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Millones de kilos de mandarinas se están perdiendo en el campo

Millones de kilos de mandarinas se están perdiendo en el campo

Las consecuencias económicas del 'Brexit' y la competencia de los cítricos del hemisferio sur hunden el inicio de la campaña citrícola

VICENTE LLADRÓ

Lunes, 24 de octubre 2016, 00:33

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Millones de kilos de mandarinas de maduración precoz se están quedando en el campo y parecen condenados a perderse, porque en la mayoría de los casos se trata ya de fruta que ha sido rechazada por los comercializadores o cuyos precios de mercado no compensan ni siquiera los costes de recolección.

La parte más grave se la llevan las satsumas primerizas, como Iwasaki y Okitsu, de las que se están quedando campos enteros por coger o en otros casos se ha dado un pase, para recolectar lo más maduro y de tamaño más grueso, dejando el resto en el árbol o en el suelo. Conforme realizan su tarea los 'collidors' tiran sistemáticamente a tierra aquellos frutos que ven que no tienen el calibre o la condición comercial requerida por la firma comercial compradora o la cooperativa, porque de introducir dicho porcentaje de la producción en los canales de venta todavía se incrementan más las pérdidas, siendo preferible dejarla en las plantaciones.

Una situación más de despilfarro alimentario, aunque involuntario, simplemente porque no hay cauce.

Algunos comercializadores compran ahora las mejores partidas de Okitsu a unos 10 céntimos por kilo, un precio ruinoso para el productor, que no cubre ni el coste del riego y está muy alejado de las buenas cotizaciones de años anteriores.

Parecidos calvarios padecen los citricultores que tienen algunas clementinas muy precoces, como Marisol, y también en algunos casos de Clemenrubí y similares. La tónica dominante es la de mucha dificultad para poder vender, precios muy bajos y con frecuencia incumplimientos de acuerdos de compra, con recortes de precios, desestimiento del comprador o limitación de la recogida a un pase, aprovechando lo más maduro y de mejor tamaño.

En la mayor parte de los casos, la fruta de estas variedades que se queda en las fincas ya no tendrá fácil salida comercial, puesto que van madurando otras clases de clementinas que tienen mejor presencia y sabor y son preferidas por los compradores al ser fruta más del momento y considerarse a las 'otras' como pasadas.

Cuando llega una variedad posterior, lo habitual es que la precedente quede ya desplazada en las cadenas de comercialización. De tal forma, en estos momentos se ultima la recolección de Oronules y similares, se entra de lleno en la Arrufatina y ya casi se va a empezar en las zonas más adelantadas con la Clemenules, que es la reina de la temporada, la de mayor volumen de producción y con casi tres meses de campaña.

La crisis en la que se han visto sumidas las mandarinas precoces ha desatado la lógica preocupación entre los productores y toda clase de argumentos para tratar de explicar el origen del problema. Lo más inmediato es culpabilizar a la competencia creciente en Europa de las mandarinas importadas de Sudáfrica y otros países productores a contratemporada. Y es cierto que es así y que la UE les está dando facilidades, pero también que el consumidor, si puede, prefiere antes una fruta bien madura del hemisferio sur que un primor anticipado del Mediterráneo que en muchos casos se ha presentado demasiado verde o falto de zumo; deficiencias que este año han sido más acusadas por la meteorología y que obligará a reflexionar para presentar en el futuro estrategias comerciales más apropiadas.

También advierten algunos comerciantes citrícolas que se da el chocante fenómeno del 'factor moda'. Determinadas cadenas de supermercados de toda Europa han optado por retirar estas variedades de sus ofertas y pasar a otras simplemente porque ha corrido la voz de que este año no eran apropiadas, con lo que han desistido incluso de las partidas realmente óptimas.

Por otra parte se achaca a las cadenas comerciales locales que no muestren mínimos gestos de compromiso con la producción de 'casa' para tirar del carro e intentar minimizar el daño. Tanto ha cundido el 'factor moda' y las prisas por vender como sea que un importador holandés le preguntaba días atrás a un exportador valenciano: «¿Qué tiene este año la Okitsu que la estáis dando».

Lo que tiene es que se le ha juntado todo en contra, hasta las consecuencias del 'Brexit', porque con la devaluación de la libra esterlina, la fruta llega más cara al Reino Unido, y los británicos, que son los principales consumidores de esta fruta, se ven obligados a racionar sus compras.

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