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REDACCIÓN
Lunes, 16 de noviembre 2015, 00:38
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Un trabajo de investigación realizado por científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA) y el IRTA de Cataluña ha venido a corroborar lo que los agricultores ya intuían desde siempre: que la presencia de hormigas en los cítricos, aunque no suele representar un peligro directo, sirve para sospechar de la presencia de otros daños inducidos, porque estos insectos suelen extender y cuidar otras especies que sí pueden perjudicar a las plantas, como puede ser el caso de los pulgones y las cochinillas.
El interés inmediato de las hormigas consiste en aprovecharse de las melazas que desprenden esos otros insectos que miman y, por utilizar un lenguaje al uso humano, 'ordeñan', porque el comportamiento viene a ser como el de un pastor o ganadero con su rebaño.
Los investigadores señalan que las hormigas juegan un importante papel beneficioso en los agrosistemas como transportadoras de semillas, depredadoras de artrópodos y mejoradoras de la estructura del suelo (al hacer los hormigueros). Sin embargo, en el cultivo de los cítricos, las hormigas se encuentran entre los artrópodos más abundantes y son consideradas como una plaga secundarias. Se alimentan de las melazas que excretan otras plagas, a las que defienden de sus enemigos naturales, interfiriendo así en su control biológico y, por tanto, colaborando a incrementar sus poblaciones.
Por tanto, en la lucha contra las plagas en los cítricos, la gestión sostenible de las poblaciones de hormigas resulta esencial para desarrollar estrategias encaminadas a la protección del propio cultivo con acciones de bajo impacto ambiental.
El trabajo, coordinado por la investigadora del IRTA Mª Teresa Martínez-Ferrer, ha permitido conocer la abundancia, diversidad y distribución de las hormigas en los campos de cítricos y desarrollar métodos de muestreo de sus poblaciones, lo que permitirá evaluar de forma precisa la abundancia de las diferentes especies en los campos.
Durante dos años se realizaron 112 muestreos en 26 fincas con diversas variedades de naranjas y mandarinas en el norte de Castellón y el sur de Tarragona. No obstante la casuística examinada resulta casi idéntica para toda la Comunitat Valenciana y otras zonas citrícolas españolas.
Se identificaron más de 20 especies diferentes de hormigas en el suelo. De éllas, sólo 8 subían a la copa de los árboles a atender a las plagas que allí se ubican, por lo que el control de las hormigas se dirigió únicamente a éstas. Las dos especies más abundantes y frecuentes son 'Lasius grandis' y 'Pheidole pallidula', comprobándose que la gran mayoría de los nidos los ubican precisamente debajo de las copas de los árboles y, sobre todo en una de ellas, 'Lasius grandis', junto a la base del tronco.
Como en las modernas pautas de los programas de Manejo Integral de Plagas los tratamientos se realizan únicamente cuando se superan los umbrales económicos de tratamiento, es decir, cuando la densidad que alcanza la plaga ocasiona daños superiores al coste del tratamiento, resulta básico conocer, como paso previo, el nivel de infestación de estas hormigas, para poder determinar los umbrales de otras plagas y adoptar decisiones de control sobre unas y otras.
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