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Puerto de Sagunto, la ciudad que nació a la sombra  de los altos hornos

Puerto de Sagunto, la ciudad que nació a la sombra de los altos hornos

Dos empresarios vieron el potencial de la playa de la antigua Arse por su cercanía a las minas de Ojos Negros y su salida al mar y convirtieron la zona en uno de los centros de producción siderúrgica más importante de Europa

M. J. CARCHANO

Miércoles, 23 de diciembre 2015, 00:08

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Apenas había comenzado el siglo XX y Sagunto no había cambiado demasiado respecto a aquella ciudad que tuvo tanta importancia en época íbera, com Arse, antes de la época romana, y que vivió uno de duro asedio de Aníbal Barca. Los vecinos se arremolinaban alrededor de las ruinas del castillo y quien mirara hacia el Mediterráneo apenas podía ver una playa de cantos rodados desde la desembocadura del río Palancia y, aquí y allá, casas diseminadas de labriegos en una zona pantanosa, un marjal infestado de mosquitos. Pero llegaron dos empresarios, que ni siquiera eran de por allí, sino del País Vasco, Ramón de la Sota y Eduardo Aznar, que vieron el potencial que tenía Sagunto en cuanto a su salida al mar, y a la cercanía a las minas de Ojos Negros de Teruel, de la que habían conseguido una concesión para su explotación durante 60 años.

Y con la exportación de mineral de hierro desde la Sierra Menera hasta el embarcadero que lo trasladaba mar adentro nació Puerto de Sagunto, habitada ahora por hijos y nietos de aquellos inmigrantes que llegaban del campo y de los arrabales de la cercana Valencia buscando un futuro mejor. Después del ferrocarril llegaron los talleres de briquetas y módulos para aglomerar el mineral de hierro. Los empresarios necesitaban mano de obra. Los trabajadores comenzaron durmiendo en casetas abandonadas, en alquerías, mientras los ingenieros y trabajadores con cualificación conseguían alojamiento en Sagunto. No había sitio, no obstante, para la mano de obra barata; nadie quería cerca a aquellos hombres que llegaron solos, sin familia y sin nada que perder.

La I Guerra Mundial despertará el interés internacional por la siderurgia y De la Sota, aprovechando esta situación, levantará entre 1923 y 1924 el primer complejo industrial de producción siderúrgica junto al puerto de embarque, un paso más en el desarrollo que convertirá Puerto de Sagunto en uno de los lugares de producción siderúrgica más importantes de España e incluso de Europa.

Las cifras cada vez son más abultadas. En 1930, según un estudio de Carlos López Moscardó, de la Universidad Jaume I de Castellón, ya había más de 4.000 empleados y la población de hecho se había duplicado en apenas una década. Hay que recordar que en 1900, treinta años antes, Puerto de Sagunto no existía.

Ya en la década de los treinta llegarán las primeras acciones colectivas que parecían augurar un futuro lleno de conflictividad social ya en los estertores de la industria siderúrgica de Puerto de Sagunto. En aquel momento, y según recoge López Moscardó, las huelgas conseguirán paliar la situación de recesión generalizada del sector siderúrgico, a través de la concesión de un pedido de carriles ferroviarios por parte del Gobierno republicano.

Con el final de la Guerra Civil llega la absorción de la empresa por parte de Altos Hornos de Vizcaya y durante treinta años vivirá momentos de auge productivo que se materializarán en el incremento demográfico de Puerto de Sagunto. En 1968 se elige este enclave para erigir la IV Planta Siderúrgica Integral, proyecto que ilusionó a la población por lo que suponía de mejoras de estabilidad y crecimiento. En 1971 se crea la sociedad Altos Hornos del Mediterráneo.

Con el desarrollismo en España Puerto de Sagunto vivirá una de las épocas más dulces de su existencia. Los salarios estaban por encima de la media de otros sectores industriales, las condiciones laborales también lo eran, no en vano sus trabajadores siempre se organizaron sindicalmente y consiguieron mejoras que repercutieron en aumentar su calidad de vida. El primer convenio colectivo permitió a los obreros pasar de cobrar 300 a 3.000 pesetas al mes. Fue el primero firmado en todo el territorio español en el marco de la ley de convenios colectivos de 1958 y supuso un gran avance en las relaciones laborales del sector siderúrgico.

Industria del automóvil

En 1968, se crea una planta siderúrgica integral en el Puerto de Sagunto, la llamada IV planta que vendría a añadirse a las tres ya existentes (las de Bilbao, el Puerto y Ensidesa en Asturias). La industria del automóvil estaba en su mejor momento y la demanda de productos de alta calidad derivados del acero parecía insaciable, según explica Carlos López. Sin embargo, la recesión económica tras la crisis del petróleo de 1973 traerá consigo un error de previsión que será el detonante de un ciclo de reconversiones industriales que afectará de pleno al Puerto de Sagunto y que desencadenará una de las mayores luchas obreras y sindicales de las últimas décadas. Se abandonará la idea inicial de modernizar la planta y el objetivo prioritario será salvar Bilbao. Al final se adoptó una solución de compromiso donde se conservaba la planta de laminación en frío pero se desmantelaban los Altos Hornos.

La batalla por la defensa de los puestos de trabajo y por la supervivencia de un pueblo terminará el 5 de octubre de 1984 después de 14 meses de conflicto que pueden resumirse en cifras: nueve huelgas generales en la comarca, 24 huelgas en la factoría, 11 manifestaciones en Valencia, siete marchas masivas a Madrid, 80 días de no acatamiento de las órdenes de cierre de instalaciones dadas por la dirección, corte sistemático de la N-340 a la altura de Sagunto, así como varias agresiones a directivos de la empresa y responsables políticos.

Si bien durante el sexenio 1984-1989 la inversión de las administraciones públicas reproducirá en cierta medida algunas de las características del modelo anterior, la transformación del modelo de desarrollo fue inevitable. La diversificación industrial, a partir de la consolidación local de ciertas empresas, la instalación en la zona de un número destacado de pymes, la aparición de un sector de servicios reconfigura un panorama laboral va perdiendo peso la identificación con la AHM.

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