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La quiebra de las empresas familiares valencianas se ha triplicado con la crisis

La dificultad para acceder al crédito y el relevo generacional elevan la mortalidad de estas compañías que alcanzan el 91% del total

ELÍSABETH RODRÍGUEZ

Sábado, 21 de enero 2017, 00:23

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Las empresas familiares, que en la Comunitat suponen el 91% del tejido empresarial, han triplicado su tasa de mortalidad en el periodo de crisis, según reveló ayer el catedrático de Organización de Empresas de la Universitat de València, César Camisón, durante la presentación del libro monográfico 'El protocolo familiar: metodologías y recomendaciones para su desarrollo e implantación'.

La falta de acceso a la financiación -o en otras palabras, el cierre del grifo bancario- fue la causa principal de este incremento en la caída de compañías de carácter familiar, tal y como explican desde el Instituto Valenciano de la Empresa Familiar (Ivefa). Este factor se sumó al problema de la sucesión generacional, que supone el principal elemento de riesgo para este tipo de sociedades. En concreto, un 15% de las mercantiles sobreviven a la primera generación -la mitad que en Europa-; de ese porcentaje, un 25% sigue en pie con la segunda y, de ese remanente, un 35% pasan a la tercera generación.

Para combatir esta tasa de mortalidad, los autores del libro -Camisón y el socio director de Broseta Abogados en Valencia, Alejandro Ríos- recomendaron a las empresas que elaboren un protocolo familiar adecuado a su situación. Es decir, un plan donde estén consensuados los roles de cada socio y familiar, así como las líneas de actuación que se deben seguir según el escenario al que se enfrente la firma. «Las compañías que se acogen al protocolo triplican su tasa de supervivencia», afirmó el catedrático, quien añadió que solo el 8,9% de las mercantiles cuentan con esta guía básica, ya que el resto no la considera necesaria.

En este sentido, Camisón señaló que muchas veces se aplican protocolos preestablecidos que sirven «para bien poco», ya que deben no están hechos a medida de la empresa. El experto también advirtió que el tiempo medio de elaboración del protocolo es de seis meses y que la práctica no empieza a ser efectiva hasta los dos años.

Según destacaron ayer los expertos, en la Comunitat hay 132.000 sociedades mercantiles de esta naturaleza -sin contar a los autónomos ni a las microempresas-, lo que representa el 76 % del Valor Añadido Bruto y cerca del 85% del empleo. Para el director de la Cátedra de la Empresa Familiar de la Universitat de València, Alejandro Escribá-Esteve, la empresa familiar tiene el factor añadido de encontrar un equilibrio entre la competitividad y el bienestar y riqueza de la familia. En esta misma línea se pronunció el presidente de Ivefa, José Bernardo Noblejas, al indicar que no todos los familiares pueden estar en la empresa y menos los que no encuentran trabajo fuera de ella. Por su parte, el presidente del Grupo AZA, Alfonso Zamorano, consideró que el protocolo tiene que ser un guante a la medida y estar abierto a posibles modificaciones.

En cuanto a la supresión de bonificaciones que el Consell ha establecido para el impuesto de Sucesiones, los analistas reclamaron al unísono la necesidad de una armonización fiscal a nivel estatal para evitar una «competencia desequilibrada» entre autonomías. No obstante, matizaron que debía realizarse «con cuidado», ya que las comunidades se encargan de los gastos pero no tienen responsabilidad en la mayor parte de los ingresos, que los proporciona el Estado. «O hay corresponsabilidad en ambos frentes o hay desajustes», sentenció Camisón. Por último, preguntados sobre el caso de Lladró, los expertos apuntaron que se trata de una compañía que ha padecido todos los problemas propios de la empresa familiar.

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