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El empresario y presidente de Honor de la Real Academia de Cultura Valenciana, Juan Lladró. JESÚS SIGNES
Valencia despide a Juan Lladró

Valencia despide a Juan Lladró

Fallece el mayor de los tres hermanos que crearon la famosa marca de porcelana artística | La saga se inició en un humilde horno en el patio de su casa natal en Almàssera, luego convertida en museo

R. E.

VALENCIA.

Domingo, 17 de diciembre 2017, 00:26

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Juan Lladró Dolz murió ayer a los 91 años de edad. Era el mayor de los tres hermanos (José y Vicente los otros dos) que crearon la famosa marca de porcelanas artísticas Lladró prácticamente de la nada, pues su origen familiar fue muy modesto. Su padre, Juan Lladró, era un sencillo labrador de Almàssera con escasa tierra; su madre, Rosa Dolz, murió prematuramente y los hijos siempre lamentaron que no llegara a poder ver su despegue empresarial, los primeros éxitos.

Al igual que sus hermanos, Juan Lladró estudió en la Escuela de Artes y Oficios de San Carlos de Valencia. Juan y José tendieron más a especializarse en el dibujo y la pintura, mientras que a Vicente, el menor de los tres, le gustó más desde siempre la escultura y la sigue practicando. En realidad, una bifurcación artística en ramas complementarias que les ayudaría mucho en su devenir empresarial, con base en el diseño, el modelado y, por supuesto, en el dominio de la técnica de la porcelana de gran calidad.

La necesidad de contar con ocupaciones que aportasen ingresos a la familia, porque el campo no daba para más, hizo que los hermanos Lladró realizaran trabajos en la fábrica de Porcelanas Nalda que existió en Almàssera, junto a la estación, hasta hace un par de décadas.

Los comienzos llevaron al éxito al combinar la formación artística con la técnica porcelánica

Nalda fabricaba grandes aislantes porcelánicos para líneas eléctricas de alta tensión, lo que exige una altísima perfección del producto, puesto que el mínimo fallo podría resultar fatal en unos elementos que deben aguantar fuertes tensiones y pesos, aislando además las torres metálicas de los miles de voltios que transportan los cables.

Lo que aprendieron en Nalda y en San Carlos, los hermanos Lladró lo empezaron a practicar pronto en su casa, haciendo los primeros pinitos con la porcelana artística, un segmento en el que también había entrado Nalda en aquellos tiempos. Incluso tuvo una tienda de venta directa en la calle de la Paz de Valencia.

Juan, el padre, les ayudó a construir en el patio de casa, en la calle San José (o de les 'Parres') un pequeño horno en el que cocer las primeras piezas. Este hecho figura como emblemático en los libros, biografías y reportajes que a lo largo de más de medio siglo han glosado la fulgurante trayectoria de los hermanos Lladro, pero es que fue totalmente cierto. Todo empezó con aquel sencillo horno, que además hubo que rehacer varias veces.

Primero fueron ellos solos, pero pronto necesitaron ayuda y contaron con las manos de familiares, vecinos y amigos, que compondrían después el núcleo principal de la empresa, los maestros desde el inicio, personas de total confianza y fidelidad que marcarían el crecimiento en todos los órdenes, sobre todo en los principales: el perfecccionamiento de las técnicas, la formación adecuada a los empleados que se irían incorporando sin cesar en las décadas siguientes, la organización de los procesos, el trabajo en serie pero sin a dejar de lado que esto es una tarea artística manual que exige mucha precisión...

Aquellos inicios fueron muy al principio de los años 50; tenían veintipocos años, quizá Vicente ni llegara a los 20, y resultó que las tiendas de Valencia a las que llevaron sus primeras figuras, las vendían y les pedían más. Aquello funcionaba y se compraron una moto para repartir la producción. También contaron con la ayuda de algún amigo que les prestó algo de dinero, lo esencial para comenzar.

Las cosas eran tan de casa y se hacían de forma tan espontánea, que en una ocasión, por ejemplo, para componer el vestido de una figura estuvieron probando con diversos elementos, sin éxito. La temperatura necesaria para cocer la porcelana quemaba tan sutil adorno. Y así prueba tras prueba. Hasta que a María Bayarri, prima hermana que ayudaba en aquel primitivo taller, se le ocurrió un día probar con un trozo de encaje del vestido de su reciente boda. Lo empapó en la pasta porcelánica, metieron la mezcla en el horno ¡y resistió! Prueba satisfactoria y otro paso adelante, vital para aquellas composiciones barrocas del principio que marcaron un estilo propio que los identificaba y los catapultó. Hoy lo llamarían I+D+i. Desde luego era mucha innovación, una trtas otra, y un sin parar de desarrollar cosas, aunque en aquellos tiempos no se barajaban tales términos.

El patio se quedó pequeño, y también la casa, donde se colocaban como podían los bancos de trabajo, los materiales y quienes los manejaban. Los suegros de Pepe, el segundo hermano en edad, aportaron una posible solución juntando el patio de su casa en Tavernes Blanques, que era mucho más amplio, junto al de unos hermanos que lindaba. Y allí nació la primera fábrica Lladró, que iría ampliándose sin parar, hasta que también resultó insuficiente y en la segunda mitad de los 60 hubo que emprender la nueva en la carretera de Tavernes a Alboraya, donde hoy se asienta la llamada Ciudad de la Porcelana.

Cuando todo cogió un volumen que les obligo a hacerse empresarios del todo, los Lladró se repartieron de alguna forma las grandes líneas de trabajo: José y Vicente estaban sobre todo en asegurar la calidad y diversidad de la producción, mientras que Juan recorría mundo para ir ensanchando mercados sin parar.

Algunos hechos definen bien la raza y el carácter de Juan Lladró. A mediados de los años noventa sufrió un infarto del que se recuperó tras una intervención en la que le tuvieron que poner varios bypass. Por aquel entonces, el propio Lladró explicaba que cuando habló con los médicos que le atendieron le explicaron que durante los años previos había sufrido varios infartos más, de los que ni él mismo se había enterado. Probablemente, porque le pillaban trabajando y recorriendo mundo.

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