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El expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa a su llegada a la sede de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares.
Blesa y Rato se quejan de que se les haya «cortado la cabeza» por las 'black' antes de dictar sentencia

Blesa y Rato se quejan de que se les haya «cortado la cabeza» por las 'black' antes de dictar sentencia

Los dos expresidentes de Caja Madrid critican que se "mezclen" las tarjetas con la crisis de Bankia y, con el resto de defensas, acusan al banco y el FROB de tener mala fe

José Antonio Bravo

Viernes, 9 de diciembre 2016, 11:38

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La justicia pagana ya les ha condenado. Con esta frase mezcla de queja, lamento y denuncia los abogados de Miguel Blesa y Rodrigo Rato, los dos últimos presidentes de Caja Madrid, quisieron hacer ver este viernes durante las postrimerías del juicio por los excesos de las llamadas tarjetas black -con ellas se despilfarraron 15,5 millones de euros entre 1999 y 2012- que a sus patrocinados se les quieren hacer paganos de todas las responsabilidades, tratando de mezclarlo con la crisis de Bankia y sin tener en cuenta para ello las pruebas reales aportadas al procedimiento para atender solo a las presunciones y figuraciones de las acusaciones.

Fueron los primeros letrados de las defensas en exponer sus informes finales y, en parte, también los más vehementes. Eso sí, todos los que intervinieron coincidieron en varias líneas generales: que el principal soporte documental de las acusaciones -los controvertidos archivos de Excel elaborados por Bankia con los movimientos de las tarjetas- podría haber sido manipulado, que otras pruebas que les beneficiarían no han sido aportadas por el banco -algunas actas y registros históricos-, que lejos de ser opacas como se ha dicho las tarjetas sí podían haberse conocido -Hacienda, el Banco de España y los auditores tuvieron, según ellos, acceso a la documentación necesaria- y que el sistema fue puesto en marcha por una persona que no está en el banquillo -Miguel Terceiro, antecesor de Blesa al frente de la caja de ahorros madrileña-.

La parte más llamativa de su discurso, sin embargo, resultó también la menos jurídica y donde vinieron a quejarse de que la presunción de inocencia de sus clientes se había tirado casi literalmente por los suelos. Aquí se ha abierto un proceso siguiendo el criterio de la reina de corazones en Alicia en el País de las Maravillas, pidiendo que se les corte la cabeza a los acusados prácticamente desde el principio, denunció el abogado de Blesa, Carlos Aguilar, quien usó otro símil cinematográfico para referirse al caso. Esto es -contó- como cuando en la película Casablanca el comisario Renault clausuraba el local de Rick porque era un escándalo que allí se jugase y justo al mismo tiempo un croupier le estaba entregando sus ganancias.

Y es que este letrado, como varios de sus colegas, dijo tener claro que las tarjetas eran conocidas por todos. Por eso, añadió, pretender que se ha seguido un sistema deliberadamente opaco es faltar a la verdad; estaba a la vista de todos los órganos de contabilización, internos y externos. Este fue un sistema legítimo -continuó- establecido por el señor Terceiro, como lo fue con Blesa y lo siguió siendo después, con una gestión que ha sido exactamente la misma desde mayo de 1988 a 2012 y pese a que, según él, el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria), accionista mayoritario del grupo BFA-Bankia, ha manipulado la información, presentada con un corte interesado para que la causa de las tarjetas black tenga una fuerza letal tal, que todas las personas aquí sentadas han visto arruinada su vida.

Separar «el ayer del hoy»

Nada tiene que ver el tema de las tarjetas con la crisis de Bankia. Hay que juzgar los hechos de ayer con los ojos de ayer y no con los de hoy. Si no, podemos incurrir en un sesgo retrospectivo, se quejó. En la misma línea, el defensor de Rato, Ignacio Ayala, advirtió de que no se debe hacer un juicio revisionista o moral porque aquí estamos en un juicio de verdad. Por eso, vio inconcebible que más de un centenar de personas, 65 de las cuales se encuentran aquí sentadas, hayan mantenido un pacto desde hace 23 años , en el que todos se han puesto de acuerdo para usar estas tarjetas de forma ilícita y sin que nadie se entere. La situación exige 65 juicios individualizados, añadió, porque de lo contrario terminaríamos por juzgar una época, un modelo, una historia.

Para Ayala esto no es realmente un juicio de tarjetas y gastos, sino de remuneraciones, pese a lo cual insistió en que la prueba definitiva de la acusación, los archivos de Excel con los movimientos de las black, no es ni mucho menos incontestable. Y aunque admitió que la Comunidad de Madrid no preveía para los consejeros de las cajas más pagos que las dietas y compensaciones por desembolsos profesionales, la ley del sector sí permitía que tuvieran una retribución. No obstante, señaló que los gastos de representación pueden ser de libre disposición y estar exentos de tributación, de manera que según su tesis la actuación de su cliente y el resto de los acusados no habría incurrido en delito ya fuera de una forma u otra.

En cuanto a la aparente excepcionalidad de las black respecto a lo que pasaba en otras entidades financieras, el letrado de Blesa negó que se hubieran inflado las retribuciones porque eran parecidas a las del sector, y menores que las de los bancos. Además, tanto él como el abogado de Rato pidieron que no se les trate como siameses porque actuaron en dos épocas distintas y sus conductas se deben enjuiciar por separado. Eso sí, coincidieron en tachar de injusto que se les haya hecho responsables subsidiarios (sobre todo a Blesa) de lo gastado por los demás acusados y pidieron que se valore como atenuante la devolución de fondos.

La intención del tribunal de la Audiencia Nacional que juzga este caso es dejarlo visto para sentencia antes de que comience el período navideño, lo que le obligara a realizar alguna sesión más (con la de este viernes ya son diecisiete) para que las defensas de los 65 acusados puedan terminar de presentar sus conclusiones finales.

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