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Mario Redondo Hernández, Julián Quirós y Álex Rovira. :: Jesús Signes
El deber de desterrar complejos

El deber de desterrar complejos

El consultor Álex Rovira y el consejero delegado de Redondo Iglesias, Mario Redondo, repasan las oportunidades que se abren a las empresas

Á. MOHORTE

Viernes, 19 de mayo 2017, 00:07

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Valencia. «La vida no es lo que nos pasa, sino lo que hacemos que pase». El escritor y consultor empresarial Álex Rovira está convencido de que el mundo que viene tendrá infinitos desafíos, ante los que la verdadera riqueza será el talento, la capacidad de convertir las ideas en acción. Así lo defendió ayer en el 'VI Foro Pyme Valencia. Realidad y retos de las pymes', organizado por LAS PROVINCIAS y Popular, y con la participación también del consejero delegado de la empresa Redondo Iglesias, Mario Redondo.

«Lo que va a venir va a superar toda la ciencia ficción inimaginable», asegura el autor del libro 'La buena suerte'. «No podemos imaginar el resultado de las sinergias de muchos avances que actualmente no existen», advirtió antes de destacar la importancia de ir teniendo en cuenta las señales de hacia dónde va el mundo. En lo económico, recordó cómo se prevé que emerja África y se afiance Asia. En salud, se estima que viviremos más de 100 años, ya que la esperanza de vida se incrementa tres meses por cada año que pasa. «Con estos datos, ¿nos podemos jubilar con 65 años?», deslizó antes de indicar que, al ritmo al que Europa envejece, en 10 años se venderán más pañales para adultos que para niños, algo que ya ocurrió en Japón en 2016.

Desde un punto de vista directamente empresarial, Rovira incidió en cómo una gran fuerza económica será la gestión del reciclaje, de la alimentación bien entendida, para no malgastar. Como nuevas oportunidades de negocio y evolución, apuntó que la digitalización va a cambiar muchas cosas, además de cambiar ella misma. Por ejemplo, «Twitter ya es un excelente sistema de atención al consumidor, aunque no era la idea inicial».

A su vez, sobre los avances de la digitalización y la tecnificación, aseguró que «los robots no nos quitarán el trabajo, sino que asumirán el trabajo que no ofrece valor añadido». En contra de pensamientos apocalípticos, Rovira aseguró que la sociedad debe asumir un cambio de mentalidad, desterrando la corrupción, reformando la educación y quitando de la cabeza muchos complejos. «Si de una crisis no sales menos ingenuo, más solidario y con una voluntad de mayor transparencia, no has aprendido nada».

De cara al futuro inmediato, el escritor aseguró que la economía española va a crecer más de lo previsto, a pesar del cierto estancamiento que se prevé en 2017. Para afrontar ese escenario considera que hará falta coraje, pero entendido, no como la ausencia de miedo, sino como la conciencia de que vale la pena el riesgo. «Que los que dicen que es imposible, no molesten ni interrumpan a los que lo estamos haciendo posible», sentenció.

Por su parte, con una perspectiva mucho más industrial, Mario Redondo, consejero delegado de Redondo Iglesias, recordó como «el reto de las pymes es poder abrir todas las mañanas, pagar todas las nóminas y que no te pasen por arriba los competidores». En su caso, considera que la estrategia acertada es intentar mejorar cada vez el producto, buscar nuevos mercados, aplicando tecnología, buscando certificación y toda una serie de mejoras que permitan seguir creciendo. «Para no ir para abajo, hay que ir para arriba», aseguró.

Con casi cien años de vida, la empresa que fundó su abuelo en Guijuelo (Salamanca) y que impulsó su padre desde Valencia, comercializando los productos que el resto de la familia producía en su tierra de origen es hoy una compañía que vende en más de 20 países. Este salto lo acordaron entre todos los miembros de la familia en 1995 y dos años más tarde lograban la autorización para entrar en EE UU.

Lejos de centrarse en ese mercado, optaron por la dispersión geográfica, algo que se vio confirmado con la evolución del mercado ruso, donde eran muy fuertes hasta la guerra de Ucrania, que llevó a Europa a bloquear a Rusia y la empresa vio cómo se cortaba el acceso a ese mercado.

Reconoció en su intervención que la exportación es para muchas de las pymes uno de los mayores retos. Sin embargo, «los españoles tenemos buena fama fuera, pero no nos lo creemos». Además, para crecer defendió que no hace falta «pisar al de al lado», sino seguir su modelo. Como ejemplo expuso cómo siguen los pasos de sus competidores italianos: «Vemos si funciona un mercado a través de ellos y entonces llegamos nosotros y decimos: 'Somos como los italianos, pero mejores'», aseguró el empresario.

En todo caso, compartió que líder de un sector no puede ser todo el mundo, por lo que su empresa tiene definido su espacio bajo otros parámetros. «Siempre hemos sido una marca de calidad, pero con un posicionamiento de 'el barato de los caros'. Somos el premio que el consumidor medio se puede pagar».

Actualmente, la empresa está inmersa en un proyecto internacional en el que ha contado con el Popular. «Se trata de montar una red de locales de charcutería en otros países. Llevamos dos años con un local propio en Verona y hace dos meses hemos encontrado un local adecuado en Milán, ya con el modelo testado», indicó.

Por último, como aviso a navegantes, Redondo recordó como «la diversificación puede ir muy bien o muy mal. Hace diez años estábamos muy centrados en nuestra actividad, pero con el boom inmobiliario intentamos aprovecharlo y perdimos mucho. Aprendimos que no hay que dejarse llevar».

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