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Valencia, un siglo de película

Valencia, un siglo de película

Una cinta centroeuropea que registró las peculiaridades de la ciudad y de sus habitantes cumple cien años

ÓSCAR CALVÉ

Sábado, 25 de abril 2015, 23:59

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La pasada Semana Santa se produjo un notable incremento de la ocupación hotelera en la capital valenciana respecto a los datos del año anterior. Sea por su riqueza patrimonial, su benigna climatología o su riqueza gastronómica, Valencia ha sido históricamente un enclave seductor para un incalculable número de viajeros procedentes de todo el mundo. Basta dar un paseo por su casco antiguo para corroborar lo escrito: italianos, franceses, centroeuropeos,. Aunque un siglo atrás era mucho más complejo y costoso viajar, sabemos que la belleza de Valencia tuvo que cautivar entonces a muchos extranjeros, particularmente holandeses, y no sólo a aquellos que emprendieron el trayecto hasta las calles que hoy les animo a recorrer. Una antigua película de 1915 parece que alemana (aunque la copia presente se distribuyera en Holanda) da cuenta de algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad a principios del siglo pasado. Su proyección más allá de nuestras fronteras ratificaba y promocionaba la admiración que generaba «de derde stad van spanje», expresión holandesa que significa «la tercera ciudad de España», y que aparece como presentación de la cinta.

La conservación del documento fílmico es un hecho excepcional puesto que a día de hoy se trata de la única copia existente y catalogada de una película extranjera de aquella época sobre Valencia. Sabemos de producciones cinematográficas más antiguas sobre Valencia, sobre todo de producción valenciana. Ángel García fue pionero de la cinematografía autóctona y realizó varios mini-films que proyectó en el cinematógrafo que él mismo había instalado en la calle de las Barcas en el año 1899. Más tarde colaboró con la Casa Cuesta, otra productora valenciana a la que debemos la película más antigua que se conserva sobre Valencia, datada en 1905. Las antiguas cintas extranjeras que trataron sobre la ciudad mediterránea corrieron peor suerte y por eso este film alemán que cumple el centenario merece un recuerdo.

La diferenciación entre cintas de producción nacional y foránea es indispensable para analizar el impacto de las segundas entre un público forastero. En otras palabras, las películas rodadas en Valencia que se proyectaban en el extranjero funcionaban como una especie de documental televisivo actual. Se pretendía captar la atención del público, en este caso holandés, a través de los monumentos y los rasgos más significativos de Valencia y del pueblo valenciano respectivamente. No es de extrañar su contenido.

La película presenta una duración de 4:46 minutos y está dedicada por completo a la ciudad. Los expertos opinan que la cinta tuvo en origen algunos minutos más de duración, pues cuesta entender que no aparezcan construcciones de la talla de la Lonja o la torre de Santa Catalina. La cámara se mueve sutilmente y presenta algunos de los enclaves más representativos de la ciudad en los que no faltan valencianos de época que miran fijamente al objetivo cuando son conscientes de su presencia y que prosiguen con sus obligaciones cotidianas cuando no lo han percibido. El recorrido empieza con la estatua ecuestre del rey Jaime I el Conquistador ubicada en el Parterre de Valencia, hoy más conocido como Plaza Alfonso el Magnánimo. Continúa con varias tomas de las Torres de Serranos, la fachada del Palacio del Marqués de Dos Aguas, la calle de la Paz, las Torres de Quart, la escultura de Mariano Benlliure dedicada al pintor setabense José Ribera (hoy en la plaza Poeta Llorente), el Miguelete y vistas panorámicas desde este y la Catedral. Los últimos 25 segundos, el realizador decidió plasmar una escena costumbrista en la que un hombre vestido con 'saragüell' interpreta una pieza musical con su voz y una guitarra, acompañado por dos mujeres vestidas de valencianas. El sonido no había llegado todavía al cine y podemos imaginar que durante su proyección en las salas holandesas iría acompañada con otra pieza musical grabada bajo otro formato o ejecutada en directo.

El objetivo era plasmar la Valencia más tradicional, consecuentemente más exótica a los ojos de un centroeuropeo. Ese propósito inicial de los realizadores ha sido superado con el paso del tiempo y la película se ha convertido en herramienta útil y emocional para los amantes de la historia de Valencia. Además de los citados monumentos, el espectador actual de la cinta puede contemplar la desaparecida y angosta calle Zaragoza. Esta vía desembocaba en la fachada barroca de la Catedral, cuya forma cóncava responde a la adecuación al estrecho espacio sobre el que se proyectaba en origen. Otro aspecto lleno de romanticismo es poder contemplar los medios de transporte de la época en movimiento: desde el tranvía circulando bajo las torres de Serranos y frente al actual Palacio de Justicia -donde se cruza con uno de los pocos automóviles que entonces circularían por la ciudad-, hasta los distintos tipos de carruaje vinculados a diversas tareas de entonces. Eso sin contar el desfile involuntario de tantos valencianos. Pasear de manera virtual por Valencia en 1915 ya es posible gracias a esta película que cumple cien años. Pueden hacerlo en el portal de vídeos más famoso del mundo. Posiblemente se queden más sorprendidos que los espectadores holandeses de hace un siglo.

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