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Vilanova d'Alcolea. El fuego es el gran protagonista de la fiesta. :: toni losas
San Antonio Abad,  un santo casi valenciano  por su devoción popular

San Antonio Abad, un santo casi valenciano por su devoción popular

Modelo de perfección espiritual en la Antigüedad, la tradición lo convirtió en sanador del ergotismo y en el patrón de los animales

ÓSCAR CALVÉ

Sábado, 14 de enero 2017, 23:59

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Abríguense porque el refranero es sabio: «Per Sant Antoni fa fred com un dimoni». ¿Qué mejor antídoto contra el frío que el fuego? Precisamente los demonios y el fuego forman parte de un increíble legado etnográfico muy vivo en la cultura valenciana, el de San Antonio Abad, estudiado en profundidad ya hace algunos años por Álvaro Monferrer en su libro 'Sant Antoni, sant valencià'. Hasta 320 localidades de la Comunitat rendirán honores a un santo que en épocas pretéritas se veneró como salvador de una de las enfermedades más temidas de la historia: el fuego de San Antonio. Pero no confundan este fuego con el de las hogueras de las plazas que evocan al santo en muchas poblaciones. Como leerán, su significación es distinta. En todo caso, el también patrón de los animales es uno de los santos más apreciados en nuestro territorio. Conocer su historia, o mejor aún, la devoción que suscitó, es conocer nuestra historia.

¿Quién fue Sant Antoni?

Se trata de otro santo integrado en la pléyade de santos de la Antigüedad. Un personaje que oscila entre la leyenda y la historia. Se da por aceptado su nacimiento en Egipto, en el año 251 después de Cristo. Perteneció a una familia rica, pero tras donar sus bienes, comenzó una vida de constantes y cada vez más alejados retiros espirituales. Esta actitud le valió la admiración de sus contemporáneos, que lo consideraban un hombre lleno de sabiduría y de paz espiritual. Su creciente fama, con las consiguientes visitas de admiradores y discípulos deseosos de imitarle, obligó a San Antonio a retirarse a lugares cada vez más inhóspitos. Su único objetivo era alcanzar el modelo de vida que él pretendía: oración, penitencia, silencio, ayuno, rechazo de los placeres de los sentidos. Ser eremita facilitaba su fin, la perfección espiritual del alma. San Antonio decidió alejarse de toda tentación presente en su sociedad. La leyenda incluye que sufrió incesantes tentaciones del demonio en forma de poder, lujuria, gula, etc. Así se convertiría en el modelo de ascetismo para la cristiandad futura. Murió en Egipto muy anciano.

El origen de la festividad

Fue hacia el año 1000 cuando San Antonio Abad se instauró como festividad en Francia, muy probablemente a causa de una excelente gestión del producto más preciado de la época: las reliquias. De allí se extendió por el continente, llegando obviamente al Reino de Valencia. En especial a partir del 1311, cuando el morellano Francesc de Paulhac, obispo de Tortosa, promulgó la fiesta de San Antonio por la diócesis de Tarragona que tenía bajo su jurisdicción religiosa parte del territorio septentrional valenciano.

En el siglo XIV San Antonio Abad se transformó en un santo de gran relevancia a causa de una particularidad que no tenía que ver con los animales. Mucho antes de convertirse en patrono de estos, fue el santo defensor de otras causas. La de mayor arraigo fue la protección de los enfermos del fuego de San Antonio, una terrible enfermedad que hizo estragos en la época y para la que se construyó en nuestra ciudad un hospital en la calle Sagunto.

El 'foc de Sant Antoni' también era llamado 'foc del cel'. Quizá porque como el resto de terribles pandemias inexplicables era considerado un castigo divino, lanzado en este caso con el beneplácito del propio San Antonio Abad, harto de las faltas de la cristiandad.

Los síntomas de la enfermedad se orientaban en dos direcciones. Por un lado, convulsiones nerviosas y alucinaciones, circunstancia por la cual los aquejados eran tratados como endemoniados. Los pacientes que superaban la enfermedad habían derrotado al demonio y no sorprende que se establecieran paralelismos con San Antonio.

