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Domingo, 7 de febrero 2016, 23:52
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En los pueblos citrícolas corre el rumor de que algunas cuadrillas de recolectores dejan en los campos excesivos porcentajes de naranjas sin cosechar para disponer así de suficiente materia que luego recogen para venderla a corredores que abastecen a las industrias de zumos. Al agricultor, si protesta, le dicen que el comprador les exige que cojan fruta hasta determinado calibre, pero al mismo tiempo le ofrecen pequeños precios por llevarse el resto.
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