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Lunes, 13 de noviembre 2017, 00:24
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Uno de los puntos debatidos en la Jornada Hortofrutícola de las cooperativas fue el veto ruso. Los representantes de las Administraciones aludieron a las ayudas destinadas a compensar los perjuicios, pero les respondieron
que eso no cubre el problema, porque lo que se deja de vender al estar cerrada Rusia no se coloca en otros lugares y encima distorsiona el resto de mercados al confluir mayor oferta. Tampoco está funcionando como sería de esperar la larga promesa de negociar la apertura de nuevos mercados. Al final, como la Tierra es finita, no queda más que intentar negociaciones con Australia, Nueva Zelanda y países de Asia. En unos casos se trata de mercados con poco potencial de compra y en otros las cosas van desesperadamente lentas. Los agricultores advirtieron que «nosotros no generamos el problema con Rusia, pero estamos pagando las consecuencias».
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