El otro efecto de la dolencia era la necrosis de tejidos y el gangrenado de diversas partes del cuerpo que podían llegar a desprenderse sin tan siquiera sangrar. El 'foc de Sant Antoni' se consideraba contagioso y a los primeros síntomas los enfermos eran aislados en los centros dedicados a tal fin. Si San Antonio Abad era el causante, también era el sanador. Especialmente desde que algunos enfermos se restablecieron al acudir en peregrinación a observar las reliquias de San Antonio Abad conservadas en Francia. En lo único que acertaba el hombre medieval era en una cosa. La causa y la solución tenían un mismo origen, el pan de centeno. Este cereal se veía ocasionalmente afectado de un hongo parásito llamado ergotamina, de ahí el nombre científico con el que conocemos el fuego de San Antonio, el ergotismo. Dejar de comer ese pan era la solución.

Es cierto que el origen de las hogueras de San Antonio debe asociarse a ritos paganos con el culto al fuego como protagonista, quizá ya presentes en la propia génesis del ser humano. No obstante, existieron múltiples fiestas de fuegos en invierno. Todas ellas han derivado en las hogueras del santo eremita. De hecho, en muchas poblaciones se representa cómo los demonios intentan quemarlo sin éxito. Por otro lado, en la leyenda de San Antonio Abad leemos que fue atacado por varios demonios en forma de fieras, las cuales, a punto de derrotar al santo, son ahuyentadas por una gran luz. Este episodio se ha asociado al 'porquet'.

El patronazgo de los animales

Las imágenes de san Antonio Abad introdujeron muy temprano un cerdo a los pies del santo. Según algunos autores ese marrano representa a los demonios que fue capaz de someter el santo. Otros indican que el cerdo alude a los animales que le hicieron compañía durante sus retiros, algunos de los cuales incluso le ayudaron en situaciones adversas según algunos mitos. Otro pasaje legendario narra que el santo sanó a unas crías de jabalina y esta no dejó de acompañar al santo en agradecimiento. Sí que contamos con una interpretación bien documentada al respecto. Los hermanos de la orden de los Hospitalarios de San Antonio que estaban al cuidado de los hospitales para combatir el 'foc de Sant Antoni' introdujeron la costumbre de tener cerdos sueltos por la vía pública. Los marranos eran alimentados por la población y cuando por fin el cerdo pasaba por el matadero, su carne se destinaba exclusivamente a los hospitales de la orden. El patronazgo de San Antonio Abad sobre los animales se ha vinculado con el pasaje de la jabalina y otros similares. Hay quien advierte que el santo tomó a los animales como modelo de comportamiento natural ajeno a la corrupción humana, y de ahí su asimilación como defensor de los animales: en primera instancia de los salvajes, aunque con el tiempo su radio de acción alcanzó las bestias de carga y las mascotas.

El barrio de Sagunto

Ya saben que muchos animales serán bendecidos el próximo martes en la parroquia de San Antonio Abad en la calle Sagunto de Valencia. Con cierto rubor, reconozco que desconocía la causa por la que se celebra precisamente allí. Prácticamente desde la introducción del culto del santo en Valencia, el barrio de Morvedre, entonces extramuros, ha estado asociado a la figura del santo eremita. Parte de los terrenos ocupados en la actualidad por el colegio salesiano San Antonio Abad y la parroquia dedicada al mismo santo (calle Sagunto-avenida Primado Reig) fue, casi siete siglos atrás, el lugar donde la orden de los Hermanos Hospitalarios de San Antonio erigió una ermita y un hospital.

Se trasladaron allí tras la breve estancia de los antonianos en su sede original en la actual calle de San Vicente Mártir. En aquel sanatorio de la calle Sagunto recibieron tratamiento los enfermos valencianos del 'foc de Sant Antoni' durante la Edad Media. Esas dependencias erigidas hacia 1330 sufrieron múltiples transformaciones. En época renacentista dieron paso a un nuevo convento e iglesia de San Antonio Abad. A finales del siglo XVIII cayó en abandono a causa de la supresión de la orden que lo ostentaba y pasó a manos dominicas que dedicaron aquella casa a San Antonio y San Onofre. Más tarde fue adquirida por monjas agustinas.

Finalmente, en 1899, se vendió a la congregación de los Salesianos, la cual fue configurando de manera paulatina el colegio salesiano San Antonio Abad contiguo a la parroquia homónima. Con casi siete siglos de presencia del recuerdo del santo en el barrio, no parece que exista un lugar más adecuado para la peculiar bendición. De ello se encarga la Hermandad San Antonio Abad de Valencia.

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