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Domingo, 22 de enero 2017, 23:49
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En España sobra actualmente capacidad de producción de carne de pollo, lo que está obligando a cerrar granjas, o como mínimo a mantenerlas inactivas durante parte del año, sobre todo en invierno, cuando baja la demanda (en verano sube más, sobre todo por el tirón del turismo). Las empresas integradoras, que son las que comercializan los animales y antes suministran los polluelos y el pienso a los ganaderos (que ponen las instalaciones, su trabajo, agua y energía), están imponiendo ahora más largos periodos de parada entre camadas, de igual modo que en otros momentos, cuando hay fuerte demanda, apenas dan unos días para limpiar y desinfectar las granjas, antes de volver a llenarlas. A veces se alargan estos parones más de un mes, lo que lleva a que algunos granjeros decidan cerrar definitivamente porque no pueden aguantar sin ingresos. En cierta medida se está produciendo también una paulatina sustitución hacia granjas más modernas y tecnificadas y granjeros jóvenes cuyas economías no dependen sólo de esta actividad.
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