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Ana Botín, presidenta del Santander.
El mercado ya apunta al Santander como comprador del Popular, que sólo vale 1.300 millones

El mercado ya apunta al Santander como comprador del Popular, que sólo vale 1.300 millones

El grupo de Ana Botín tendría que realizar una ampliación para hacerse con el de Emilio Saracho, cuyo precio está en mínimos tras caer otro 6%

José María Camarero

Martes, 6 de junio 2017, 21:30

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El futuro de Banco Popular ha virado hacia una de las entidades que durante las últimas semanas se habían postulado para hacerse con su negocio: Banco Santander tiene todas las papeletas para convertirse en el grupo que adquiera definitivamente la corporación presidida por Emilio Saracho, tal y como apuntan fuentes del mercado bursátil.

La entidad presidida por Ana Botín estaría estudiando lanzar una ampliación de capital por 5.000 millones para hacer frente a la compra del Popular, según informa Bloomberg. Y podría hacerlo antes del próximo sábado 10 de junio, la fecha inicial fijada por Popular para encontrar un comprador. De esta forma, reforzaría su nivel de capital, que podría verse erosionado con dicha absorción. Aunque el mercado daba ayer por hecho esta posibilidad, desde la entidad financiera aclararon que sólo se trata de «especulaciones».

De confirmarse, Santander sería el banco que salvara al Popular mediante una adquisición que se había convertido en el objetivo único de Emilio Saracho y su equipo. Si así sucede, la operación sería viable después de que el sexto banco del país se haya desangrado en Bolsa hasta registrar unos precios más que asequibles para la competencia. Tras el cierre de la sesión bursátil, su valor encuentra ya por debajo de los 1.300 millones de euros.

La capitalización ha sufrido un retroceso del 50% en apenas una semana, lo que le ha llevado a situarse como el valor más pequeño de todo el Ibex-35. La minusvalía es de tal calibre que el conjunto de las filiales que tiene en sus estructuras la compañía de financiación al consumo WiZink es la cabeza visible de ese grupo de empresas tiene un valor superior a lo que el propio mercado da a la entidad en la Bolsa.

A la mínima cotización se suma la conversión que podría realizar el comprador si finalmente fuera Santander de 1.200 millones de su deuda subordinada en capital para reducir el impacto de la ampliación que esa otra firma tendría que realizar. Eso sí, sin contar con la realidad que ha supuesto el lastre, y el retraso, de toda la operación:un bagaje inmobiliario de 36.000 millones de euros aún sin clarificar; unas pérdidas de 3.500 millones en 2016; o unas dotaciones crecientes de 500 millones solo hasta marzo.

Es el precio asequible a 30 céntimos de euro la acción, como al que ha cerrado hoy, el que facilitará su venta y la hará mucho más digestiva, según señalan fuentes del mercado. El valor se encuentra en un contexto de libro para este tipo de operaciones bursátiles.

Cada día que transcurre esta posibilidad se hace más patente. Este martes, los títulos del Popular retrocedieron otro 6,1%. Acumula un 60% en el año. La compañía registra siete sesiones consecutivas a la baja con descensos que representan la mitad de su cotización en apenas seis jornadas.

En realidad, el mercado esperaba novedades de la entidad que pudieran llegar desde Fráncfort, aunque desde el propio banco no llegaron a confirmar que la reunión entre Emilio Saracho y los responsables del Banco Central Europeo se produjera, como estaba previsto inicialmente para tratar una solución.

Lo más sorprendente de esta situación es que, hasta hoy, ninguna autoridad pública se haya pronunciado. El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, no quiso entrar a valorar la situación del grupo. «No puedo decir nada de eso, así de sencillo. No es el momento ni vengo preparado para eso», respondió en el Senado al ser preguntado por la evolución bursátil que registra el banco. Las palabras de Linde llegan una semana después de que el presidente de la CNMV, Sebastián Abella, admitiera que el estudia la volatilidad de la entidad. Pero que, «por defecto, al mercado hay que dejarle seguir funcionando».

Además, un nuevo inversor institucional bajista se ha sumado a la lista de los ya existentes: se trata del hedge fund Melqart Asset Management, añadiendo así presión a la entidad. Hay que recordar que, según el último registro disponible, las posiciones cortas ya se han hecho con un 12% de los movimientos de las acciones del Banco Popular.

Para rematar aún más la debilidad del grupo, dos agencias de calificación rebajaron la nota concedida al banco,. En concreto, Moodys ha recortado el rating de deuda a largo plazo de Popular dos escalones dentro del grado de especulación, conocido habitualmente como bono basura, desde Ba3 hasta B2 con perspectiva negativa.

Por su parte, otra agencia de calificación, DBRS, también ha rebajado la nota crediticia de la entidad. La nota del banco ha pasado de BBB (low) hasta BB (low), lo que supone una caída de tres escalones y la entrada de la entidad en el grado de inversión.

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