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Rafael Benavent (Keraben), el movimiento constante

Rafael Benavent (Keraben), el movimiento constante

Rafael Benavent es el presidente de honor de Keraben. Personalidad clave en el desarrollo de la industria azulejera castellonense, su primer paso fue hacia la investigación antes que hacia la empresa

Álvaro Mohorte

Domingo, 5 de febrero 2017, 21:48

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valencia. Si a cada paso se abre el futuro, Rafael Benavent (Vall d'Uixó, 1933) podría haberse encaminado a hacia el éxito en varias direcciones, pero por materias muy distintas. Nacido en el seno de una familia vinculada a la industria del calzado, su padre era el jefe de ventas de la histórica compañía Silvestre Segarra e Hijo cuando el prometedor estudiante se licenció en Ciencias Químicas en 1955 por la Universitat de València.

La brillantez de su expediente y su inclinación a la investigación le hizo ser postulado para una beca de dos años en Nueva York para colaborar en los trabajos de un español que ya era conocido por sus avances en la síntesis del ácido ribonucleico. La propuesta era tentadora, pero su padre le convenció para que pensara en un futuro estable y aceptara un empleo de químico en la compañía zapatera castellonense.

Finalmente renunció al salir al extranjero y optó por iniciar su vida laboral en Castellón, aunque la otra opción podría haber abierto para él un mañana muy distinto, ya que el equipo al que renunció incorporarse fue al de Severo Ochoa, que cuatro años más tarde obtendría el Nobel de Fisiología y Medicina.

Sin embargo, el empleo en la zapatera no llegó nunca a gustarle y decidió reconducir su vida, dejar Segarra y, ya casado y con un hijo, lanzarse a una aventura empresarial en 1958 en el desarrollo de tratamientos eficaces contra las plagas de los cítricos. Con una perspectiva inusual en la época, contactó el centro Riverside de la Universidad de California, en Estados Unidos, y con el de Beer Sheva de Israel, para ponerse al día de los últimos avances.

Ya con las ideas claras, fundó junto a su hermano Industrias Químicas Benavent y obtuvo un gran éxito. De hecho, la empresa pronto alcanzó una considerable magnitud y ganó mercados más allá de la Comunitat. Sin embargo, la vida del joven empresario aún tenía que dar una nueva vuelta.

Fue en 1973, cuando la onda expansiva de la crisis económica que se había iniciado con la crisis del petróleo de 1971 llegó a España, e hizo que Rafael Benavent tomara una decisión de alcance: vender la empresa. Hasta entonces, los suministros químicos al campo se pagaban al final de la campaña, una vez cobrada. El problema es que ese año el coste de los carburantes se llegó a multiplicar por seis, sometiendo a la empresa a unas tensiones que Benavent temió no poder soportar. La operación de venta se completó en agosto de 1974.

Con los fondos obtenidos, estudió varias posibilidades, pero comprendió que podía tener un espacio propio en el sector azulejero. En Italia se estaba desarrollando la monococción, pero pocas empresa la estaban desarrollando en España por la complejidad de acertar con la composición del soporte arcilloso y el esmalte, pese al considerable ahorro de tiempo y costes que significaba en el proceso.

La baza de Benavent era sus conocimientos químicos, el dinero y su experiencia empresarial, que le permitieron poner en marcha en 1975 Gres de Nules. Su hijo, Rafael Benavent Estrems, había seguido la primera senda abierta por su padre y se había licenciado en Química, formando por entonces parte del equipo de investigación del departamento de Química Técnica de la Universitat de València (que terminaría por constituir el Instituto de Tecnología Cerámica). Pero, quizás por la sangre, puso en marcha en 1983 Keraben SA.

La expansión internacional otorgó una envergadura a la compañía que le permitió ser menos dependiente del mercado español y, ya con la crisis de la construcción de la última década, pudo amortiguar parte del golpe. De hecho, cuando en 2014 entró en el capital de la compañía el fondo norteamericano Tensile Capital Management, la empresa logró un respiro financiero y los nuevos inversores han mantenido a la familia al frente de la compañía.

Para entonces, Rafael Benavent ya no estaba tan en el día a día de la empresa, pero eso no quiere decir que estuviera desocupado. Impulsor de la Universitat Jaume I de Castellón, se implicó ya en 1993 en la Fundación Universitat Jaume I- Empresa, que terminó presidiendo. De hecho, la semana que se inicia mañana recibirá la medalla de reconocimiento de la institución por su labor y la excelente huella que deja en el desarrollo y consolidación de la universidad castellonense.

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