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Un agricultor realiza un tratamiento contra plagas con un turboatomizadore en una plantación de cítricos. :: J. peiró
Plaguicidas con  mala imagen

Plaguicidas con mala imagen

Las encuestas de mercado revelan que buena parte de la población europea rechaza los productos químicos en los cultivos

VICENTE LLADRÓ

Domingo, 1 de mayo 2016, 23:59

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La industria de productos fitosanitarios está preocupada ante los efectos que están teniendo entre la ciudadanía las campañas de grupos ecologistas contra el uso de dichas materias frente a las plagas agrícolas. La preocupación no es nueva, está muy patente desde hace tiempo entre los agricultores, que cada vez se ven más privados de herramientas en su lucha contra los enemigos de los cultivos. Sin embargo, la inquietud de los agricultores, con ser tantos, o por eso mismo, queda más bien soterrada y termina en la resignación ante lo que hay. La de las compañías fabricantes tiene más eco, porque son grandes y ahora le ven las orejas al lobo. Tras mucho tiempo de cautelas y no querer hacer ruido, por si acaso, empieza a cobrar mayor fuerza su preocupación y deciden pasar a la acción.

Las encuestas revelan claramente que los plaguicidas tienen mala imagen entre la población. Y sin embargo todos los usamos, no solo los agricultores. Empleamos productos químicos en las casas, oficinas, tiendas, talleres e industrias contra las moscas, los mosquitos, las cucarachas, la carcoma de la madera o los ratones. Reclamamos la presencia de organismos públicos para que atajen de inmediato cualquier repunte de la población estival de mosquitos, tememos en especial a los de la especie 'tigre', y nos quejamos de la existencia de charcas o matorrales donde se avivan.

Sin embargo, todo eso no parece tenerse en cuenta cuando se consulta a la ciudadanía sobre los plaguicidas o fitosanitarios, que se indentifican, por gran parte de la población, como esas materias químicas que se aplican sobre los productos agrícolas que luego comemos, y con esos silogismos parece plantearse la fácil conclusión de que algo de esos compuestos químicos tragaremos.

Al menos una mitad de las personas consultadas en una encuesta realizada por los fabricantes de plaguicidas asociados en Aepla mostraron no tener claro lo que son estos productos y todo lo que se relaciona con la investigación para su uso adecuado y sin peligros para la salud, así como su necesariedad para poder seguir produciendo alimentos sanos, de calidad, en cantidad y a precios sostenibles.

El 30% de los consultados se muestran además beligerantes contra los plaguicidas. Aseguran con rotundidad que son malos y que no debieran emplearse. Únicamente el 20% cree que todo está en regla y confían en que se hace lo que se debe, que hay que combatir insectos, ácaros, hongos y demás, y eso exige emplear formulados que se han investigado debidamente y gozan de todo lo necesario para no causar riesgos adicionales. Como los collares contra pulgas y garrapatas que ponemos a gatos y perros, que llevan insecticidas, lógicamente; o las lociones contra piojos que se aplican sobre el cabello infantil, o los plaguicidas que usamos en huertos y jardines caseros y hasta en macetas de interior. O como los medicamentos que tomamos para curarnos de cualquier dolencia. ¿O es que no son productos químicos que en empleos diferentes podrían ser cuestionados?

De manera que los fabricantes de plaguicidas de Aepla han visto la necesidad de salir a la palestra para tratar de revertir la situación de animadversión creciente contra estos productos necesarios. Ahora preparan campañas formativas y de publicidad en las que tratarán de convencer de que estas materias no son más que las medicinas de las plantas, y que, como las humanas, usadas como se debe, no tienen ningún peligro. Como todo en la vida.

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