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Arriba, dos operarios terminan de cerrar la malla sobre el suelo, al final de las hileras de mandarinos. Abajo, el tractor con el brazo hidráulico que ayuda a esparcir con rapidez y eficacia el rollo de malla sobre dos filas de árboles a la vez. :: v. lladró
Mandarinas sin pepitas bajo malla

Mandarinas sin pepitas bajo malla

Es la manera más segura de acreditar que los futuros frutos no tendrán molestas semillas por culpa de la polinización cruzada

VICENTE LLADRÓ

Lunes, 10 de abril 2017, 00:07

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Gran número de productores de la mandarina tardía Nadorcott han adoptado la estrategia de cubrir sus plantaciones, durante las semanas de floración, con mallas anti-insectos, a fin de asegurarse así de que no habrá polinización cruzada con otras variedades vecinas y, por tanto, la fruta no tendrá molestas pepitas (semillas), que reducen su valor comercial.

Como es sabido, la polinización entre flores de distintas mandarinas híbridas o entre éstas y de clementinas provoca la aparición de semillas en los frutos de variedades que no las presentan si son cultivadas de forma aislada.

La malla utilizada es similar a la que está colocada en muchas instalaciones fijas que pueden verse por la geografía agrícola, en unos casos en mandarinas Nadorcott y otras variedades, también en kiwis y otros cultivos, y su cometido es, además del de evitar riesgos de polinización cruzada, proteger frente a los posibles daños de vientos huracanados y tormentas con pedrisco.

Sin embargo una instalación fija supone una inversión bastante elevada, exige en algunos casos proyectos técnicos y autorizaciones municipales y, según algunas opiniones expertas, representa una actuación que también tiene desventajas, como su mantenimiento y el hecho de que en época invernal perdura demasiado la humedad en su interior, lo que no siempre es deseable y apropiado para el desarrollo del cultivo y la adecuada recolección de la cosecha.

Pese a todo, aislar los árboles de Nadorcott durante el periodo de floración se ha ido convirtiendo en la opción más apropiada para poder asegurar que las futuras mandarinas no tendrán semillas. Algo básico, esencial, para acreditar su comercialización ante los clientes. Y encima se traduce en bastante diferencia de precios: a veces 15 , 20 o más céntimos por kilo, lo que justifica invertir para garantizar la ausencia de pepitas.

Más aún; para Marcos Gual, de la empresa exportadora de Burriana Bagú, «en nuestro caso, como especialistas en clementinas y mandarinas, ya no es sólo la diferencia de precio, sino cuestión de acreditarse definitivamente como productores y suministradores de fruta que con toda seguridad no tenga semillas».

Con esta idea empezaron algunas iniciativas de realizar 'tapados' con mallas de forma manual. En Bagú idearon algunos soportes para facilitar la tarea, pero los costes se iban por arriba. Era cuestión de mecanizar, por lo que empezaron a manejarse algunas opciones.

En esta tesitura apareció en escena Juan Antonio Sagarra, de la firma Saflowers y Sadol, de Fraga (Huesca), especializada en fabricar e innovar en distintos aparatos agrarios. Juan Antonio tenía contacto comercial y técnico con Bagú porque les suministró quads específicos para tratamientos fitosanitarios en cítricos, al igual que hace con muchos empresarios citrícolas y de otros sectores fruteros en toda España. La firma naranjera Bollo, de Benifairó de la Valldigna, también le compró quads para tratamientos y, al igual que Bagú, le comentaron «si no tendría o se me ocurriría algo para repartir con eficacia los toldos de malla sobre las hileras de árboles de Nadorcott; así que nos pusimos en la fábrica a desarrollar algo apropiado».

El año pasado probaron con éxito en fincas de Bollo el brazo hidráulico y articulado que desarrollaron en Fraga, y el éxito fue tan rotundo que la noticia se extendió rápidamente entre todos los productores de esta mandarina y a la firma oscense le llueven los encargos, porque todos quieren tapar. Los grandes productores adquieren el aparato en propiedad pero para otros casos están surgiendo empresas de servicios que lo compran y realizan el trabajo para pequeños y medianos cultivadores, como ocurre en otras tareas agrarias. Además, sobre el brazo del año pasado, el fabricante ya ha aplicado mejoras, y otras las discurre sobre la marcha.

Sobre costes, Juan Antonio ofrece la referencia de lo realizado el año pasado: salió a 5.500 euros la hectárea, incluyendo la malla, el trabajo de extenderla y el de retirarla. El sobrecoste fue de 10 céntimos por kilo de fruta, pero de una variedad que se vende a 70, 80 o 90 céntimos, y que de tener semillas a no tenerlas representa el ser o no ser.

En una finca de Bagú en Castellón hemos visto la evolución del aparato, capaz de cubrir dos hileras a la vez, lo que contribuye a reducir costes. No hace falta un tractor grande, vale uno sencillo, y conviene que sea sin cabina, para que el conductor oiga bien las instrucciones de quienes van ayudando a extender a cada lado la malla. Ésta surge del rollo que va en la parte trasera del vehículo y se eleva por el brazo articulado, que la va extendiendo sobre el arbolado. Los operarios van sujetándola hacia abajo y a continuación la fijan mediante estacas al suelo. Así estarán durante seis semanas; después se enrollará de nuevo y se guardará hasta el año que viene. Si hiciera falta realizar algún tratamiento mientras está colocada, se puede efectuar; el tractor y el tanque de pulverizar puede pasar por entre las hileras, y los orificios de la malla son suficientes para que pueda penetrar el caldo fitosanitario.

Marcos Gual, de Bagú, se muestra especialmente sartisfecho «porque de esta manera nos aseguramos de que los insectos polinizadores no realizarán polinización cruzada, sin perjudicarlos , solo cubrirmos los árboles para evitarlo».

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