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Naranjas de Valencia en Valencia

Naranjas de Valencia en Valencia

El Consell investiga por qué se venden cítricos a pérdidas pero aún no fija su atención en los casos más escandalosos

VICENTE LLADRÓ

Domingo, 14 de febrero 2016, 23:51

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El director general de Comercio de la Generalitat, Natxo Costa, se ha mostrado preocupado por la situación de ventas de naranjas a pérdidas, como vienen denunciado persistentemente las organizaciones agrarias, y ha decidido tomar cartas en el asunto, investigando qué puede haber de cierto y si hay comportamientos que se consideren punitivos. En unas declaraciones a nuestra compañera Inés Herrero demostró días atrás que tiene las cosas bastantes claras al señalar que de la venta de fruta a precios baratos puede beneficiarse el consumidor a corto plazo, pero si ello es posible porque hay comportamientos irregulares para «reventar el mercado», también acabará perdiendo el consumidor a largo plazo. Y para redondear su idea explicó: «No quiero que dentro de diez años no se puedan comprar naranjas de Valencia en Valencia por haber roto el mercado con estrategias cortoplacistas que acaban haciendo imposible la pervivencia de la producción autóctona». Un postulado con el que, sin duda, estarán de acuerdo todos los agricultores.

Sin embargo, por lo que ha explicado de las investigaciones en marcha, parece ser que las mismas se centran sobre una parte de ese mercado en el que se detectan precios tan bajos que hipotéticamente haría pensar en ventas a pérdidas, lo que en principio está prohibido.

Como explicó Inés Herrero, las actuaciones se limitan por el momento a pedir facturas de compras de cítricos a determinadas empresas de supermercados, a fin de comprobar a qué precios han comprado y vendido estos productos y determinar «si la diferencia entre ambos implica reventar el mercado, como denuncian los agricultores, o no».

A pie de calle

Como Comercio quiere estudiar si hay prácticas ilegales o de competencia desleal para «ver qué se puede hacer», convendría que se fijara también en otra realidad comercial que invade infinidad de calles de Valencia capital y de casi todas las poblaciones, donde se ofertan sistemáticamente naranjas a precios realmente reventados, a menudo muy inferiores a los de los propios supermercados. Se trata además de precios similares a los que rigen en las compraventas en el campo, lo que hace sospechar sobre su origen. Porque es bien sabido que el precio de un kilo de naranjas en el árbol se ha de encarecer necesariamente con los gastos sucesivos de recolección, transporte, confección, distribución y márgenes comerciales. Si todo ello no consta, ¿quiénes no cobran? ¿Es que no hay un productor que reciba lo suyo o existe afán solidario?

En las cotizaciones que ofrecen semanalmente la Conselleria de Agricultura y la Lonja de Cítricos puede comprobarse que los precios de las variedades de naranjas que ahora están en liza (Lane Late, Powell, Valencia late...) se sitúa en horquillas entre 27 y 35 céntimos de euros por kilo, por lo que sorprende que en muchas tiendas a pie de calle se oferte esta fruta a razón de un euro por dos o tres kilos. Son de 33 o 50 céntimos por kilo, precios bastante inferiores a los de los supermercados. Quiere decirse que si hay precios que, por verlos bajos, han levantado suspicacias entre las organizaciones agrarias y motivan una investigación de Comercio para ver si hay ilegalidades, mayor rigor debería ponerse ya con esta otra realidad que es fácil de comprobar a todas horas y que se concreta en precios aún inferiores.

Cabe que alguien piense que el circuito pueda ser en estos casos mucho más corto de lo descrito, que esa naranja llegue directamente del campo y que esa sea la razón de tanta economía, y es lo único plausible, la verdad: directamente del campo. Pero ¿de qué forma?

Precios de referencia

Porque hay un punto que no cuadra. ¿Cómo explicarse que un citricultor, en vez de vender sus naranjas en el árbol, con los gastos sucesivos por cuenta del comercio que le compre, decida acometer toda la tarea de recolectar, transportar, repartir... para obtener al final igual precio que habría sacado en el campo, sin más gasto ni esfuerzo? Resulta evidente que no hay nadie tan iletrado como para actuar así. ¿Qué ocurre entonces? Pues está claro que hay gato encerrado y que se debe investigar. Bastaría con que se pidieran facturas de compra y comprobantes de la trazabilidad, que es obligatoria, para desentrañar qué ocurre. Pero sin dejarse confundir por cualquier albarán de tapadera, que suele haber mucha trampa. Factura del día y de la variedad concreta.

Otro dato. Si Comercio quiere evitar que se destruya el tejido productivo y que un día no queden naranjas de Valencia en Valencia, ha de saberse que esos precios supertirados tienen además un efecto perverso, porque marcan la referencia para que los supermercados también tiendan a comprar y vender barato.

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