. Joaquín relataba como su progenitor tuvo que acudir al Ayuntamiento de Valencia tras la Guerra Civil para adecentar la peluca durante la estancia escondida de la imagen en la casa consistorial. Allí, Manuel trabajó con la seda antes de que la imagen volviera a su enclave histórico de la Basílica. Joaquín presumía de que la cabellera hecha por su propio padre 'salvó' a la Virgen de los Desamparados durante la Guerra Civil ya que habría ejercido de protección sobre una talla original que recibió diversos golpes e impactos de bala.
«Como estar en el cielo»
El cometido que cumplieron, como mínimo, cinco generaciones de la familia Lita fue un trabajo realizado siempre por hombres, nunca se llevó a cabo por parte de una mujer. Aunque Joaquín contó con la ayuda de Amparo Casasús, su esposa, para la confección de las pelucas que se realizaron para las imágenes de la patrona desde mediados del siglo XX.
Joaquín Lita tenía una cita anual con la Virgen de los Desamparados cara a cara. El miércoles previo a la celebración de la festividad se llamaba al peluquero de la patrona para que acudiera a la Basílica al cierre del templo para limpiar la peluca de la talla original. Con una pequeña escalera Joaquín llegaba para ponerse a una distancia mínima de la patrona de Valencia. Ahí, el peluquero portaba unos utensilios especiales que sólo utilizaba aquella noche para dejar impoluta la cabellera de la Virgen. De forma minuciosa eliminaba cualquier rastro de polvo caído sobre la seda a la que él mismo le había dado forma. No sólo se centraba en la peluca de la patrona, la del Niño Jesús que portaba la talla también había salido de sus manos y le dedicaba un tiempo especial.
La camarera, el joyero y el peluquero de la Virgen se daban cita aquella única noche del año para que la 'Geperudeta' luciera en su máximo esplendor para el segundo domingo del mes de mayo.
Una de las anécdotas que recordaba Joaquín con gracia era que un año al acudir para cumplir con su cometido, a la hora de entrar todo el equipo a la Basílica, la alarma estaba instalada por lo que saltó provocando un gran sobresalto en la Policía que se personó en el templo. Pero esta sólo era uno de los tantos recuerdos que acumuló Joaquín durante cerca de 60 años de trabajos desinteresados hacia la Mare de Déu.
El fin de la labor de Joaquín con la Virgen de los Desamparados llegó pasados unos años del 2000. Directamente no recibió llamada alguna para que acudiera a la Basílica. Sin noticias, el quinto Lita que llevaba a cabo el trabajo, dejaba de ser el peluquero de la patrona de Valencia.
La mediación de su nieta Chelo propició que al siguiente año de no ser llamado para limpiar la peluca de la imagen, Joaquín pudiera volver a la intimidad de su encuentro con la patrona de Valencia, justo en esa endeble escalerilla desde la que durante tantos años se había subido para limpiar la peluca que él mismo había confeccionado y que conocía perfectamente. Pero aquella mañana del mes de mayo fue la última vez en la que Joaquín pudo mirar cara a cara a su Mare de Déu.
Fue como una despedida después de la tradición que había vivido con pasión y devoción la familia Lita siempre a los pies de la Virgen de los Desamparados de Valencia.